May
Documento vaticano sobre fenómenos sobrenaturales
3 comentariosEl Dicasterio para la doctrina de la fe ha publicado un oportuno y hasta necesario documento sobre la necesidad de discernir con mucho cuidado los presuntos fenómenos o mensajes sobrenaturales.
Lo primero que hay que dejar claro es que, en Jesucristo, Dios ha dicho todo lo que tiene que decir. Y por tanto que no hay nuevas revelaciones públicas antes de la definitiva manifestación del Señor al final de los tiempos. Lo que sí puede darse son fenómenos o experiencias que ayudan a profundizar la fe, a orar con más intensidad, o incluso a comprender mejor determinados aspectos del Evangelio. Algunos de estos fenómenos o experiencias pueden ser atribuidos, por quienes los han vivido, a una acción sobrenatural. No hay que olvidar que Dios interviene continuamente en la historia y en la vida de las personas, pero hay situaciones o experiencias que nos hacen caer en la cuenta de esta realidad de la presencia de Dios que, habitualmente, es percibida de forma difusa o vivida sin tener conciencia explicita de ella. Algunos de estos fenómenos pueden llamar la atención de otras personas y suscitar movimientos populares, como peregrinaciones a lugares precisos, devociones a determinadas imágenes o advocaciones que ayudan a vivir mejor un determinado aspecto de la fe.
¿Se trata de intervenciones especiales, puntuales y mas intensas de Dios? Así pueden vivirse. Pero esta vivencia puede ser ambigua o falsa. Por eso, la Iglesia, a veces, se pronuncia negativamente, cuando entiende que hay abusos, mal entendidos, desviaciones doctrinales, afán de lucro o de notoriedad. Incluso en experiencias auténticas, que pueden hacer bien, pueden mezclarse elementos humanos que hay que purificar. La iglesia se pronuncia negativamente cuando el fenómeno no está nada claro o el mensaje contiene doctrina notoriamente falsa, aunque contenga alguna afirmación verdadera.
Cuando la Iglesia se pronuncia en positivo, lo hace con prudencia: se trata de un “presunto” fenómeno sobrenatural. La Iglesia no ofrece un aval al carácter sobrenatural del fenómeno. En el mejor de los casos, afirma que allí no hay nada contrario a la fe, o que se constatan buenos frutos pastorales o espirituales de este fenómeno o mensaje, de la visita a tal lugar o de la práctica de tal devoción. Lo que dice en positivo la Iglesia es que el mensaje que transmite el vidente no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres. Eso no quita que, según cual sea la evolución de los acontecimientos, la Iglesia pueda cambiar de opinión a propósito del fenómeno o mensaje.
En los casos en que la iglesia se pronuncia positivamente los fieles pueden dar su asentimiento al acontecimiento de forma prudente, pero no es obligatorio darla. El documento del Dicasterio deja muy claro que “la mayor parte de los Santuarios, que hoy son lugares privilegiados de la piedad popular del Pueblo de Dios, no han tenido jamás, en el curso de la devoción que allí se expresa, una declaración de sobrenaturalidad de los hechos que dieron lugar al origen de aquella devoción”. Uno puede pensar que allí no hay nada que tenga relevancia para su fe personal. La única obligación de fe que tiene el creyente es a la persona de nuestro Señor Jesucristo y a su Evangelio. La fe está muy bien condensada en el “Credo” que proclamamos en cada eucaristía dominical. Todo lo que sirve para adherirnos con más fuerza a este Credo es bien venido. Y lo que no sirve, puede ser respetable o, en casos extremos, rechazable.