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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Mar
2012

Diversión para escapar del vacío interior

7 comentarios

Los hombres prefieren la caza a la presa, el movimiento a la quietud, la diversión al silencio, porque tienen miedo a pensar. Pensar es la nueva penitencia de hoy. Y nadie quiere hacer penitencia. Lo que hoy está de moda es: “no piense, no hable, tan solo diviértase”. Y su traducción eclesial en algunos ambientes es: “no piense, no hable, tan solo obedezca”. Hoy nadie se plantea preguntas y, menos aún, preguntas de esas que obligan a pensar: ¿de dónde vengo, a dónde voy, qué voy a hacer con mi vida, tiene sentido la enfermedad o la muerte? Y también: ¿qué significa eso que creo, cuál es el sentido de los artículos de mi fe? Para pensar se requiere un espacio de tranquilidad. Pero hoy hay mucho ruido, demasiado movimiento, un activismo desmesurado.

El filósofo francés Blas Pascal analizó “la diversión” como una escapatoria que buscan los seres humanos para no enfrentarse a su vacío interior y al problema de su existencia: “De aquí viene el que sean tan buscados el juego y la conversación con las mujeres, la guerra, los grandes empleos. No es que se sea feliz con ello, ni que la verdadera felicidad consista en tener el dinero que puede ganarse en el juego, sino que se busca el ajetreo que nos divierte y nos impide pensar en nuestra desgraciada condición. Razones por las que se prefiere la caza a la presa”, o sea, pasarnos el día corriendo tras una liebre, porque estando agitados nos olvidamos de la muerte y de las miserias. Así se explica, decía este autor, “que gusten tanto a los hombres el ruido y el jaleo; de aquí viene que el placer de la soledad sea una cosa incomprensible”.

“Toda la desgracia de los seres humanos, afirmó Pascal, proviene de una sola cosa: no saber quedarse tranquilos en una habitación”. Estas reflexiones son un acicate para concienciarnos de la importancia de crear espacios y lugares para el pensamiento y la reflexión, de la necesidad de tener momentos de oración, de encuentros en el Señor, tras cerrar la puerta de la habitación. No para deprimirnos, sino para todo lo contrario: para reconocerle en el silencio y, desde ahí, llenarnos de su presencia para servir mejor a los demás.

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Bernardo
23 de marzo de 2012 a las 13:26

Es que Pascal era un gran conocedor del alma humana. Los fríos datos lo dicen todo: pasamos de media 4,5 horas delante de la tv; un hora más delante de la pantalla del móvil; 1,5 horas ante videoconsola. Qué tiempo queda para la búsqueda personal. Para la mayorìa de los seres humanos nada, no queda nada. Hasta los sueños están llenos de la vaciedad exterior del mundo de la comunicación. El hombre de la sociedad postmoderna globalizada no está vacío, es peor, está lleno, pero lleno de una nada que todo lo impregna y que "nadea" en abundancia. Si estuviera vacío, si se sintiera vacío, habría esperanza, pero está lleno de esa nada que el impide ver la carencia existencia. Este es el problema.

Te seguiré desde la "Galicia costera" este fin de semana.

Anónimo
23 de marzo de 2012 a las 17:30

A mí me parece, que hay un gran miedo a la soledad. Nadie quiere, ni puede, si es posible, estar a solas o encontrase solo. Toda la vida se configura en una sucesión de sucedaneos para huir de esa terrible soledad. Soledad sin duda necesaria para encontrase con Dios y con uno mismo. Miedo a pensar porque quizá se va perdiendo la dimensión de lo transcendente. "Solo existe lo que veo", "Solo me interesa de lo que me puedo servir". Miedo a la muerte y mejor no pensar en ella. Miedo al vacío. Sí miedos por todos lados.
¡Qué bueno sería caer en la cuenta que en fondo todo deseo es un deso de Dios! ¡Qué bueno sería al menos pensar que lo que todo hombre busca y anhela coincide en el fondo con lo que Dios quiere para cada uno!

N.O.F.
24 de marzo de 2012 a las 11:48

El mundo ofrece hoy pocos espacios para llenarse de Dios. Hay mucho ruido, mucho individualismo. Se diría que el hombre hoy va montado en una bicicleta, corre a toda máquina, pero no sabe a donde va.

Mercedes
24 de marzo de 2012 a las 13:25

Hace tiempo que vengo observando la inquietud que acompaña a muchos hombres y mujeres ... el deseo de diversión y la vaciedad más absoluta que impiden encontrarse con uno mismo, porque a lo mejor, no nos gusta lo que vemos en nuestro interior .Este mal que nos aqueja , se introduce en nuestra sociedad desde la más tierna infancia .. los niños tienen el día completo ... actividades deportivas , bailes , fiestas infantiles ... y después en casa la televisión .Los padres no tienen tiempo para hablar con sus hijos, porque tanto unos cómo otros, están extenuados tras la agotadora jornada.
Sería magnífico que todos nos diéramos cuenta que la verdadera felicidad está en nuestro interior ... " De profundis clamet ad te , Dominus ..." ( no sé si está bien escrito , pero sirve al caso ..)

Isabel
24 de marzo de 2012 a las 19:09

Pienso que,una vez se ha tocado fondo con nuestra nada,es decir,se está vacío,es cuando Dios puede entrar con SU FUerza.No es malo a mi entender,el saborear el vacío que nos invade; es cuando uno mejor puede apreciar la llegada de Dios en su alma,será entonces,una vez invadido del Espíritu divino,cuando procurará por todos los medios no separarse de El.

Paul T.
24 de marzo de 2012 a las 19:41

Muy acertado una vez más maestro. Claro, en la tradición eclesiástica existe este exceso de no "piense" que ya pensamos algunos por usted¡ y usted dedíquese a obedecer. Esto me suena así como: "para esto estamos los mayores", pero en la iglesia somos todos mayores, pensamos-razonamos y creemos. Y estos "mayores" que piensan por mí, están convencidos de que si obedecemos, mantenemos y garantizamos la Comunión. Comunión? Obedecer? No pensar? No detenernos para ser autocríticos?; esto lo refugiamos en un exceso de movimiento, o es que no nos dejan!. La vida eclesial, justamente debe ser el ambiente y el medio donde pensemos, hablemos y dialoguemos. No es bueno creo, que las culpas se las echemos a la sociedad o al mundo que nos rodea. También nuestros ambientes eclesiales algo de responsabilidad tienen.

Marcela Díaz
5 de febrero de 2023 a las 22:57

Gloria a Ti Señor Jesús.
Muchas gracias hermano en Cristo Jesús, si tú ojo está sano podrías mirar sanamente , no es como te acuestas ni como te levantas sino es la forma de mirar, es verdad los avatares del mundo pero hay una plaga qué es más feroz y es la calumnia , cuando te ven con la envidia dice cualquier cosa y lo peor cuando lo usar para trepar o ganar espacios de.poder hoy es muy común de gente que es incapaz de decir de frente las cosas sino q embarran la cancha de tu reputación para así ocupar cargos gracias al desprestigiar a tu familia o hijos sin saber con quién se meten , podría ser que se metan con un policía y si hay algo claro es que el pecado lo perdona Dios pero al delito por ejemplo las amenazas y si meten a los hijos de por medio ya allí es la justicia quien determina .
Te sigo leyendo.

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