9
May
2007May
Diálogo entre vecinos
6 comentariosEl diálogo interreligioso no es fácil. Entre otras cosas por lo difícil que resulta comprender del todo otra religión. Una religión es como una lengua. Todos hablamos una, pero no todos la misma. Es posible entender la lengua de otro, pero nunca acaba uno de hacerse del todo con ella. Siempre se escapan matices. Algo parecido ocurre cuando juzgamos a otra religión.
Un camino que me parece bueno es el diálogo entre vecinos. Vecino: el que vive a mi lado. Si tienes un vecino que no es cristiano sería bueno que tratases de darle confianza y de ganarte la suya. Si además eres buen cristiano, este vecino se dará cuenta de que tomas en serio tu religión. Un día surgirá espontánea la conversación sobre la religión de cada uno. Ahí, en este diálogo de tú a tú, en este diálogo entre amigos, es donde pueden aclararse muchos malentendidos, donde uno se da cuenta de la bondad del otro, donde uno está dispuesto a ser interpelado sin sentirse acusado ni condenado.
Conozco el caso de dos familias, una musulmana y otra cristiana. Un día la cristiana tuvo una ocasión de oro de ganarse la confianza de la otra familia, llevando a uno de sus niños al hospital. Desde entonces siguen sin pensar igual, pero hablan, se visitan, se invitan, se manifiestan sus desacuerdos sin ver en el otro a un enemigo, tratan de comprenderse, y ese intento de que el otro comprenda hace caer en la cuenta de las propias limitaciones, de que aquello que parecía tan claro a lo mejor no lo es tanto. De hecho, un día en que las dos mujeres discutían con calor sobre un determinado comportamiento islámico, la musulmana se quedó en un momento dado sin saber qué responder. Y le dijo a la otra: “tendré que preguntar a mi marido”. Ya sé que a esta respuesta se le puede sacar punta. A mi me interesa que la mujer se dejó interpelar y, como a todos nos sucede, sintió la necesidad de consultar a otro que pudiera ayudarle, porque se había dado cuenta de que también en su religión había dificultades.
Un camino que me parece bueno es el diálogo entre vecinos. Vecino: el que vive a mi lado. Si tienes un vecino que no es cristiano sería bueno que tratases de darle confianza y de ganarte la suya. Si además eres buen cristiano, este vecino se dará cuenta de que tomas en serio tu religión. Un día surgirá espontánea la conversación sobre la religión de cada uno. Ahí, en este diálogo de tú a tú, en este diálogo entre amigos, es donde pueden aclararse muchos malentendidos, donde uno se da cuenta de la bondad del otro, donde uno está dispuesto a ser interpelado sin sentirse acusado ni condenado.
Conozco el caso de dos familias, una musulmana y otra cristiana. Un día la cristiana tuvo una ocasión de oro de ganarse la confianza de la otra familia, llevando a uno de sus niños al hospital. Desde entonces siguen sin pensar igual, pero hablan, se visitan, se invitan, se manifiestan sus desacuerdos sin ver en el otro a un enemigo, tratan de comprenderse, y ese intento de que el otro comprenda hace caer en la cuenta de las propias limitaciones, de que aquello que parecía tan claro a lo mejor no lo es tanto. De hecho, un día en que las dos mujeres discutían con calor sobre un determinado comportamiento islámico, la musulmana se quedó en un momento dado sin saber qué responder. Y le dijo a la otra: “tendré que preguntar a mi marido”. Ya sé que a esta respuesta se le puede sacar punta. A mi me interesa que la mujer se dejó interpelar y, como a todos nos sucede, sintió la necesidad de consultar a otro que pudiera ayudarle, porque se había dado cuenta de que también en su religión había dificultades.