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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Ene
2008

Cuando digo Dios...

17 comentarios

Cuando digo “Dios”, ¿qué entiende la gente? Es una buena pregunta. Mejor que otra que solemos hacernos: ¿qué pretendo decir? Importa mucho lo que pretendo decir, pero importa más lo que otros entienden cuando digo lo que digo. Porque si no entienden lo que digo, o si entienden incluso lo contrario, ocurre algo malo: lo que digo, al ser mal interpretado, produce efectos contrarios a los que pretendo. Sin duda lo que el oyente entiende no está bajo mi control. Pero esto no sirve de consuelo si no hago todo lo que está en mi mano para que me entienda bien. Para ello tendré que conocer la situación en la que se encuentran mis oyentes, sus modos de percibir, sus problemas, dificultades, presupuestos o prejuicios.

En la Iglesia española parece que tenemos un problema: cuando algunos cristianos dicen “Dios”, la gente entiende “otra cosa”. ¿Acaso no nos expresamos bien? Sin duda siempre es posible mejorar las expresiones. Pero también es verdad que muchos oyentes sólo quieren escucharse a sí mismos. No hay voluntad de verdad. No hay voluntad de escucha. Y por eso no hay voluntad de creer. La situación no es fácil. No acabamos de encontrar un terreno común en el que podamos, al menos, entendernos unos y otros sin sentirnos descalificados. Entenderse no quiere decir aceptar la posición del otro, pero sí hacer un esfuerzo para comprenderla. A los creyentes nos toca movernos con dignidad en ambientes no demasiado favorables a las posiciones evangélicas más exigentes. Esta dignidad creyente presupone, por parte nuestra, una coherencia entre fe y vida; también una actitud respetuosa con la libertad ajena. Supone, sobre todo, una presentación positiva del mensaje de salvación. ¿Puede presentarse de otra manera?

Jesús era bien consciente de que los suyos no son del mundo, pero sí que están en el mundo. Un mundo en el que tendrán dificultades, pero un mundo al que deben evangelizar. Evangelizar: sí, decir una buena noticia, alentadora, positiva, gratificante. ¿Cómo decir una buena noticia haciendo notar que algunas posiciones no son del todo buenas? Se puede porque esta buena noticia exige una conversión para ser aceptada. Pero eso sí, para que la denuncia de la falta de bondad de algunas posiciones tenga posibilidades de ser entendida, hay que comenzar por detectar lo bueno que también hay en esas posiciones no tan buenas. Si no empezamos por ahí, entonces seremos rechazados, calificados de intrusos a los que nadie ha llamado. Seguro que en esas “otras maneras” hay algunas cosas buenas. ¿Por qué no detectarlas, por qué no señalarlas? Desde lo bueno se puede ir a lo mejor.

Pero, sobre todo, conviene tener muy claro que la bondad de lo mío no depende de la buena o mala postura de los demás. Lo mío no queda descalificado porque otros no lo compartan o porque no lo acepten. Eso sí: cuando otros no lo aceptan, es bueno preguntarse (al menos de vez en cuando) cuál es la imagen que damos. No la que queremos dar. La que los otros ven y, porque la ven, la damos.

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JM Valderas
9 de enero de 2008 a las 19:26

Querido Gelabert En la exposición del mensaje hay diversos niveles. De entrada, la unión de vida y doctrina en el emisor. Los católicos en España tienen en efecto un problema de comunicación, que, a mi entender, dimana de la falta de contenido que comunicar. Una cuestión ahora caliente por la que la Iglesia está en la picota es la de cuanto rodea a la vida y a la familia. Hemos visto cómo una asociación de pseudoteólogos deforma el concepto de familia hasta la desnaturalización. Lo propio hacen con lo concerniente a la vida (desde manipulación genética hasta eutanasia pasando por aborto). Ni que decir tiene que representan la "progresía", la "hodiernidad" y no sé cuantas zarandajas más. Eso sí,ayunos de formación científica y "sorprendentes" en sus inferencias filosóficas. Sobre este tema tan apremiante entre nosotros, y punto capital de la pastoral del Pontífice, me imagino que tienes sobre tu mesa "L´embrione umano nella fase del preimpianto", que acaba de publicar la Editrice Vaticana. El mensaje con introducción magistral del Papa se expone en una doctrina científica impecable y clara. Sobre esa base, la razón filosófica (ética) y teológica (plan de Dios). Ese es el medio del mensaje en cuestiones que hoy dividen a la sociedad y que impiden la transmisión serena de la Buena Nueva a los, como bien dices, estén dispuestos a recibirla. Entre los dominicos no constituye ninguna novedad. Fue el estilo de Predicación de Alberto, Teodorico, Tomás...

pablo
10 de enero de 2008 a las 08:29

La encarnación del mensaje evangélico implica la adecuación, " el aggiornnamento" a las diferentes culturas, al tiempo que vivimos que es el siglo XXI, mediante los medios propios de nuestro tiempo. Ya Mc Luhan señaló la importancia para una buena recepción del mensaje que, emisor, mensaje y receptor sintonicen. Y corresponde al emisor, adecuar su actitud, los medios que utiliza a los distintos receptores, que son diversos y plurales. Ya Pablo realizó su "aggiornamento" del mensaje evangélico al transmitirlo a los gentiles. Y no solo en formas, sino que aplicó conceptos de la filosofia griega,más allá de los presupuestos judíos en que surgió el mensaje evangélico.Los medios utilizados en siglos pasados, no son adecuados para este. Y enrocarse en purismos ortodoxos genera incomprensión y alejamiento del receptor. El mensaje evangélico debe crear puentes de comunicación entre las diversas culturas. Así nos creó Dios,una humanidad en culturas diversas. Tiempos de búsqueda creativa de canales comunicativos para un mensaje evangélico único para la humanidad. Gracias Fr. Martín

JM Valderas
10 de enero de 2008 a las 08:49

Con permiso de Gelabert: Puesto que en esta ocasión se razona y no se me echa en cara como arma arrojadiza un cerrilismo al que por lo visto doy pie, permítaseme resumir brevemente mi enfoque de lo que debe ser la labor del teólogo, motivo de mis intervencines en este blog dominicano: conocimiento profundo de la ciencia en lo posible (nada mejor para acercarse al hombre de nuestro tiempo), conocimiento profundo de la filosofía de nuestro tiempo (nada mejor para depurar el lenguaje de palabras carentes de significado; en este aspecto, a mí la flosofía analítica me enseñó a depurar los excesos de la palabrería pseudoteológica) y un conocimiento profundo de la teología (del avance de la teología bíblica, con los nuevos desarrollos arqueológicos y epigráficos de Oriente Próximo y dominio de idiomas semitas; avances de la teología histórica y sistemática, en corto Padres, Concilios, Tradición magisteral y Liturgia). Todo lo demás, fanfarria. Gracias, Gelabert.

Oscar
10 de enero de 2008 a las 09:12

Cambio de tercio, pero no de asunto. Y solo a modo de ejemplo cito la concentración de esos días pasados en Madrid. Porque a veces me pregunto si no nos entienden o sí que nos entienden. Estoy convencido de que las reacciones laicas (por calificarlas de algún modo) a la concentración han sido desproporcionadas y han ido más allá de la intención de los organizadores. Hablar de "cria obispos..." o de que "no queremos salvadores" está fuera de lugar y no tiene nada que ver con las pretensiones del acto. Pero también pienso que algunas de las palabras que allí se dijeron no fueron las más acertadas y han dado pié a ese mal entendimiento. En este caso no hay mal entendimiento. Hay ambigüedad por parte del emisor.

marta
10 de enero de 2008 a las 14:20

Es cierto que los improperios originados por el acto del domingo han sido indignantes y desproporcionados, pero también lo es que alguna de las cosas que allí se dijeron no brillaban por su animo integrador ni por buscar la concordia. Hablo de intervenciones de personas concretas, no de la ceremonia en general ni de las personas que allí acudieron movidas por su fe.
Desproporcionadas y mal intencionadas, esas criticas no se habrían producido (o por lo menos hubieran tenido una justificación más complicada) de conducirse con más prudencia algunos prelados, porque si encinedes el fuego, luego no te quejes si te quemas los pies, y si te metes en política no es raro que los políticos se suban al carro buscando probablemente su minuto de actualidad.
Señores, preocupense más por ser ejemplo de caridad y entrega y dejen de ponernos en la picota con declaraciones que por lo visto ni siquiera en Roma han parecido correctas.

pablo
10 de enero de 2008 a las 18:32

Sr Valderas: aunque le cueste creerlo, usted no es el centro de los comentarios del post. El centro de comentarios es el post de Fr. Gelabert. Su autorreferencia, Sr Valderas, es gratuita, así como palabras como "cerrilismo". El enfoque como teólogo que interesa es el de Fr. Martín Gelabert, autor del post. Su comentario,Sr Valderas, es uno más. Y según las normas del blog,no se establece dialogo entre comentaristas. Como el resto de comentaristas, sería de agradecer que dejara su comentario, como hacemos el resto. Su comentario, porque su curriculum, como el del resto de cometaristas, aquí importa poco. Esto no es una tribuna, ni un púlpito. Simplemente, un blog. Y punto y pelota.

JM Valderas
10 de enero de 2008 a las 19:19

Abur, querido Martín. Hoy sí te llamo igual que en el 59 cuando el Padre Femenía, siendo yo un par de años años mayor que tú, me mandó daros clases de latín a los que veníais de Manacor (Tortella, Bennasar, Mir, Gelabert...) para mejor integraros en el curso. Me hizo ilusión incorporarme en lo posible en esta aventura tuya, conocedor de la inteligencia que el Señor te había concedido y el bien de la Iglesia que siempre buscas. Te mentiría si no te dijera que, desde el punto de vista humano, mi presencia aquí no me resulta especialmente rentable. Pero la insistencia de hermanos tuyos de hábito y entrañables hermanos míos de corazón de seguir aquí me han permitido aguantar carros y carretas. Pero ya basta. No quiero provocar más desazón en nadie. La mies es mucha y sólo faltaría que yo entorpeciera la labor. Mi correo electrónico sabes muy bien quién te lo puede dar. Martinchu, ¿recuerdas? Un fuerte abrazo

mariarosa
10 de enero de 2008 a las 23:32

En lo referente a la concrentración de Madrid, tengo que decir que al salir de una Iglesia donde se habia hecho la debida propaganda para asistir, a los que estaban repartiendo propagandas que eran de los "KIkos", les dije, ustedes saben que esto es propaganda electoral, sino les digo, que si gana el PP, ¿a que no se celebra mas la familia? y me dijeron ¡OJALA¡ han coincidido la perdida de la presidencia del PP con la perdida de la Presidencia del Sr. Rouco, y lo estamos padeciendo, no me identifico con esta Iglesia de esos Señores, por lo demás totalmente de cuerdo con Marta

Cristina
11 de enero de 2008 a las 21:45

Se supone que en una familia cabemos "todos", y más en la familia eclesial. A "algunos" nos gustan las intervenciones del Señor Valderas... Por supuesto ni sabemos tanto, ni siempre estamos totalmente de acuerdo, pero sentiríamos que se fuera del blog... ¿o es que este blog sólo es para los que piensan igual que yo?

alberto
12 de enero de 2008 a las 07:55

el autor del blog,Fr. Martín Gelabert aún no ha sacado una lista de "reservado el derecho de admisión" . Uno puede entrar y salir con sus comentarios al post o simplemente con su lectura del mismo, con total libertad, siempre que se respeten las normas del blog, editadas para todos.
Calificar a la progresía de "zarandaja" y "hodiernidad",o a la labor del teólogo que no se ajusta al propio enfoque de "fanfarria", o determinado lenguaje teólogico de "palabrería pseudoteológica", son cuanto menos excesos verbales, irrespetuosos que retratan por si mismos a quien los profiere. ¿ Se hubieran tolerado en todos los comentaristas? ¿ Se hubiera tolerado descalificar a una asociaciación de teólogos- investigadores y licenciados en teología, como asociación de "pseudoteólogos", por el hecho de no estar de acuerdo con sus presupuestos? "Tragar carros y carretas",es haber leido comentario tras comentarios exabruptos fundamentalistas e intolerantes,envueltos en celofán intelectual. ¿ Sobrepasan las normas del blog?. La libertad de autoexcluirse, tambien se contempla en este espacio, como en otros ámbitos. La vida continua su ritmo.

Juan
12 de enero de 2008 a las 17:01

Animo,fray Martín:insiste a tiempo y a destiempo: siempre hay quien te escucha. Los frutos son de un porcentaje igual o mayores a la calidad de la semilla: es bueno mejorar
la cementera con vistas a la unidad y a una buena cosecha, pero siempre respetando la libertad de los demás: los absolutismos producen discordias innecesarias.

Bernardo
12 de enero de 2008 a las 18:48

Se me ocurre, Martín, que cuando decimos "familia" sucede lo mismo. ¿Por qué motivo ha de haber un modelo de familia para todos? Hoy, en USA, familia es todo lo que se cobija bajo un mismo techo. En culturas paleolíticas, la familia es mucho más amplia que en occidente, y en algunos lugares de oceanía es más ambiguo el concepto y no se deja enclaustra en lo sexual. Por tanto, cuando decimos "familia" puede que nuestros interlocutores no nos entiendan. Tenemos el derecho de proponer nuestro modelo, pero no imponerlo. Será interesante ver qué harán estos mismos cuando los pepinos vuelvan al poder. ¿Se manifesrarán contra el aborto, contra la familia homosexual, contra las políticas antidemocráticas? Seguro que no, porque entonces serán los nuestros. Cuentan que en época de Reagan le dijeron al director de la CIA, que acababa de imponer un año antes a SADAM en Irak, que estaba cometiendo atrocidades con su pueblo y que contestó: "Sadam Hussein es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Puede que en este caso se pueda aplicar el mismo dicho cuando gobiernen "los nuestros".

Julia
16 de enero de 2008 a las 13:30

Que conste que personalmente no suelo estar de acuerdo con el señor Valderas, pero sus aportaciones son interesantes y aportan otro punto de vista más. Mal nos podemos llamar tolereantes (hablar de fraternidad se queda aun más lejos) si no somos capaces de asumir y contestar comentearios de signo contrario al nuestro.
Personalmente siento que abandone usted este espacio.

Anónimo
16 de enero de 2008 a las 14:01

Entiendo que el tema no es Valderas sí, o Valderas no. Lo importante es su aportación a este blog, y bien interesante que hasta el momento ha sido. Estoy seguro que por el bien de lo que él defiende no dejara de hacerse presente de nuevo.

Ernnerius
16 de enero de 2008 a las 21:20

He recalado en este foro por pura casualidad y no creo que volváis a tenerme que soportar.

Quería decir que... ¡ánimo, Valderas!

La semana pasada conocí a un teólogo que me dejó estupefacto: partía él de un presupuesto filosófico y existencialmente asumido como una evidencia, a saber, que Dios no existe. En el terreno movedizo de lo ambiguo se puede tensar mucho la cuerda, tanto que no es que se rompa, es que termina alcanzando cotas grotescas. Esos clichés de quinta mano (llamar "integrista" a la Iglesia Española por cierto dirigente político andaluz) me resultan especialmente preocupantes. ¿Quiénes son los "progresistas" y "demócratas" y quiénes los "reaccionarios" y "sectarios"? Yo desde luego no tengo ninguna duda al respecto.

Si un cristiano no está en contra del aborto, de la eutanasia y de la experimentación con embriones (ahora se han inventado una nueva palabra, el llamado "preembrión"), y no tiene argumentos sólidos para mantener sus posturas en contra, me parece que tiene que revisar seriamente su ideario o plantearse si realmente es cristiano.

Por lo demás, no entiendo por qué unos determinados obispos, con una preparación académica excelente, no pueden criticar determinadas opciones legislativas, no por el prurito de criticar a tal o cual partido, sino sencillamente para sentar cuál es el Magisterio de la Iglesia.

Buenas tardes

Bernardo
16 de enero de 2008 a las 22:45

Cuando digo "Dios", no sé qué es lo que digo. Cada vez lo tengo menos claro. Sólo mirando a mi hijo redescubro eso que llamamos "creer", viendo la criatura descubro al Creador y me siento tan afortunado del don recibido que sólo puedo agradecer, pero sigo sin saber qué digo cuando digo "Dios".

paco
17 de enero de 2008 a las 00:27

El no saber acerca de Dios es el camino que siguen los místicos. La nube del no saber,la mística apofática nos recuerda que Dios está siempre más allá, de nombres de pensamientos. Ni esto ni aquello. Es el totalmente Otro.

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