Ene
Cuando digo Dios...
17 comentariosCuando digo “Dios”, ¿qué entiende la gente? Es una buena pregunta. Mejor que otra que solemos hacernos: ¿qué pretendo decir? Importa mucho lo que pretendo decir, pero importa más lo que otros entienden cuando digo lo que digo. Porque si no entienden lo que digo, o si entienden incluso lo contrario, ocurre algo malo: lo que digo, al ser mal interpretado, produce efectos contrarios a los que pretendo. Sin duda lo que el oyente entiende no está bajo mi control. Pero esto no sirve de consuelo si no hago todo lo que está en mi mano para que me entienda bien. Para ello tendré que conocer la situación en la que se encuentran mis oyentes, sus modos de percibir, sus problemas, dificultades, presupuestos o prejuicios.
En la Iglesia española parece que tenemos un problema: cuando algunos cristianos dicen “Dios”, la gente entiende “otra cosa”. ¿Acaso no nos expresamos bien? Sin duda siempre es posible mejorar las expresiones. Pero también es verdad que muchos oyentes sólo quieren escucharse a sí mismos. No hay voluntad de verdad. No hay voluntad de escucha. Y por eso no hay voluntad de creer. La situación no es fácil. No acabamos de encontrar un terreno común en el que podamos, al menos, entendernos unos y otros sin sentirnos descalificados. Entenderse no quiere decir aceptar la posición del otro, pero sí hacer un esfuerzo para comprenderla. A los creyentes nos toca movernos con dignidad en ambientes no demasiado favorables a las posiciones evangélicas más exigentes. Esta dignidad creyente presupone, por parte nuestra, una coherencia entre fe y vida; también una actitud respetuosa con la libertad ajena. Supone, sobre todo, una presentación positiva del mensaje de salvación. ¿Puede presentarse de otra manera?
Jesús era bien consciente de que los suyos no son del mundo, pero sí que están en el mundo. Un mundo en el que tendrán dificultades, pero un mundo al que deben evangelizar. Evangelizar: sí, decir una buena noticia, alentadora, positiva, gratificante. ¿Cómo decir una buena noticia haciendo notar que algunas posiciones no son del todo buenas? Se puede porque esta buena noticia exige una conversión para ser aceptada. Pero eso sí, para que la denuncia de la falta de bondad de algunas posiciones tenga posibilidades de ser entendida, hay que comenzar por detectar lo bueno que también hay en esas posiciones no tan buenas. Si no empezamos por ahí, entonces seremos rechazados, calificados de intrusos a los que nadie ha llamado. Seguro que en esas “otras maneras” hay algunas cosas buenas. ¿Por qué no detectarlas, por qué no señalarlas? Desde lo bueno se puede ir a lo mejor.
Pero, sobre todo, conviene tener muy claro que la bondad de lo mío no depende de la buena o mala postura de los demás. Lo mío no queda descalificado porque otros no lo compartan o porque no lo acepten. Eso sí: cuando otros no lo aceptan, es bueno preguntarse (al menos de vez en cuando) cuál es la imagen que damos. No la que queremos dar. La que los otros ven y, porque la ven, la damos.