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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

18
Oct
2007

Cualquier tiempo pasado no fue mejor

3 comentarios
Añoramos lo que no tenemos. El presente nunca acaba de satisfacer y suscita quejas y lamentos. Esta tendencia tiene rasgos propios en la comunidad eclesial. Ahora bien, ¿qué época no fue mala? No valoramos lo que tenemos y lamentamos lo que no tenemos. De ahí la nostalgia por tiempos pasados que supuestamente fueron mejores en comparación con los actuales. No conviene olvidar, con todo, la advertencia del Qohelet: “No digas: ¿cómo es posible que el pasado sea mejor que el presente? Pues no es de sabios preguntar sobre ello” (Ecl 7,10).

Estoy convencido de que, en líneas generales, los tiempos actuales son, en muchos aspectos, mejores que los pasados. Hay una mayor sensibilidad por los derechos humanos, la paz, el desarrollo; una mayor preocupación por la mejora de las relaciones entre personas y pueblos, un deseo de mejor entendimiento. Cierto, tenemos muchos problemas. Pero hoy es posible denunciar sin temor lo que no nos gusta y encontrar apoyos sociales para la denuncia. Es posible influir, con nuestros votos, en la marcha de la política y en los cambios de gobierno. Sin olvidar que ningún programa político coincide con el Evangelio y que no todo es malo en los programas de los partidos. Una postura menos beligerante en ocasiones, y más crítica en otras, me parece que haría a la Iglesia más creíble.

Si nos referimos a la situación intraeclesial, es bueno que acentuemos lo importante. Y lo importante es si nuestras comunidades y grupos comparten con alegría la fe y el amor. A veces al decir Iglesia pensamos sólo en la jerarquía. O en algo peor: en pompas y vanidades. No hay que olvidar que la Iglesia es una comunión, un pueblo reunido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. ¿La comunidad cristiana es viva y adulta, celebramos bien la fe, fomentamos la formación, respetamos a los que tienen criterios distintos? ¿Es una comunidad misionera, con iniciativas, acoge a los inmigrantes, ayuda a los pobres? Ahí es dónde florece la Iglesia.
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JMValderas
19 de octubre de 2007 a las 11:19

Querido Gelabert. Resulta estéril pensar que todo tiempo ido fue mejor. Además no es verdad. En 1960, unos 1000 millones de personas padecían desnutrición; esta noche todavía se acostarán hambrientos unos 850 millones. Con todo, el progreso conseguido en la erradicación del hambre ha sido más notable de lo que estas dos cifras podrían sugerir: hoy, alrededor de 5600 millones de personas se alimentan de forma satisfactoria, comparado con los 2000 millones de hace medio siglo. En España, el impulso a la red educativa de Otero Novas trajo la completa escolarización actual. Pero, ¿y el mensaje cristiano? Podríamos repasar uno por uno los programas de las cátedras de exégesis y teología, publicaciones de todos los niveles (investigación y divulgación, escrita u online): la falta de pulso es estremecedora. La ignorancia se ha maridado con el relativismo y el engendro está a la vista.

Bernardo
19 de octubre de 2007 a las 23:06

Comparto lo primero, "cualquier tiempo pasado no fue mejor"; Dios siempre viene del futuro, es una esperanza que se vive en el presente. Me cuesta más ver que este tiempo tenga algo mejor que los pasados, hablo a nivel global. En el nivel económico-social hemos llegado a lo que Naomi Klein ha denominado como "capitalismo del desastre", hace referencia a la situación sin salida del capitalismo global que sólo puede seguir hacia delante en una huida que todo lo destruye, cuanto más lo destruye más sube la bolsa, más aumenta la burbuja bursátil y más riesgo hay de crack mundial. Como dijo el ideólogo del capitalismo, Milton Friedman, en su famoso "Capitalismo y libertad": la crisis real o imaginaria es la condición de posibilidad del libre mercado.
Por otro lado, tenemos cerca la próxima masacre, ahora en Irán, por motivos parecidos a los de Irak, es decir, por las mismas mentiras. A eso ya le llaman la "guerra de enjambre" al estilo de las hordas de Gengis Khan.
Una última cuetión está en el deterioro del ecosistema mundial. Lo del Ártico ya es clamoroso, sus efectos son imprevisibles.
Además, no hemos mejorado nada en los objetivos del milenio de ONU. No sólo no hemos reducido la pobreza en un 15% en 2005 respecto a 1990, como se aseguró, sino que ha aumentado en un 20% la extrema y en un 50% la relativa.
En fin, no soy optimista, pero tengo fe en el mundo y esperanza en el Reino de Dios, porque amo a este mundo, obra de nuestro Padre.
Un abrazo.

Valero
7 de septiembre de 2023 a las 07:54

En primer lugar feliz cumpleaños Martín y gracias por tu comentario con el que coincido y por recordarme que si no coincidiese con él, estoy llamado como cristiano, a respetar a quien no piensa como yo y a buscar la verdad venga de donde venga y la diga quien la diga.

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