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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

13
Nov
2009

Contrición y atrición

2 comentarios

Hace unos días recibí un correo en el que un buen amigo me solicitaba que, entre otras, respondiera a esta pregunta: ¿Es posible hacer un acto de contrición perfecta?

He aquí mi respuesta: No es posible hacer un acto de contrición perfecta. Tomás de Aquino dice que la caridad (o sea, el amor con el que amamos a Dios) en este mundo es imperfecta. Se perfeccionará en la Patria, en el cielo. En línea con esta tesis de Santo Tomás yo diría que, en este mundo, nunca acabamos de arrepentirnos del todo de nuestras malas acciones, siempre buscamos alguna explicación, dar una razón, un motivo de lo que hicimos. De ahí que clásicamente se distinguía un doble dolor de los pecados: el de contrición y el de atrición. Este último era considerado un dolor imperfecto, un arrepentimiento insuficiente, pero se consideraba suficiente para recibir el sacramento de la penitencia. Dicho de otro modo: la absolución suplía lo que de imperfección había en el arrepentimiento, suplía la falta de un “dolor perfecto” por los pecados. La Iglesia es sabia, conoce nuestra debilidad, por eso nos tranquiliza con fórmulas de este tipo, que podríamos traducir así: Dios nos ama a pesar de todo, nos comprende más de lo que nos comprendemos nosotros, nos quiere siempre y en toda circunstancia.

Vuelvo a la idea de Tomás de Aquino sobre la imperfección de nuestro amor a Dios en este mundo. Es un pensamiento que resulta a la vez consolador y estimulante. Consolador porque así evitamos falsos perfeccionismos que solo crean decepción al no lograrse nunca; y también escrúpulos innecesarios. Y estimulante, porque se evitan falsas satisfacciones y paradas. Con el amor a Dios no se acaba nunca. Siempre es posible ir a más.

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Desiderio
13 de noviembre de 2009 a las 13:22

Yo me planteo, en nuestra creencia de Dios, en nuestra idea de cómo es Dios, hasta qué punto llegamos a alcanzar cómo es Él realmente, y hasta qué punto no hacemos más que atribuirle nuestra idea de cómo entendemos que debe ser, desde luego con la mayor profundidad y deseo de bien que podamos alcanzar. ¿Quién puede estar seguro de saber cómo es Dios? No sé yo si la vida de todo cristiano consiste en desprenderse de su idea inicial de Dios para poco a poco ir alcanzando a saber quién es Él realmente. Aunque hemos tenido un buen maestro, su propio Hijo, creo que hace falta más que una vida para averiguarlo, y en este sentido desde luego es una fuente inagotable. Y para mí conocerle es amarle; y amar implica preocupación, atención por el otro; y ello implica a su vez capacidad para reconocer nuestros errores. Y en la medida en que no sabemos amar, pues tampoco sabemos reconocer nuestros errores. Pero en fin, poco a poco.

lola
13 de noviembre de 2009 a las 20:33

Esto me viene bien, porque ayer un señor se precipito al vacio delante de mi, es algo espamtoso, por la impotencia que produce, no puedes hacer nada. Y luego no sabes si te quedas mal por esa persona o por ti. De la misma manera cuando te arrepientes no sabes si es por amor o porque tu lo has hecho mal. Pero es bueno saber que no importa, pienso que lo importante es que sientas compasion por los otros y por ti...porque asi lo dijo Jesus ; sed misericordiosos, Tabien S Domingo fue compasivo
Gracias por recordarlo.

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