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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

16
Nov
2013

Ciencia y fe se complementan

11 comentarios

En ocasiones la ciencia y la fe tienen algunas o muchas cosas que decir sobre el mismo tema. Lo que dicen no puede ser contradictorio. La Verdad (de la fe) no puede oponerse a la verdad (de la ciencia). Si aparecen contradicciones, es porque o bien no se tiene claro lo que dice la fe, o bien porque las afirmaciones científicas se dan como seguras sin serlo. Cuando ciencia y fe tienen cosas que decir sobre el mismo tema, se enriquecen mutuamente y ambas nos ayudan a tener una visión más completa de la realidad.

Hoy no resulta posible ofrecer una buena reflexión teológica sobre la creación sin tener en cuenta los datos más seguros de la ciencia sobre el origen del cosmos y la evolución biológica. Ya Tomás de Aquino decía que “un error sobre las criaturas conduce a una falsa idea de Dios y puede apartar la mente del hombre de Dios”. Y también decía: cuando hay contradicción aparente entre lo que dice la Biblia sobre la creación y lo que dice la ciencia, es porque interpretamos mal la Biblia. O mejor: ante varias interpretaciones posibles del texto bíblico (cuando habla, por ejemplo, de la creación), hay que tomar como buena la que concuerda con la ciencia y rechazar aquellas que parezcan falsas a la razón.

Pero la ciencia no puede responder a todo lo concerniente a lo humano. Ahí es donde la fe puede iluminar los descubrimientos de la ciencia: ¿qué o quién provocó el big-bang? ¿qué sentido tiene el universo?, ¿cuál es su destino?, ¿por qué ha habido evolución?, ¿cómo debe comportarse el hombre en su relación con los demás o con la naturaleza? Son preguntas que la ciencia deja en suspenso o no responde del todo.

La ciencia y la teología tienen su propia autonomía. La ciencia no puede instrumentalizar la religión para defender sus tesis. Y la teología no puede buscar en la ciencia una defensa de su doctrina. ¿Significa esto que ciencia y teología no se necesitan? Se necesitan sí, pero no de la misma manera. El científico no necesita ser creyente para hacer buena ciencia; aunque sí necesita de unos mínimos principios morales para aplicarla de un modo u otro, porque no todo lo que es posible, es deseable. El teólogo sí que necesita conocer los resultados más seguros de la ciencia, aunque la ciencia no sea criterio de la dogmática. No se puede en nombre de la ciencia cuestionar el dogma del pecado original, pero hoy el teólogo no puede explicar el dogma desde unos presupuestos que la ciencia ha demostrado que son falsos (por ejemplo, una lectura historicista de los primeros capítulos del Génesis).

Dicho de otra manera: es posible hacer ciencia (y también arte, literatura o filosofía) prescindiendo de la reflexión teológica. Pero no es posible hacer buena teología sin tener en cuenta los resultados de la ciencia (sin conocer la filosofía o las reglas del lenguaje). Porque la teología debe responder a los desafíos que la cultura le plantea.

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Juanjo
17 de noviembre de 2013 a las 07:48

A veces cuesta creer, al menos desde mi mentalidad europea, como hasta hoy en día persisten movimientos fundamentalistas que estos conceptos tan simples, tan lógicos y tan básicos no se puedan comprender. me refiero por supuesto a los grupos integrista de EEUU que defienden y enseñan el creacionismo, el diseño inteligente y similares. Suelen ser grupos cristianos "muy religiosos" (protestantes) y muy "científicos" con universidad propia y todo.
(¡Bueno en EEUU uno se puede encontrar de todo..!)

José María Valderas
17 de noviembre de 2013 a las 17:08

Juan Pablo II, con la ayuda de Ratzinger, su prefecto del dicasterio parala Doctrina de la Fe, y luego el propio Benedicto XVI realizaron una tarea extraordinaria sobre las relaciones entre ciencia y fe que la historia recogerá. Fue, sin duda, una de las vertientes definitorias de ambos pontificados. Pusieron las bases en la encíclica Fides et Ratio y dedicaron largas catequesis a la cuestión. Abrieron los archivos sobre Galileo, previo reconocimiento del error cometido, y las primeras reacciones al darwinismo. Alentaron reuniones en el mismo Castengandolfo y en la Academia Pontificia de Ciencias. Promovieron conferencias y libros desde la propia Editrice Vaticana. Esfuerzos que cristalizaron en cátedras y grupos de investigación. Visto con perspectiva, era la renovación de un proyecto que tuvo su punto de origen en el siglo XIX con sede en Bélgica y desembocó entre otras iniciativas, en la obligación de instaurar en los centros de formación (seminarios, facultades de teología) de las llamadas cuestiones científicas. Así lo dictó la Congregación de Seminarios y Universidades(Sobre "cuestiones biológicas", en esa línea pontificia, escribió en español un magnífico manual el jesuita Pujiula en el primer tercio del siglo XX.) Lástima que en muchos casos, y hasta nuestros días en numerosos centros, sea papel mojado.

Los dos papas mencionados eran conscientes del valor de esa relación para la evangelización. No debía ser, sin embargo, un barniz, una moda. Pues, si se carece de sólido fundamento en una parte de ese binomio, es decir, en ciencia y en teología, la esterilidad del esfuerzo queda garantizada. Flatus vocis.

Tal fue el empeño puesto, que el papa Francisco ha heredado una rico depósito que, por lo que se ve, no está dispuesto a dilapidar. Su primera encíclica fue la asunción del borrador que tenía preparado Benedicto XVI. Ahora se está redactando otra sobre ecología. Frente a lo que piensan muchos, se trata de un texto en que los dicasterios romanos vienen trabajando desde hace años, es decir, desde pontificados anteriores. Sin duda, el actual Pontífice le dará un toque personal, pastoral dirán algunos. Bien sabe él que no hay pastoral sin doctrina.

Franz Wieser
17 de noviembre de 2013 a las 18:04

De ahí también la importancia de la ciencia bíblica y de la historia de la Iglesia. Ambas se complementan para la búsqueda de la verdad.

Miguel
17 de noviembre de 2013 a las 20:20

Como científico profesional, encuentro muy acertada la ultima frase "Dicho de otra manera: es posible hacer ciencia (y también arte, literatura o filosofía) prescindiendo de la reflexión teológica. Pero no es posible hacer buena teología sin tener en cuenta los resultados de la ciencia (sin conocer la filosofía o las reglas del lenguaje). Porque la teología debe responder a los desafíos que la cultura le plantea."

Pero lo veo un tanto utopico, pues implicaría una educacion cientifica por parte de los que hoy dia hacen teología que hoy dia no existe. Los presupuestos filosoficos y a veces aprioristicos a veces impiden abrirse al mundo delas ciencias experimentales, y eso habría que corregirlo. Sería un hermoso programa de educación para eclesiasticos del futuro.

misericordina
18 de noviembre de 2013 a las 07:49

Ciencia y teología interrelacionadas,dan razón, sanan al ser humano en su totalidad. Misericordina,el amor que nos abraza, genialidad en el mensaje de Francisco este fin de semana. Misericordia y ciencia, razón y amor en conjuncion por el Bien de la humanidad

Una pequeña mota azul desde Saturno. Así aparece la tierra en una reciente foto publicada por la Nasa. La inmensidad del Universo nos devuelve nuestra pequeñez. El Amor de Dios nos recuerda la infinitud que nos constituye. Asombro. Alabanza.

El día de hoy
19 de noviembre de 2013 a las 00:19

Completando lo dicho en el artículo: No se puede hacer teología sin filosofía, ni filosofía sin ciencia. Qué bien lo sabían aquellos grandes, como Tales, Anaximandro, Pitágoras,..., Platón, Aristóteles, Demócrito, ... Alberto Magno, Descartes, Leibniz, Russell,...

Sin duda siempre ha habido filósofos sin formación científica, y así está la filosofía tan denostada, como denostada está la teología. Son estos pseudo-pensadores que hablan de todo lo humano y lo divino los que han postrado a estas disciplinas en el lugar en el que hoy siguen.

alegría del Evangelio
19 de noviembre de 2013 a las 18:07

¿ No será que absolutizamos determinadas disciplinas, cuando Absoluto, con mayúsculas, solo Es Dios? ( y el hambre, añade Casaldáliga). ¿ O determinadas épocas, filosofías, teologías, válidas para una época,lejanas a las preguntas de este siglo XXI ? Ciencia y teología siguen avanzando en su diálogo. Debiera ser un diálogo inteligible al mundo de hoy. Los elitismos encriptados no favorecen la nueva evangelización. La alegría del Evangelio. Volver a la raiz. Saludos

Tomás Ameli
22 de marzo de 2016 a las 20:07

Muy interesante para aquellos como yo que no conciben la existencia de la religión a la par que la de la ciencia. Revelador, lo hace a uno reflexionar sobre lo que cree verdadero y la manera en que estima la opinión de los demás.

Salvadr
1 de mayo de 2018 a las 04:33

Quiero saber en qué Otro aspecto debe y abundar la iglesia aparte de la fila palabra y la ciencia

Isabel Zuluaga
22 de julio de 2019 a las 21:42

Entonces cual es el desafío que plantea la la fe a la ciencia?

María Ines Paez
15 de enero de 2024 a las 14:30

Es un placer leer algo tan acertado y concreto. Muchas gracias.

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