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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

25
Jun
2010

Cárcel y convento de clausura

8 comentarios

¿Cuál es la diferencia entre una cárcel y un convento de clausura? Se trata de dos lugares con las puertas cerradas, en los que la comunicación con los de dentro se hace o, al menos, se hacía, a través de unas rejas que impiden el paso del interior al exterior. Hay, sin embargo, una diferencia fundamental: a las personas que están en la cárcel les gustaría salir de allí, pero no pueden, porque no les dejan. Las personas que están en el convento de clausura pueden salir libremente cuando quieren, pero no quieren dejar el convento, prefieren quedarse dentro.

Esa es exactamente la diferencia que hay entre el pecado y la gracia de Dios. El pecado no te deja libre, cada día te engancha más y no quiere “soltarte”, aunque tú sí quieres liberarte de él. La gracia te deja cada vez más libre, aunque tú no quieres que te deje. O la diferencia que hay entre la droga y el amor. La droga engancha, produce adición. El amor también hace algo parecido: te ata profundamente al amado. Con una diferencia: cuando la droga te ha enganchado, salir de ella es muy difícil, raya lo imposible; y sin embargo, en los momentos de lucidez el drogadicto bien quisiera dejarla. El amor, si es auténtico, siempre respeta la libertad del amado, siempre es posible romperlo. Ocurre que el auténtico amante no quiere desligarse del amado, porque el amor, lejos de oprimir, libera en el hecho mismo de unir. Hay amor cuando dos, que podrían vivir separados, deciden libremente vivir juntos. El amor es una invasión que no es dominio, servicio que no es servidumbre, pasividad que no es capitulación. Es una dependencia, en la que toda fuerza desaparece, para convertirse en una necesidad libre.

Con Dios ocurre lo mismo que con el amor. Un Dios que no te deja libre es un ídolo y el grupo religioso que te coacciona para que no lo dejes es una secta perversa y destructiva. Un Dios que te engancha, que te aprisiona, un Dios con el que una vez enganchado ya no puedes salir, eso es una droga, un ídolo en definitiva. El Dios de Jesús invita, pero nunca obliga, porque el amor solo puede fundamentarse en la libertad.

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perpetuo socorro
25 de junio de 2010 a las 03:38

!que bonito! me he quedado sin palabres. Simplemente me encanta

Bernardo
25 de junio de 2010 a las 10:55

La libertad consiste en asumir lo que eres y lo que haces, no en hacer o ser esto o aquello. Ya decía Fromm que hay un gran miedo a la libertad, porque ser libre es asumirte a ti mismo. Se puede ser un gran desgraciado acumulando todas las riquezas de este mundo, como de hecho sucede en la sociedad de consumo: somos los seres más desgraciados de la tierra, aunque lo poseamos todo. Las monjas de clausura que he conocido son de las personas más libres que con las que he hablado. Esto es una verdad que hay que pregonar bien alto.

josemaría esteve i pallarés,op
25 de junio de 2010 a las 15:20

"El Dios de Jesús invita,pero nunca obliga,por que el amor solo puede fundamentarse en la libertad" Pero ser uno mismo es un trabajo que dura toda la vida.Es encontrar nuestra esencia,nuestro"centro".Analizar nuestros actos y nuestros pensamientos y limpiarlos de lo que es mera fachada....Y ese proceso nos da miedo y no es facil.El miedo al que diran,que pensaran es una máscara y representar un papel. En vez de lo que soy,es lo que los otros crean que soy.
En tiempos pasados,amar al prójimo significaba no hacerle daño y curar sus heridas. Hoy la caridad,además de ser compasiva,consiste a dedicar la vida al progreso común de la humanidad.
Tengo que decirte Martín que en la actualidad, nos encontramos con tal cantidad de señales de tráfico que te vuelven loco y llega un momento que no sabes si ir defrente,atrás,de lado o parar.

esteve,op
25 de junio de 2010 a las 15:25

Se me olvido decir que no me agrada nada,pero nada la palabra monjas de clausura,se prima más a las rejas, al no salir que a la contermplación,que es lo que verdaderamente son.

Observadora empedernida
26 de junio de 2010 a las 00:35

¡Perfecto! Gracias P. Martín por descubrirnos su románticismo en estas bellas palabras. Por favor, hágalo más a menudo.

opinad
26 de junio de 2010 a las 03:59

¿que opinion merece las ideas que defendia el teologo Martinez Alegria recientemente fallecdo?

Alegría y buen humor
26 de junio de 2010 a las 17:38

opinad:

Juzga tu mismo/a

http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/teologica/DiezAlegriaYoCreoEnLaEsperanza.pdf
http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/teologica/DiezAlegriaEnBromaSerioSolotexto.pdf
http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/teologica/DiezAlegriaRebajasTeologicas.pdf

Gracias,Diez-Alegría,Encarnación del mensaje de Jesús de Nazaret, pobre entre / con los pobres. Teólogo de profundidad y buen humor. Esperanza infinita y libertad de espíritu hasta la última voluntad : donar su cuerpo a la facultad de medicina.No hay frontera entre lo sacro y profano. Sabía de quien se había fiado.

¡ Que buena cosecha la generación del Vat II !

Descansa en Paz, jesuita sin papeles, sin fronteras,en la libertad de los hijos de Dios.Tu sonrisa nos acompaña

Desiderio
26 de junio de 2010 a las 18:51

Sobre el amor se ha escrito mucho, y cosas muy bonitas. Muestra de ello es este precioso post. A mí me gustaría descender al día a día, a lo cotidiano. ¿Cómo compaginar ese amor verdadero que intentamos profesar con nuestras situaciones cotidianas, nuestros altibajos vitales, nuestros vaivenes como simples mortales? Recientemente me dijo un sacerdote que de amar no se debe cansar nunca un cristiano. ¿Es eso cierto? ¿No nos sentimos cansados no pocas veces de ese esfuerzo que supone intentar querer al amado, al prójimo? Está claro que intentamos hacer como norma de nuestra vida al amor que nos mostró Jesucristo, está claro que lo que nos aleja de Él es una droga que nos va introduciendo paulatinamente en la cárcel de nuestra propia perdición… pero discernir en nuestro día a día lo que es verdadero amor (que también a veces supone tomar decisiones que nos cuestan) de lo que son miedos, máscaras, caretas, respetos humanos, egoísmos, perezas, comodidades, rutinas, abandonos, etc., supongo que es un camino que dura toda una vida, como comentaba Josemaría Esteve. El verdadero amor se da cuando somos realmente nosotros mismos, cuando somos aquellos que realmente somos, y llegar a ser aquellos que realmente somos supongo que es un aprendizaje que dura toda una vida.

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