28
Sep
2007Sep
Capillas protestantes y agua bendita
7 comentariosEn Ecuador hablé a catequistas y a profesores de religión. Pude constatar la influencia de las sectas protestantes, que tanto preocupaba a Benedicto XVI en su discurso a los obispos latinoamericanos en Aparecida. Una pregunta que siempre aparecía en mis reuniones con catequistas y profesores de religión era: ¿por qué la gente acude a las capillas protestantes, por qué niños y mayores prefieren la predicación del pastor a la que se da en la parroquia católica? Uno de mis oyentes me preguntó de forma gráfica: ¿pero qué les dan?
Eso digo yo: ¿qué les dan?, ¿qué les dan que no les damos nosotros y a lo mejor deberíamos darles? Observé que algunos lugares católicos ofrecían muchas devociones y mucha agua bendita. Me sorprendió y me impresionó ver tanta agua bendita, tanta predicación sobre supuestos milagros y poderes curativos del agua bendita, con bendiciones de la Virgen y de San Vicente Ferrer. El santo dominico está muy presente en Ecuador, y muy presente el agua de San Vicente Ferrer.
Si nosotros no anunciamos a Jesucristo otros lo harán. Y lo harán también los medios de comunicación. En una de las cadenas de televisión, durante mi estancia en Ecuador, se anunciaba un programa que supuestamente iba a dar a conocer “la verdad sobre Jesús”. Ya sabemos en que consiste esa verdad: en si tenía hijos, en si tenía relaciones matrimoniales con María Magdalena, en si murió en Cachemira. El hecho es que la figura, la persona de Jesús interesa y mucho. Si los cristianos católicos, no anunciamos a Jesucristo, sino que ofrecemos “otras cosas”, procesiones, estampas milagrosas, agua bendita, otros sí ofrecen a Jesucristo. Y la gente acude.
Importa además preguntarnos qué entiende la gente cuando decimos el nombre de Jesús. No sea que cuando decimos Jesús, la gente entienda “otra cosa”. Eso, suponiendo que digamos Jesús. En este terreno, en nuestros modos de predicar, en los contenidos de la predicación, en la pregunta sobre a quién favorece o a quién molesta lo que decimos, ahí se juega la misión de la Iglesia.
Eso digo yo: ¿qué les dan?, ¿qué les dan que no les damos nosotros y a lo mejor deberíamos darles? Observé que algunos lugares católicos ofrecían muchas devociones y mucha agua bendita. Me sorprendió y me impresionó ver tanta agua bendita, tanta predicación sobre supuestos milagros y poderes curativos del agua bendita, con bendiciones de la Virgen y de San Vicente Ferrer. El santo dominico está muy presente en Ecuador, y muy presente el agua de San Vicente Ferrer.
Si nosotros no anunciamos a Jesucristo otros lo harán. Y lo harán también los medios de comunicación. En una de las cadenas de televisión, durante mi estancia en Ecuador, se anunciaba un programa que supuestamente iba a dar a conocer “la verdad sobre Jesús”. Ya sabemos en que consiste esa verdad: en si tenía hijos, en si tenía relaciones matrimoniales con María Magdalena, en si murió en Cachemira. El hecho es que la figura, la persona de Jesús interesa y mucho. Si los cristianos católicos, no anunciamos a Jesucristo, sino que ofrecemos “otras cosas”, procesiones, estampas milagrosas, agua bendita, otros sí ofrecen a Jesucristo. Y la gente acude.
Importa además preguntarnos qué entiende la gente cuando decimos el nombre de Jesús. No sea que cuando decimos Jesús, la gente entienda “otra cosa”. Eso, suponiendo que digamos Jesús. En este terreno, en nuestros modos de predicar, en los contenidos de la predicación, en la pregunta sobre a quién favorece o a quién molesta lo que decimos, ahí se juega la misión de la Iglesia.