Jul
Cadáveres andantes en Gaza
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¿Qué se puede decir sobre Gaza que no se haya dicho ya? ¿Sirve para algo lo que se dice? Todas las guerras son crueles, odiosas e injustas. Lo más grave es que la mayoría de los perjudicados y de los muertos son personas no combatientes, personas que no llevan fusiles ni tienen capacidad para decidir. Los más beneficiados son los fabricantes de armas. Los políticos de las naciones implicadas, los que tienen capacidad de decisión, por el mero hecho de no parar la guerra, son unos impresentables.
El jefe de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos ha empleado palabras muy fuertes para calificar lo que ocurre en la franja de Gaza, pero siguen siendo palabras que no tendrán mucho efecto, aunque es bueno se digan: “las personas de Gaza son cadáveres andantes”. Y ha añadido que en los cruces fronterizos hay el equivalente a 6.000 camiones de comida y de suministros médicos”. Gran parte de estos alimentos se están pudriendo. Y los pocos que logran repartirse se convierten en una trampa para la gente desesperada que acude a recibirlos, puesto que lo hacen en medio de disparos. Las fotografías que se publican de niños pidiendo comida o muertos por inanición son espeluznantes. Realmente es el no va más de la insensatez y de la crueldad.
León XIV ha levantado su autorizada voz clamando por un final inmediato de esta guerra, en la que no se respeta nada, ni siquiera Iglesias y otros lugares de culto. ¿Los disparos contra la Iglesia de Gaza, en la que está el sacerdote que todos los días hablaba con el Papa Francisco, fueron un error o fueron intencionados? Cada parte dirá lo que más le convenga, y seguramente muchos mentirán, pero si no hubiera armas no habría disparos. Los países que siguen vendiendo armas a las partes en litigio son igualmente responsables de lo que ocurre. Al final, el último responsable resulta ser el dinero, el negocio. Y el negocio de armas es el más lucrativo. Penoso, muy triste. La condición humana es capaz de lo mejor y de lo peor, capaz de crear voluntarios que ayudan a los hambrientos y a los heridos, jugándose la vida; y capaz de crear personas sin escrúpulos a los que no importan nada las vidas ajenas.
¿Qué podemos hacer las personas alejadas (al menos, físicamente) de las guerras? Seguramente poco o nada sobre el terreno. Quizás algo si nos piden ayuda ONGs e instituciones que ayudan a las personas perjudicadas. Quizás algo si votamos a partidos que estén claramente en contra del comercio de armas. No sé si hay alguno, pero unos lo están más que otros. Y algo si creamos un ambiente de paz a nuestro alrededor, si en nuestras escuelas educamos para la paz y el entendimiento entre las personas, si en nuestras iglesias dejamos muy claro que los principios religiosos están por encima de nuestras preferencias políticas. Y si logramos formar la conciencia de los posibles candidatos, obligados o engañados muchas veces, a empuñar fusiles, para que cuando los políticos de turno les entreguen el fusil se lo devuelvan diciéndoles que vayan ellos a la guerra. ¡Menudo milagro si ocurriera algo así!