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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Jun
2009

Bautismo de adultos, doloroso y clarificador

8 comentarios

Hay asuntos importantes de la fe cristiana sobre los que no hay consenso teológico ni pronunciamiento definitivo del Magisterio. Se puede, por tanto, con toda tranquilidad tener distintas opiniones sobre ellos. Un ejemplo es el suscitado por algunos comentaristas del último post sobre el momento adecuado para recibir el bautismo. Bautizando a los recién nacidos parece que se invierte el proceso por el que se llega a la fe: escucha de la palabra, conversión, aceptación de la fe y acción sacramental. ¿Se puede disociar la fe, el acto personal y el sacramento y dar así la impresión de que solo importa el “rito”?

No hay ningún testimonio seguro en el Nuevo Testamento a favor del bautismo de los niños. En 1Co 7,14 se dice que los hijos nacidos de padres creyentes son “santos”, no por el bautismo, sino por participar de la santidad del padre o madre creyente. Los testimonios a favor del bautismo de los niños se remontan a comienzos del siglo III. Basándose en esta práctica surgió la pregunta de porqué eran bautizados “para el perdón de los pecados” si no habían podido cometer pecado. La respuesta fue que nacían con pecado original. A partir de ahí se despertó el problema de la salvación de los niños muertos sin bautismo. Hoy nadie afirma que el bautismo sea condición estricta para la salvación. Si no se administra a un recién nacido eso no significa que se le prive de la gracia divina. No obstante hay argumentos a favor de este bautismo: ninguna vida humana se inicia en un absoluto punto cero. Todos nos hallamos sometidos a influencias de otras personas Los padres que bautizan al niño reconocen, por esto mismo, el espacio en el que quieren que crezca y en el que les gustaría que se insertase desde su propia decisión personal.

El problema no es tanto si hay que bautizar al niño o si hay que esperar a que pueda tomar su propia decisión, sino el tipo de educación que le damos, los ejemplos y palabras que recibe, la calidad de vida cristiana de sus padres y el interés que estos tienen en transmitir esa vida a sus hijos. Toda persona, con bautismo o sin él, tiene que asumir personalmente una decisión fundamental, en la que Cristo es referencia obligada. Lo que yo sospecho es que si esperamos a bautizarla cuando asuma esta decisión, las “listas” de cristianos disminuirán sensiblemente. Posiblemente esto sería doloroso para algunos y clarificador para todos.

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Mª Dolores
4 de junio de 2009 a las 17:33

Gracias por el post. Lo suscribo por completo. Para mí lo más importante es la educación, no el rito. Sé y comprendo la importancia del sacramento, pero ese reconocimiento es el que me lleva a tomarlo en serio. Por otro lado, si hacemos las cosas bien, no debe haber miedo a que el niño, de adulto, tomo la decisión que no nos gusta. Es lo mismo que intentar que el niño sea médico si no le gusta, nada conseguiremos comprándole un fonendoscopio muy bueno.
Gracias de nuevo.

listas abiertas
4 de junio de 2009 a las 18:57

Lo de las "listas" no se si tiene retranca incluida. Porque hoy en día hay listas para todo: amigos en facebook, redes sociales, hacer números para que las listas de bautismos sea abultada y la Iglesia Católica sea lo más de lo más. Quizá los misioneros nos pongan en nuestro justo lugar cuando despues de mucho predicar, pasa el tiempo y solo consiguen bautismos aislados. Quien sabe si más auténticos. Los bautismos en masa son cosa del pasado. Tambien el limbo, y quien sabe de certezas de ahora derogadas en un futuro. Y mejor tratándose de listas, que estas sean auténticas. Hay que admitir que incluso de padres que han sido buen ejemplo de vida cristiana, y han dado buena formación, luego los hijos elijen su propio camino. No todos los hijos de padres pertenecientes a los nuevos movimientos eclesiales, siguen su camino. Como dice Martín, Cristo es la referencia, que se actualiza de forma personalizada en cada cual. Y a veces nuestros planes no son los suyos. Tendremos que adecuar nuestro ritmo al de Cristo, y no al revés. Su gracia nos basta. Un saludo

FRAY BENITO,OP
4 de junio de 2009 a las 19:07


He estado muchísimos años trabajando con un grupo de padres y madres de familia, en el grupo encargado de los bautizos.Alguna experiencia tengo y anecdotas vividas. Hay una cosa completamente clara:el niño pequeño no se entera de nada ni puede enterarse.Por lo tanto, no tiene ni puede tener FE en Jesucristo.El gran problema es que los padres se encontran en la misma situación.No practicaban y la mayoria la razón que te daban para pedir el beutismo era para que "no fueran moritos" Luego la fiesta que nunca faltaba y volvian a la fiesta de la primera comunión. Sabemos que los sacramentos se administran a personas que tienen FE y lo piden.No vale decir lo que dicen muchos curas que el niño pequeño se bautiza por la FE que tienen sus padres y padrinos.Para mí nadie puede tener FE por otro,como no se puede pecar por otro, ni ganarse el cielo en lugar de otro. Hay una cosa muy clara casi todo el mundo entra a formar parte de la Iglesia cuando no tiene uso de razón,por lo tanto se entra a formar parte de la Iglesia sin enterarse.El ingreso en la Iglesia no es una práctica libre,si no impuesta por costumbres tradicionales. De esta manera la Iglesia no es la gran comunidad de creyentes, si no una especie de religión oficial.La Iglesia no es en la práctica la comunidad de Bautizados que siguen a Jesús.
No nos enguañemos,no miremos atrás.Empezamos a ser minoria los creyentes y practicantes. Hace unos años la gente decía "soy Católico pero no practico"
ya se empieza a decir, "no soy creyente"
¿Como tiene que predicar la Orden de Predicadores a los no creyentes? Para mi es un lio. En una facultad de Teología se dan clases a los ya creyentes. En nuestras iglesias se predica a los ya creyentes. Los libros que se escriben son para los ya creyentes.Las monjas de clausura deben estar aburridas de tanto sermon de frasiles.Sejo la pregunta. Fray Benito,op

Bernardo
4 de junio de 2009 a las 20:15

He seguido con interés el intercambio en el blog sobre el bautismo de niños y me pongo del lado de Mª Dolores. Creo que deberíamos conservar la unidad del proceso de iniciación que se enseña, aún, en teología: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, todo seguido tras varios años de preparación para iniciarse en el seguimiento de Cristo en la Iglesia.
Entiendo que no se toma la decisión porque se teme perder número con el que presionar al gobierno o a otras instancias.
Lo de bautizar niños es muy semejante a lo que hacen algunos musulmanes tradicionalistas que casan sus hijas con 12 años. Salvando las distancias es lo mismo. Hay que echarle valor y ser capaces de confiar en el Espíritu.

Oscar
4 de junio de 2009 a las 20:25

Doy por supuesto que cuando usted dice que el problema es el tipo de educacion que damos a nuestros hijos, está pensando en la misma educación tanto antes como después del bautismo, y naturalmente pensando en familias cristianas. Hay que educar a nuestros hijos para que se preparen a recibir el bautismo y para que lo deseen, o hay que impartir la misma educación si se buatizan siendo niños, para que asuman personalmente la fe y se encuentren con Jesucristo. Si entiendo bien el problema que aquí se plantea es el de la educación cristiana y, por extensión, el de la evangelización. La Iglesia se ha preocupado mucho de sacramentalizar, pero si el sacramento es culminación de un proceso, entonces lo decisivo e importante es la evangelización. Ahí es donde tenemos un problema. Y en este sentido estoy de acuerdo con lo que dice fray Benito. Hay mucha sacramentalización sin la necesaria fe, mucho bautismo sin fe de los padres y padrinos. Y no sabemos muy bien como evangelizar, como hacer desear a Cristo a los que no lo conocen. Por otra parte, me parece que cuando hablamos de falta de fe en padres y padrinos tampoco hay que exagerar, pero sí pedir unos mínimos.

Desiderio
4 de junio de 2009 a las 20:26

Me uno totalmente al último párrafo del post. Para mí hay dos aspectos a destacar: el sacramental y el educativo. Respecto al primero, he de decir que bauticé a mi hijo al poco de nacer. Es cierto que hay una costumbre “social” que te “invita” a hacer esto. Pero quiero pensar que no lo hice por eso. Ni tampoco para salvarle lo antes posible del Pecado Original. Como creyente convencido, me gustaría que mi hijo recibiera también el don de la fe: es algo que no puedo negar; y de algún modo quería favorecer ese cauce a la gracia. Si no estuviera plenamente convencido de que iba a ser bueno para él desde luego que no lo habría hecho, e incluso me replantearía mi fe. Otra cosa es que trate de imponérsela, y pienso que estoy lejos de esa actitud. Lo que intento, y entro en el aspecto educativo, es transmitirle que adquiera una postura crítica con aquello que se encuentre en su vida, incluso con la fe de sus padres. Y para mí eso es algo independiente de si lo bautizo o no, pues creo que el hecho de no bautizarle para nada es sinónimo de una educación en la libertad y en el espíritu crítico —en el mejor de los sentidos—. Yo creo que por mucho que queramos educar en esa especie de neutralidad, la cosmología de los padres —sean creyentes o no— va a influir sin duda en él: ¿cómo podría ser de otro modo? Soy consciente que desde mi postura personal cristiana, el contacto con la religión es algo que nunca le voy a poder evitar: irá conmigo a muchas Eucaristías, escuchará bendiciones de la mesa, etc. En fin, ya me entendéis. Para lo que sí que rezo es para educarle en la capacidad de decidir por sí mismo, y para respetarle y quererle en esa decisión. Pero el ambiente cristiano es algo con lo que va a tener que convivir por el simple hecho de haber nacido en la familia en la que lo ha hecho.

Ugarte
5 de junio de 2009 a las 02:13


Cuidado que se aprende con vosotros; yo también doy las gracias. Martin me ayuda a reflexionar y a poner al día mi, en algunos temas, escasa teología. Vivo en tierra de "misión" con muy pocos bautizados, muy poca catequesis, mucho sincretismo, una extraordinaria piedad popular de lo más...digamos "singular" y extraña. Yo comprendo que no se puede bautizar a esos niños que nacen y crecen en un tipo de familia que ni así se le puede llamar; no quisiera por ello engordar las listas de bautizados porque sí, pero !qué quereis! siento en el alma que se vean privados de la gracia inmensa del bautismo por el hecho de haberles cabido la mala fortuna de haber nacido aquí en tanta pobreza material y moral. Es verdad que necesitamos más evangelizadores que hacedores de sacramentos. Pero, qué pena verlos así como ovejas sin pastor...y sin pasto. Cuántas gracias tenemos que dar a Dios por haber nacido en un pais, una cultura, un ambiente etc. donde es posible que de mayor hasta puedas elegir si quieres formar parte de la Iglesia o no. Por supuesto, que Dios está con estas criaturas, de su lado,precisamente por lo pobres que son. Son los preferidos, ya lo sé.Pero preferiria que lo fueran sin estar tan abandonados.
Seguiré aprendiendo con vosotros.

sinpapeles
5 de junio de 2009 a las 09:07

Estimado Ugarte: en la actualidad todos los paises son paises de misión. La vieja Europa está siendo evangelizada por misioneros africanos, latinoamericanos. La misma Orden de Predicadores tiene a una argentina - Lucía Caram- como voz profética contemplativa en Cataluña. Estás en primera linea,recibiendo el soplo del Espíritu en pleno rostro. Su onda expansiva es universal. En la periferia, lugar de corazones ligeros de equipaje y de historia para renovar el mensaje evangélico. De allí nos llega ya " el auxilio del Señor".De ese Dios-Amor siempre más allá, incluso de la Iglesia. A veces nos creemos tanto lo de hijos favoritos que pensamos que somos hijos únicos.Su gracia llega a bautizados y no bautizados. Todos estamos en " la lista de Dios", sin acepciones. Para Dios todos somos "sin papeles". Un cordial saludo

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