7
Mar
2007Mar
Ayuno cuaresmal y otros ayunos
11 comentariosLeo justificaciones del ayuno cuaresmal que apelan a comportamientos que no tienen nada que ver con los alimentos: ayuno de fumar, de murmurar, de quejarse, de deprimirse, de ver la televisión, etc. Sospecho que esto no es entrar a fondo en el ayuno del que habla la Iglesia, a saber, la abstención de tomar alimentos. Hoy, este ayuno, no evoca precisamente comportamientos religiosos, sino dos situaciones deplorables (digo deplorables y no perversas para no tener que referirme a la reciente huelga política de hambre). Voy con las situaciones deplorables: una es la anorexia y/o la bulimia, nueva enfermedad de nuestros países ricos. Otra es el hambre, que abruma a casi mil millones de personas en el mundo.
Una palabra iluminadora del ayuno de alimentos la tenemos en la respuesta de Jesús al tentador: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. El ayuno de pan no vale por sí mismo, vale en la medida en que nos dirige al verdadero alimento, el de la Palabra de Dios. Palabra que ilumina las dos situaciones a las que antes me referí. Por una parte, a la luz del evangelio estamos invitados a cuidar de nuestro cuerpo, destinado a la salvación, templo del Espíritu e imagen de Dios. Cuidar del cuerpo no es sólo alimentarlo bien, sino controlar sus desajustes y tendencias perversas; a este control puede ayudar la sobriedad en la comida y en la bebida. Por otra parte, a la luz del evangelio estamos llamados a solidarizarnos con tantos que no tiene para comer, con tantos que se juegan la vida para llegar a nuestro continente porque en el suyo ya no tienen nada que perder. Llamados a un uso responsable de nuestras riquezas, que en realidad no son nuestras, sino de todos. Recuerdo que Tomás de Aquino se pregunta: ¿es lícito robar en caso de necesidad? La respuesta: en caso de urgente necesidad no hay robo cuando uno toma lo que a otro pertenece, pues en este caso se han franqueado los límites del derecho de propiedad.
Una palabra iluminadora del ayuno de alimentos la tenemos en la respuesta de Jesús al tentador: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. El ayuno de pan no vale por sí mismo, vale en la medida en que nos dirige al verdadero alimento, el de la Palabra de Dios. Palabra que ilumina las dos situaciones a las que antes me referí. Por una parte, a la luz del evangelio estamos invitados a cuidar de nuestro cuerpo, destinado a la salvación, templo del Espíritu e imagen de Dios. Cuidar del cuerpo no es sólo alimentarlo bien, sino controlar sus desajustes y tendencias perversas; a este control puede ayudar la sobriedad en la comida y en la bebida. Por otra parte, a la luz del evangelio estamos llamados a solidarizarnos con tantos que no tiene para comer, con tantos que se juegan la vida para llegar a nuestro continente porque en el suyo ya no tienen nada que perder. Llamados a un uso responsable de nuestras riquezas, que en realidad no son nuestras, sino de todos. Recuerdo que Tomás de Aquino se pregunta: ¿es lícito robar en caso de necesidad? La respuesta: en caso de urgente necesidad no hay robo cuando uno toma lo que a otro pertenece, pues en este caso se han franqueado los límites del derecho de propiedad.