12
Ene
2007Ene
Apelar a la razón
4 comentariosEn el balance del año 2006 que Benedicto XVI realizó al acabar el año se refirió a su viaje a Turquía. Aprovechó para manifestar su respeto por la religión islámica. E invitó a intensificar el diálogo con el islam teniendo en cuenta que “el mundo musulmán se encuentra ante una tarea similar a la que los cristianos tuvieron que afrontar ante la Ilustración y que, tras una búsqueda laboriosa, solucionó el Concilio Vaticano II”. Los católicos debemos comprender que esta tarea no es fácil, dado que también a nosotros nos costó armonizar razón y fe, abandonar la interpretación fundamentalista de las Escrituras, admitir la libertad de conciencia y emprender el diálogo interreligioso.
Las palabras del Papa van en línea similar a lo que planteaba su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona: “no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Y es ahí, en este actuar según la razón donde hay que poner el acento en el diálogo entre culturas y religiones y en el diálogo entre las religiones. La fe cristiana no niega la importancia, más aún la necesidad, de una razón iluminada. Lo que discute es que la razón deba limitarse a lo que se puede verificar con la experimentación. De ahí la necesidad, decía el Papa en Ratisbona, de “abrirse a la amplitud de la razón”. Por su parte, la teología musulmana otorga especial importancia a la afirmación de que la fe musulmana es racional y no exige creer en ningún dogma que se oponga a la razón.
En el diálogo interreligioso es necesario apelar a la razón, porque como muy bien decía Tomás de Aquino, con aquellos que no aceptan la verdad de las Escrituras cristianas “hemos de recurrir a la razón natural”. Y añadía: “que todos se ven obligados a aceptar”. ¿Cómo no estar de acuerdo? Pero también surgen las preguntas: cuándo hablamos de razón, ¿entendemos todos lo mismo? De ahí la necesidad de contar con la buena voluntad de los interlocutores, con su paciencia, su capacidad de escucha, su esfuerzo de comprensión. Y de recurrir a algo más radical que nos une y debería impedir toda confrontación: la común humanidad.
Las palabras del Papa van en línea similar a lo que planteaba su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona: “no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Y es ahí, en este actuar según la razón donde hay que poner el acento en el diálogo entre culturas y religiones y en el diálogo entre las religiones. La fe cristiana no niega la importancia, más aún la necesidad, de una razón iluminada. Lo que discute es que la razón deba limitarse a lo que se puede verificar con la experimentación. De ahí la necesidad, decía el Papa en Ratisbona, de “abrirse a la amplitud de la razón”. Por su parte, la teología musulmana otorga especial importancia a la afirmación de que la fe musulmana es racional y no exige creer en ningún dogma que se oponga a la razón.
En el diálogo interreligioso es necesario apelar a la razón, porque como muy bien decía Tomás de Aquino, con aquellos que no aceptan la verdad de las Escrituras cristianas “hemos de recurrir a la razón natural”. Y añadía: “que todos se ven obligados a aceptar”. ¿Cómo no estar de acuerdo? Pero también surgen las preguntas: cuándo hablamos de razón, ¿entendemos todos lo mismo? De ahí la necesidad de contar con la buena voluntad de los interlocutores, con su paciencia, su capacidad de escucha, su esfuerzo de comprensión. Y de recurrir a algo más radical que nos une y debería impedir toda confrontación: la común humanidad.