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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
Feb
2025

Agua amenazante y fecunda

0 comentarios
aguafecund

El fuego, para los hombres de la antigüedad, representaba una fuerza saludable, fuente de luz y de calor, pero también un poder de destrucción y de muerte. Igualmente, el agua presenta el doble aspecto de manantial de vida y ayuda para la sed, por un lado, y de algo amenazador y fatal por otro. Para darse cuenta del papel ambiguo que tiene el agua, basta recordar el contraste entre el potencial destructivo de las lluvias que cayeron en Valencia y en otros lugares de España a final de octubre y principio de noviembre, y las aguas pacíficas, saludables, motivo de diversión y alegría de muchos lugares vacacionales.

En la mayoría de las religiones, y en concreto en la religión judía y cristiana, el agua (al igual que el fuego) es lugar de las manifestaciones divinas, pero otras veces también es sede o vehículo de los poderes infernales. Así, por ejemplo, la Biblia comienza hablando de un espíritu divino que aleteaba por encima de las aguas (Gen 1,2), las aguas del caos y del desorden sobre las que el espíritu crea orden y belleza. En el Nuevo Testamento vemos a Jesús calmando las olas de un mar embravecido que amenazaba con tragarse a los atemorizados discípulos (Mt 8,23-27).

A esta agua, símbolo de muerte, se refiere San Pablo para explicar que el bautismo es un sumergirse con Cristo en las aguas de la muerte para resucitar a una vida nueva (Rm 6, 2 ss). Unidos a Cristo es posible vencer a todos los poderes de muerte y destrucción. El pecado, o sea, vivir alejados de la voluntad de Dios, es la síntesis de todos los males. Pero unidos a Cristo podemos vencer al pecado. Y esta victoria viene significada por el bautismo.

Pero el agua tiene también un carácter eminentemente positivo. Así Jesús habla de un agua viva que salta hasta la vida eterna, refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él (Jn 7,37-39). Este sentido positivo del agua también se encuentra en el simbolismo bautismal. El agua en la que se sumerge el catecúmeno no es tanto signo de limpieza, cuanto de fecundidad: unidos a Cristo, agua viva, nuestra tierra reseca puede dar frutos de vida eterna, se convierte en una vida fecunda.

Este doble simbolismo negativo y positivo del agua nos permite entender el bautismo como la transformación de un agua en otra, del agua mortal en agua fecundante. Dicho de otro modo, como un abandono del pecado, pasando por las aguas de la muerte, para vivir una vida nueva, vida que Cristo hace posible: bebiendo el agua que él nos da, jamás tendremos sed y además viviremos, ya en este mundo, la vida de Dios, la vida eterna (cf Jn 4,14). O sea, nuestra vida tendrá sentido y será fecunda en buenas obras.

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juan garcia
11 de febrero de 2025 a las 15:41

Como siempre, fray Martín, tu imaginación se extiende a los temas más inesperados y abarcan con elegancia el pensamiento filosófico y teológico. Además del sentido positivo y negativo del agua (el agua es absalutamentes necesaria para nuestra existencia y la existencia de los productos de la tierra, y no recibe bien las lluvias torrenciales. Los políticos manipulan el agua para sus fines personales).

Hormias
11 de febrero de 2025 a las 22:53

El agua viva q nos habla el Evangelio..tan necesaria

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