Ago
Agosto con mucho descontrol
1 comentariosEl de agosto es un mes eminentemente vacacional. Cierto, hay quién no tiene vacaciones, no precisamente por exceso de trabajo, sino por falta de dinero. Pero también es cierto que las vacaciones se han convertido en un derecho y en una necesidad. Los que en este mes disponen de más tiempo libre, se habrán visto saturados de noticias, malas la mayoría. La peor, a mi entender, es la segunda oleada del covid-19 que, por suerte, parece menos agresiva que la primera. En algunos casos, la culpa de la propagación del virus ha sido la irresponsabilidad de personas en fiestas descontroladas. La fiesta es maravillosa, la vida lo es más. Y la fiesta descontrolada, como todo lo descontrolado, no aumenta la fiesta, sino que la estropea. Pequeña lección para todos: la moderación da vida; el descontrol tiene consecuencias negativas para uno mismo y los demás.
Hablando de descontrol, hay otra noticia que debería hacernos pensar, a saber, la salida de España del rey emérito. Sin duda, a D. Juan Carlos hay que reconocerle muchos y buenos servicios al Estado y su contribución a la consolidación de la democracia. Pero eso no quita que la falta de control en asuntos quizás privados, haya sido motivo de descrédito y esperemos que no sea motivo de nada más. El dinero puede hacernos perder la cabeza. Y el dinero opaco, como todo lo que se quiere ocultar (también pienso en lo que se quiere ocultar so capa de religión o de “secretos de gobierno”), muestra su indecencia cuando sale a la luz.
Otro descontrol agosteño de trágicas consecuencias pasadas y presentes: hace exactamente 75 años, el 6 y el 9 de agosto de 1945, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueron atacadas con armas nucleares. Desde entonces no han dejado de fabricarse bombas atómicas, que están en manos de gobernantes que dan miedo y se dan mutuamente miedo. El mutuo miedo hace que nadie se atreva a disparar. Pero el peligro está ahí. Y no lo va a controlar el miedo. Solo puede hacerlo la mutua confianza. Las armas impiden la mutua confianza. Estamos en un mundo peligroso y desconfiado.
La violencia, que aflora un poco por todas partes, producto del egoísmo y de la injusticia, es la cara visible del odio que a todos nos acecha y que debemos rechazar con todas nuestras fuerzas. Dice el salmo 11, con una formulación paradójica: “Yahvé odia a quién ama la violencia”. Yahvé odia la guerra y ama la paz. Por eso Jesús proclama dichosos a los que trabajan por la paz. Paz es armonía, entendimiento y amor. Todo lo contrario del descontrol.