Sep
Acto voluntario pero no libre
6 comentariosLa libertad, como el amor, se realiza en el bien. Porque la libertad busca siempre, como por instinto, lo que más conviene. El mal nunca conviene. Habrá, pues, que preguntarse cómo es posible elegir el mal, o dicho en vocabulario cristiano, cómo es posible elegir el pecado. Esta mala elección solo es posible por mala información o por engaño. Tengo una información parcial, y esta información parcial me dice que tal cosa es buena; por eso la hago. O alguien me miente de forma hábil y seductora (ese es el papel del tentador, según la Biblia: mentiroso y padre de la mentira) y yo me dejo seducir.
La pasión podría ser un estado de ánimo producido por una combinación de mala información y de mentira. Alguien toma droga por primera vez, porque le han convencido de que es agradable y placentera. Además, piensa, por una vez no pasa nada. Lo que no piensa es que siempre hay una primera vez. Y después vienen las otras veces. Llega un momento en que la tendencia es muy fuerte. Y cada vez es más difícil controlarla. Parece entonces que la libertad queda anulada o muy disminuida, porque la persona ya “no puede hacer otra cosa”.
Al respecto resulta interesante una distinción que hace el Papa hablando de la educación en valores. La formación ética requiere paciencia, pedagogía y tiempo. Hay que tener en cuenta las posibilidades concretas de cada persona, sin pretender aplicar metodologías rígidas e inmutables. Los cambios de comportamiento se producen de manera gradual. Y ahí quiero citar a Francisco: “la libertad concreta, real, es limitada y condicionada. No es una pura capacidad de elegir el bien con total espontaneidad. No siempre se distingue adecuadamente entre acto voluntario y acto libre. Alguien puede querer algo malo con una gran fuerza de voluntad, pero a causa de una pasión irresistible o de una mala educación. En este caso, su decisión es muy voluntaria, no contradice la inclinación de su querer, pero no es libre, porque se le ha vuelto casi imposible no optar por ese mal. Es lo que sucede con un adicto compulsivo a la droga. Cuando la quiere lo hace con todas sus ganas, pero está tan condicionado que, por el momento, no es capaz de tomar otra decisión. Por lo tanto, su decisión es voluntaria, pero no es libre”.
Precisamente porque su libertad está disminuida o anulada, no podemos “dejarle elegir”, porque de hecho no puede elegir. Necesita la ayuda de los demás y un camino educativo. Sin olvidar nunca que la meta de la educación es llevar al educando a que se dé cuenta por sí mismo de lo que le conviene y de dónde está su bien. “Una formación ética eficaz implica mostrarle a la persona hasta qué punto le conviene a ella misma obrar bien” (Amoris Laetitia, n. 265).