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Acercarse a los alejados
2 comentariosSe puede estar alejado de muchos modos. Mi hermano, que vive en Gran Canaria, está alejado geográficamente del resto de la familia, aunque puede estar muy cerca sentimentalmente. Y un vecino, con el que hace tiempo que he dejado de hablarme, está espiritualmente alejado de mi. Y ese inmigrante africano, que mal vive en mi misma ciudad, pero que prefiero ignorar, también está muy alejado. Y alejados, en varios sentidos, están esos millones de personas que se mueren de hambre en países de Asía, África e incluso de centro y sur América. Hay muchos tipos de alejamiento: geográfico, espiritual, psicológico (me resulta muy difícil entenderme con algunos), social, cultural, religioso, político, deportivo.
Las causas del alejamiento pueden ser muy variadas. De unos nos alejamos nosotros. Preferimos dejar de verlos y así estar más tranquilos. Pero hay tranquilidades que dejan a uno vacío. Cuando me alejo del hambriento, del que reclama mi ayuda, el mismo alejamiento me culpabiliza y me deja triste. ¡Ojalá esta tristeza sea el acicate que nos mueva a rehacer el camino! El acercamiento hace posible la ayuda, pero también hace posible mejorar las condiciones humanas y sociales para que la ayuda no se convierta en crónica. En otras palabras, para que una vez que hemos ayudado en la necesidad inmediata, ayudemos a los heridos a recuperar su dignidad, valiéndose por sí mismos; y así pasar del gesto paternalista y dependiente, a una relación fraterna e igualitaria. Desde la igualdad y la justicia es posible dar el paso a la gratuidad del amor.
Otros se alejan porque no les gustamos. Es posible que algunos se alejen de la Iglesia porque no les gusta lo que en ella ven. La tentación es decir: la culpa es del otro. Lo necesario es olvidarse de culpas y cubrir la distancia. Puede que nos toque dar el primer paso, perdonar, olvidar, comprender, callar, o decir las cosas de otra manera. Puede que tengamos que dar muchas explicaciones. En todo caso, desde la distancia no hay modo de hacerse oír, ni de entender los motivos del otro. Acercase a aquellos que se han alejado requiere tiempo, paciencia. ¿Por qué nos han dejado? La Iglesia debe acercarse al mundo para llevarle el Evangelio. Cierto, hay acercamientos que producen rechazos. Pero si rechazo hay, primero preguntémonos si la causa está en nuestro modo de presentarnos o en el propio Evangelio que anunciamos. Si está en el Evangelio, entonces debemos alegrarnos.