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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

24
Ene
2024
Triple jubileo de Santo Tomás de Aquino
7 comentarios

La espiritualidad de Santo Tomás de Aquino

28 de enero, fiesta de Santo Tomás de Aquino. Durante los años 2023, 2024 y 2025 estamos celebrando el triple jubileo de la canonización, muerte y nacimiento de Santo Tomás de Aquino. El 18 de julio de 2023 se cumplieron 700 años de la canonización del santo; el 7 de marzo de 2024 se celebra el 750 aniversario de su muerte. La fecha de su nacimiento es menos precisa, pero se sabe que fue en 1225, en el castillo de Rocaseca, junto a Aquino, o sea, hace unos 800 años.

Además de los aniversarios que nos afectan personalmente, los hay que tienen importancia social o eclesial. En nuestro caso, recordar a Tomás de Aquino es hacer memoria de una figura que sigue teniendo una influencia beneficiosa en la Iglesia de nuestros días. Tomás de Aquino es un clásico de la teología, pues más allá de sus particularidades históricas, su eficacia se ha hecho universal, al ser capaz de abrirse a otras culturas y de sugerir nuevas realizaciones.

Hay una expresión famosa de Tomás de Aquino, en la que queda claro que estamos ante una persona de profunda fe, consciente también de que la fe debe confesarse públicamente. El creyente es siempre un testigo. La frase: “contemplar para transmitir a otros lo contemplado”. Contemplar, o sea, hablar con Dios, en un contexto de plegaria y de búsqueda de la verdad. Para transmitir lo contemplado: la vida espiritual se convierte en misión. En Tomás de Aquino, la contemplación y el estudio están llenos de preocupación, de inquietud ante las necesidades del mundo. La fe de Tomás es reflexiva y abierta al mismo tiempo.

En este contexto hay que situar la importancia que para nuestro santo tiene el estudio de la teología. Por una parte, el estudio nos permite conocer mejor a Dios. Y como el conocimiento engendra amistad, el estudio nos hace amigos de Dios. En este sentido, el estudio de la teología vale por sí mismo. Por otra parte, el estudio tiene una dimensión misionera: ayuda a proclamar la fe cristiana con mayor convicción, con más pureza, con las palabras adecuadas; ayuda a dialogar con el mundo de la cultura, para así orientar a la cultura y a la ciencia en su más auténtica dimensión de verdad; ayuda a barrer los obstáculos que se alzan contra la fe; y finalmente, gracias al estudio podemos iluminar las distintas realidades y problemas humanos con la luz de la fe.

En su exhortación Evangelii Gaudium (nº 150), el Papa Francisco ha utilizado el axioma tomista (contemplari aliis tradere contemplata) y lo ha comentado de esta manera: “Quien quiera predicar debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra y hacerla carne en su existencia concreta. De esta manera, la predicación consistirá en esa actividad tan intensa y fecunda que es ‘comunicar a otros lo que uno ha contemplado’. Por todo esto, antes de preparar concretamente lo que uno va a decir en la predicación, primero tiene que aceptar ser herido por esa Palabra que herirá a los demás”.

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19
Ene
2024
Orar juntos, signo y causa de comunión
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semanaunidad2024

Del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Esta Semana es una ocasión para que los centros y delegaciones ecuménicas organicen celebraciones apropiadas en lugares de culto de las distintas Iglesias, logrando así que los cristianos de las distintas confesiones se reúnan en un mismo lugar para orar juntos por la unidad. Orar juntos no solo es signo de una unidad deseada, sino expresión de una unidad, en cierto modo, ya realizada. Realizada no plenamente, pero sí en lo más esencial que nos une, que es el Señor Jesús como cabeza de todos los cristianos.

Cualquier petición que hagamos a Dios nos compromete a trabajar por aquello que pedimos. Lo que en realidad pedimos es que Dios nos haga sensibles ante tantas necesidades por las que oramos, y nos envíe su Espíritu para que nos dé fuerza para llevar a cabo lo solicitado. Por otra parte, cuando dos o más cristianos oran juntos, además de expresar su fe en Dios, están fomentando la amistad y la unión entre ellos. Porque al dirigirse juntos al mismo Padre, están haciéndolo como hijos suyos, y los hijos son hermanos. No es posible dirigirse al Padre desde la división fraterna, porque si así lo hacemos estamos negando la paternidad. Orar es no solo signo de comunión, sino también causa de comunión. Signo de una comunión existente y causa de una comunión que se quiere profundizar e intensificar.

Esta semana de oración está iluminada por un texto bíblico: la parábola del samaritano misericordioso, provocada por una pregunta que un legista hace a Jesús: ¿qué tengo que hacer para tener en herencia vida eterna? Conviene entender bien la pregunta, pues es la que todos, creyentes y no creyentes, de un modo u otro, nos hacemos. El legista no pregunta qué hay que hacer para ir al cielo, sin qué hay que hacer para ser feliz. Pero como buen israelita, convencido de que Dios es la fuente de todo bien y de toda felicidad, formula la pregunta en términos religiosos: ¿qué hacer para participar de la vida del Eterno, del eternamente feliz y dichoso? ¿Cómo orientar mi vida hacia lo único que nos importa a todos, que es ser felices?

La respuesta de Jesús deja claro que no hay felicidad sin Dios, pero tampoco sin el prójimo, porque ambos son indisociables e inseparables. En una oración por la unidad convendría pensar en los prójimos de los que estamos separados, sobre todo aquellos prójimos con los que resulta más inconcebible estar separado, aquellos que invocan al mismo Padre, comparten la misma fe en Cristo y están ungidos con el sello del Espíritu.

Aunque la semana no lo pretenda directamente, no estaría mal orar por aquellos prójimos que dentro de nuestras propias Iglesias o comunidades cristianas están (o estamos), por el motivo que sea, alejados o separados unos de otros. Vivimos unos tiempos en los que la separación se da a niveles intraeclesiales. Hasta el punto de que los insultos y descalificaciones que nos hacemos unos a otros (y dentro de la Iglesia católica al mismísimo Santo Padre) son expresión no de desacuerdo legítimo, sino de odio y de separación. Una pena.

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14
Ene
2024
El origen ilumina el final
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origenfinal

Desde un punto de vista antropológico y filosófico, el origen de nuestra vida puede ayudarnos a comprender y asumir nuestra muerte. De modo que, desde consideraciones puramente inmanentes, surgiría una pregunta que estaría abierta a una respuesta proveniente de la fe.

¿Cuál es nuestro origen, de dónde venimos, cómo hemos aparecido, quién nos ha dado la vida? Nos hemos encontrado con la vida, no hemos hecho nada para estar vivos. En cierto modo, la vida no es nuestra, no es resultado de nuestro esfuerzo, no somos autores ni dueños absolutos de la vida. Todo lo hemos recibido. Por eso, la vida tiene unos límites que nos condicionan, previos a cualquier esfuerzo o deseo.

Tenemos un cuerpo antes de poseerlo, antes de que podamos decir que es nuestro. Un cuerpo que nos liga y del que no podemos deshacernos. Nos hemos encontrado con el cuerpo. El cuerpo es un don, un regalo. Por tanto, no somos sus dueños, no podemos dominarlo o controlarlo totalmente. Se nos impone. Puede uno rebelarse, pero solo si lo asumimos le damos sentido. El primer acto de nuestra vida es pasivo. Nos hemos recibido. Somos llevados a la vida antes de consentir a ella. Por tanto, somos contingentes, pobres. Pasividad, contingencia, pobreza están en nuestro origen.

A mi me han traído al mundo. No me he puesto yo. Así se comprende que, de la misma forma que me han traído, también me llevarán, me sacarán, porque no soy absoluto, soy donado, contingente. Yo no pongo mi vida, reposo sobre ella. La Vida me da la vida. Nacemos en un mundo que nos preexiste y nos sacan de un mundo que seguirá sin nosotros. La contingencia de nuestro nacimiento nos lleva, sin remedio, a la necesidad de la muerte. Recibimos la vida y debemos someternos a ella. Con la vida recibimos un carácter, que siempre nos condiciona, no podemos deshacernos de él. Podemos asumirlo y así modularlo. El hombre es frágil, siempre confrontado a su miseria. Yo puedo actuar y querer, pero siempre sobre lo recibido, sobre lo que no me he dado a mi mismo.

Por otra parte, si la vida es un don, un regalo que recibimos pasivamente, podemos preguntarnos por la parte activa del don. Hay un poder previo a nosotros que nos pone en la existencia. Es un poder creador, pues tiene capacidad de hacer aparecer lo que antes no existía. De ahí que podamos abrirnos a la esperanza. Este mismo poder que me ha dado la vida y que la sostiene hasta el momento de mi muerte, podría sostenerla más allá de ese momento, pues es un poder que no depende de mi voluntad ni de mis fuerzas. Es un poder independiente de mi, que hace que yo me reciba, pero actúa antes de que yo me reciba. El poder creador, que nos ha sorprendido dándonos la vida, pudiera seguir sorprendiéndonos. Este poder nos abre a la esperanza.

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9
Ene
2024
Mandamientos divinos, derechos humanos
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mandamientosdivinos

Cuando rezamos con las palabras que Jesús nos enseñó pedimos a Dios que se haga su voluntad siempre y en todo lugar. El “hágase tu voluntad” no es una fórmula de servilismo o de resignación, sino la expresión del convencimiento de que en la voluntad de Dios está la felicidad del ser humano. Que se haga la voluntad de Dios es lo mejor que le puede ocurrir a nuestra vida. Por eso, el cristiano cuando dice en el padrenuestro “hágase tu voluntad” lo dice convencido de que de Dios sólo puede salir lo bueno, pues Dios todo lo dirige y ordena al bien de los que le aman.

La primera expresión de la voluntad de Dios se encuentra en los diez mandamientos, en esas diez palabras que, por medio de Moisés, Dios dijo a su pueblo. No son disposiciones arbitrarias. Son mandamientos para la vida. “Conserva como un tesoro mis mandatos. Guarda mis mandamientos y vivirás”, se lee en el libro de los Proverbios (7,1-2). Vivirás quiere decir vivirás bien, serás feliz.

Los diez mandamientos, en lo que se refiere a las relaciones con el prójimo, están expresados de forma negativa, pero hay que entenderlos desde su contrapartida enormemente positiva. En el fondo, los mandamientos divinos son la expresión de los derechos humanos. Mi primer derecho, el más fundamental, es el derecho a la vida. Por eso se prohíbe: “no matarás”. Yo tengo derecho a tener los bienes necesarios para vivir. Por eso se manda: “no robarás”. Yo tengo derecho a la verdad. Por eso se manda: no mentir y no dar falso testimonio contra el prójimo.

En los libros del Éxodo, de Levítico y del Deuteronomio encontramos las primeras formulaciones de los diez mandamientos. Jesús, en su diálogo con el rico que le pregunta qué tiene que hacer para conseguir la vida eterna, comienza por recordarle los diez mandamientos del Antiguo Testamento. Ellos son un camino de vida. Nos enseñan la verdadera humanidad del hombre. Están grabados por Dios en el corazón de todo ser humano. Por eso no son sólo una ley divina, unos preceptos religiosos. Son los derechos que tiene todo ser humano y que todos debemos respetar si queremos ser sencillamente humanos.

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5
Ene
2024
De párrocos y parroquias
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palacioarzobispalvalencia

La parroquia no es el párroco. La parroquia son todos los feligreses, juntamente con el párroco. El párroco es un miembro más de la parroquia, aunque tiene su papel. El tiene su papel, y los feligreses el suyo. Algunos tienen un oficio parroquial con responsabilidades: catequistas, lectores, ministros extraordinarios de la comunión, cantores, acólitos, miembros del consejo de pastoral y del consejo de economía. Todos son importantes. Y los que no tienen ningún oficio son igualmente importantes, porque si la parroquia es de todos, si falta uno, la parroquia no está completa.

La parroquia no es el párroco. Y la parroquia tampoco es del párroco. La parroquia es de “todos, todos, todos”, como diría el Papa Francisco. Y si es de todos, todos son responsables, todos están llamados a cuidarla y a participar, todos y cada uno tiene una palabra que decir. La parroquia no es del párroco, pero sin duda el párroco tiene el importante papel de moderar los distintos oficios y tareas parroquiales, de estimular la fe, de acoger a los pobres, de presidir la eucaristía.

Y todo eso no como un propietario, como el patrón que manda y los demás obedecen sin rechistar, sino como el primero que sirve. El párroco es un servidor. Y si sirve, y cuando sirve, ocupa de forma eminente el papel de Cristo. “No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad el interés de los demás” (Flp 2,4). Estas palabras valen para todos, pero sobre todo para los que tienen responsabilidades en la Iglesia. Si hacemos eso “tendremos los sentimientos propios de Cristo Jesús” (Flp 2,5).

La viña es una buena imagen de la Iglesia y, por tanto, una buena imagen de la parroquia. Dice el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, 6) que “el celestial Agricultor plantó la Iglesia como viña escogida. La verdadera vid es Cristo, que comunica vida y fecundidad a los sarmientos, que somos nosotros, que permanecemos en Él por medio de la Iglesia, y sin Él nada podemos hacer”. El mejor lugar donde vamos a encontrarnos con Cristo, vid verdadera que nos comunica a nosotros la vida, es en la Eucaristía, en la que escuchamos su Palabra y le recibimos en comunión. Para eso necesitamos una parroquia y un párroco que nos presida la Eucaristía, nos parta la palabra de Dios y nos reparta la comunión. La Eucaristía es la celebración por excelencia de la comunidad parroquial.

Cada parroquia es como una viña que Dios ha plantado en medio de nuestras ciudades. En ella podemos encontrarnos con la vida que es Cristo. Nosotros somos sus miembros. La parroquia es un lugar de fraternidad, de solidaridad y de acogida, porque el Señor que allí nos espera nos llama a ser hermanas y hermanos, a ser cuidadores los unos de los otros.

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1
Ene
2024
Inteligencia artificial y paz
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inteligenciaartificial

El mensaje del Papa con motivo de la Jornada Mundial de la Paz que, desde hace 57 años, viene celebrándose el uno de enero, tiene como lema: “inteligencia artificial y paz”. Es un documento que reconoce las oportunidades de esta tecnología, pero también advierte de sus límites, y pide que sea puesta al servicio del bien común.

Durante este pontificado se han afrontado asuntos nuevos, que han aparecido con fuerza en estos últimos años, y que tienen consecuencias para la vida, la salud y el bienestar de las personas. Hoy nos enfrentamos con nuevos problemas. Es necesario que seamos conscientes de sus múltiples implicaciones, para orientarlos y conducirlos buscando el bien de la persona. La inteligencia artificial es uno de ellos.

En estos momentos, las máquinas pueden reproducir o imitar las capacidades cognitivas del ser humano, de forma más rápida y precisa; y, al mismo tiempo, orientar nuestras acciones, a base de ofrecer informaciones que nos condicionan, nos influyen y nos emocionan, sin que seamos conscientes de ello, no buscando precisamente nuestro bien, sino el interés del que manipula las máquinas, que es, naturalmente, el que tiene el poder y el dinero. Las máquinas pueden controlar nuestros hábitos mentales con la finalidad de conseguir determinados objetivos políticos o económicos, limitando así el ejercicio consciente de nuestra libertad de elección. Esto, dice el mensaje papal, “crea un serio problema cuando la inteligencia artificial se emplea en campañas de desinformación que difunden noticias falsas y llevan a una creciente desconfianza hacia los medios de comunicación”.

El mensaje no olvida la tragedia de la guerra: “La posibilidad de conducir operaciones militares por medio de sistemas de control remoto ha llevado a una percepción menor de la devastación que estos han causado y de la responsabilidad en su uso, contribuyendo a un acercamiento aún más frío y distante a la inmensa tragedia de la guerra”. En otras palabras: la inteligencia artificial consigue que aquellos que provocan los daños terribles de las guerras sean insensibles al daño causado, puesto que la responsabilidad reside en los cálculos fríos de la máquina.

Eso no impide que el Papa reconozca los efectos positivos de una inteligencia artificial bien utilizada en favor del desarrollo humano. En efecto, “podría introducir importantes innovaciones en la agricultura, la educación y la cultura, un mejoramiento del nivel de vida de enteras naciones y pueblos, el crecimiento de la fraternidad humana y de la amistad social. En definitiva, el modo en que la usamos para incluir a los últimos, es decir, a los hermanos y las hermanas más débiles y necesitados, es la medida que revela nuestra humanidad”.

El mensaje termina con una oración para que “el rápido desarrollo de formas de inteligencia artificial no aumente las ya numerosas desigualdades e injusticias presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a las guerras y los conflictos, y a aliviar tantas formas de sufrimiento que afectan a la familia humana”.

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28
Dic
2023
Balance negativo con esperanza
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arbolsobreverde

Acabar un año puede ser un buen momento para hacer balance y empezar un año puede ser una buena ocasión para hacer proyectos. El balance y los proyectos personales son responsabilidad de cada uno. Pero el balance y los proyectos sociales nos conciernen a todos. El balance de 2023 no es bueno. Hay guerra en distintos lugares del mundo, aunque las dos de las que más habla la prensa, quizás porque nos tocan más de cerca, son la guerra en Ucrania y el conflicto de Israel con el grupo terrorista Hamas. Ambos conflictos, desgraciadamente, tienen repercusiones negativas sobre la población civil, la gente que “no está en guerra”.

Porque al fin y a la postre, ¿quién está en guerra? y, sobre todo, ¿quién fomenta, como dijo el Papa el día de Navidad, ese “viaje sin meta, esa derrota sin vencedores”? Los soldados son los que dan la cara y la vida en la guerra, pero por encima de ellos están los políticos o los jefes de bandas terroristas. Y también aquellos gobiernos que proporcionan dinero y armas a los políticos de los países o grupos en liza. Los últimos responsables son, por una parte, aquellos a los que menos afectan las consecuencias negativas de la guerra y, por otra parte, aquellos que se enriquecen a costa del sufrimiento de los demás.

¿Y además de lamentarse qué se puede hacer? Poco. Pero al menos eso poco hay que hacerlo. Crear opinión pública, mantener la memoria de las catástrofes, porque parece que si no hablamos de ellas, han dejado de existir; desconfiar de la información oficial, que siempre es interesada y casi siempre mentirosa; buscar información veraz, a través de medios independientes, de ONGs de confianza que trabajan sobre el terreno ayudando a heridos y repartiendo alimentos; evitar el lenguaje de los combatientes y de sus aliados; crear un ambiente de paz, de tolerancia y de acogida a nuestro alrededor, porque las guerras no son más que una expresión extrema de la violencia que a todos nos tienta.

Entre tanto caos y desastre también hay signos de esperanza. Ocurre que, con frecuencia, no los sabemos detectar, porque parecen pequeños e ineficaces. Pero son ellos los que sostienen la sociedad. Son como el alma que da vida, aunque no se ve. Hay personas que luchan por la libertad y los derechos humanos, por la paz, la justicia y preservación de la creación; por la defensa de las mujeres, de los niños o de colectivos marginados, malqueridos o incomprendidos; madres que se desviven por sus hijos; personal sanitario y maestros que atienden con cariño a sus pacientes y a sus alumnos; ONGs que salvan vidas, y hasta políticos honrados. En estos gestos pequeños, muchas veces no valorados, queda claro que el amor es más fuerte que la muerte. Queda claro también que, donde menos se espera, el Espíritu Santo, “dador de vida”, está actuando, dando fuerza a los débiles, insuflando vida y suscitando amor.

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24
Dic
2023
Ha aparecido la bondad de Dios
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belenbsilica

En la Misa de nochebuena se lee un texto de la carta a Tito, que comienza con estas palabras: “se ha manifestado la gracia salvadora de Dios, que trae salvación para todos los hombres”. El verbo que la liturgia traduce como “se ha manifestado”, en su tenor más literal, podría traducirse como “ha aparecido”. Este verbo expresa toda la esencia de la Navidad. A lo largo de todo el Antiguo Testamento Dios había hablado por medio de los profetas, y se había manifestado con muchos signos. Pero ahora ha sucedido algo más: Dios ha aparecido, o sea, ha salido de la luz inaccesible en la que él habita y ha venido a nuestra casa, se ha hecho uno de nosotros. Lo que ha aparecido es “la gracia salvadora de Dios”, su misericordia eficaz, “su bondad y su amor a los hombres” (Tt 3,4). Dios es pura bondad. Por eso, cuando Dios se manifiesta lo primero que aparece es un niño pequeño, que es la mejor expresión de la ternura, de la inocencia, de la bondad, del cariño y del amor. Un niño sin el menor asomo de violencia. Por eso el evangelista Lucas dice que en su nacimiento los ángeles entonaban un himno de paz.

Pero el niño pequeño necesita ser cuidado y acogido. En el niño recién nacido se manifiesta la ternura y la necesidad, la bondad y la indigencia. La manifestación que ocurre la noche de Navidad requiere ser acogida. En aquella primera navidad ocurrieron las dos cosas: un niño acogido con amor y un niño que nace en un establo porque no había sitio en la posada: “vino a su casa, y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). Este acontecimiento pasado resulta de una actualidad sorprendente, pues al recordarlo se suscitan muchas preguntas: ¿tenemos sitio para Dios cuando trata de entrar en nosotros?, ¿tenemos tiempo para él?, ¿tiene Dios un lugar en nuestro corazón y en nuestro pensamiento, en nuestros sentimientos y deseos? La pregunta deja de ser poética si pensamos en los emigrantes, en los marginados de nuestra sociedad, en los ancianos y enfermos solitarios, pues en ellos, sobre todo en ellos, se hace presente el Señor de la gloria. ¿Le reconocemos y le acogemos en esas personas?

Y a propósito de este himno de paz que cantaban los ángeles, de estos sonidos melodiosos venidos del cielo, ¿cómo vamos a entonarlo nosotros en medio de tanta guerra, de tanta violencia, de tanta injusticia como hay en nuestro mundo? La gloria de Dios se relaciona con la paz entre los hombres: “gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace” (Lc 2,14). Donde hay guerra no se da gloria a Dios, más bien se rinde culto al diablo. Este niño que nace, que manifiesta la bondad y el amor de Dios, nos invita a ser constructores de paz. Nos invita a acogerle, a hacerle sitio en nuestra vida, con todas las consecuencias que eso conlleva.

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22
Dic
2023
Bendecid y no maldigais
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bendecir

En la estela de unas palabras llenas de bondad y misericordia, unas palabras en las que el discípulo de Jesús es exhortado a amar sin condiciones, unas palabras en las que Jesús invita a los suyos a “bendecir a quienes les maldicen” (Lc 6,27), o sea, a no devolver mal por mal, se encuentran estas otras palabras de san Pablo: “bendecid y no maldigáis” (Rm 12,14). A ejemplo de Jesús que “cuando le insultaban no devolvía el insulto” (1 Pe 2,22), al cristiano se le exhorta a no devolver insulto por insulto, sino a responder con una bendición (1 Pe 3,9).

A la luz de estas consideraciones tan evangélicas resulta difícil comprender que el documento del Dicasterio para la doctrina de la fe, en el que se trata de las posibles bendiciones a personas en situación canónica irregular, haya suscitado tanto escándalo. Hay que leerlo despacio. Y, si se quiere criticarlo, no hay que hacerlo a base de prejuicios previos o de consideraciones alejadas del texto, sino a partir de las mismas palabras del texto. Si uno se atiene estrictamente a las palabras del texto no será fácil encontrar alguna que vaya en contra de la doctrina tradicional de la Iglesia.

El documento distingue explícitamente los ritos litúrgicos y sacramentales de otro tipo de bendiciones que tienen su arraigo en la religiosidad popular. Basta pensar en las bendiciones de animales o en las palabras de estímulo y consuelo que alguien pronuncia sobre una persona alejada de Dios. Era costumbre en los mensajes papales dirigidos a dirigentes políticos no creyentes terminar invocando sobre ellos la bendición de la “Providencia” o del “Todopoderoso”. Es una fórmula que no pretende aprobar una política determinada, sino pedir al Señor de la historia que cuide de esa persona y dirija sus pensamientos hacia el bien.

En el documento hay continuas advertencias para que no se confunda la bendición con un sacramento y para que no se la considere una aprobación de lo que no puede ser aprobado, sino más bien una expresión del amor de Dios que nos amó “cuando éramos pecadores” (Rm 5,8). Nos amó no cuando empezamos a ser justos o cuando nos propusimos serlo, sino siendo nosotros aún pecadores. El documento afirma explícitamente que mediante estas bendiciones “no se pretende legitimar nada, sino solo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio”, pues “Dios nunca se aleja del que se acerca a Él”.

El Dicasterio reconoce la complejidad de algunas situaciones que no es posible valorar y juzgar ateniéndose únicamente a la letra de ley, pues hay “situaciones moralmente inaceptables desde un punto de vista objetivo”, en las que la culpabilidad o responsabilidad de las personas “pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”. Es claro, pues, que no se bendice ninguna situación de pecado, sino a unas personas que tratan de vivir su fe en unas determinadas circunstancias. Vamos, que la vida nunca es blanca o negra del todo, la vida siempre es gris, con distintos tonos de gris, pero gris.

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19
Dic
2023
Jesús nace estando el universo en paz
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navidad2023

La liturgia de la Misa de medianoche del día de Navidad, incluido el evangelio, está plagada de historia, teología y poesía. Historia, porque lo que se celebra es un acontecimiento perfectamente situado en el tiempo. Hoy no hay ningún historiador serio que ponga en duda la existencia de Jesús de Nazaret. Ahora bien, un historiador, en cuanto tal historiador, no puede demostrar que Jesús de Nazaret es el enviado de Dios para salvar a la humanidad. Esta interpretación salvífica de la persona de Jesús es propia de la teología. Es una interpretación posible y justificada, aunque no se impone necesariamente. La investigación histórica queda abierta a la confesión de fe: Jesús es el Cristo de Dios. Con la historia sola no llegamos a la fe, pero sin la historia la fe queda desprovista de fundamento. Lo que dice la historia no demuestra la fe, pero tampoco resulta incoherente con lo que dice la fe.

La teología afirma que, en la humanidad de Jesús, perfectamente detectable con los ojos humanos, se encuentra algo solo detectable con los ojos de la fe, a saber, que en aquella humanidad se encuentra la plenitud de la divinidad. Para expresar estas realidades sublimes muchas veces el mejor lenguaje es el de la poesía. La poesía amplia las fronteras del lenguaje y es un buen modo de expresar lo inefable. Así dice el evangelio de la Misa de nochebuena: “el ángel del Señor se presentó a los pastores y la gloria del Señor los envolvió de claridad. En torno al ángel apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama”.

Esta combinación de historia, teología y poesía se encuentra sintetizada en el anuncio o pregón, con el que se inicia la Misa del gallo, conocido como calenda (porque esa es su primera palabra en latín), que antiguamente se cantaba en los monasterios, y todavía hoy en muchas iglesias, y que podemos considerar el último grito del adviento. El texto sitúa el nacimiento de Cristo en relación con toda la historia de la humanidad. Su última referencia histórica dice así: “en el año cuarenta y dos del imperio de Cesar Augusto, estando el universo en paz, Jesucristo nace en Belén de Judá”.

Eso de “estando el universo en paz” es un fuerte deseo más que una realidad. En tiempos de Jesús el orbe de la tierra no estaba en paz ni, mucho menos, lo está ahora. Basta pensar en gobernadores crueles y despóticos como Herodes o Pilato. Los ejemplos de hoy son de sobra conocidos. Pero esta paz del pregón bien podría ser el anuncio de lo que pretende el recién nacido, a saber, que todos los pueblos y personas vivan reconciliados y unidos. Y, en todo caso, es una llamada a cada uno de nosotros, pues sólo si logramos que nuestro universo, nuestro entorno, nuestra realidad, nuestra esfera de influencia viva en paz, Jesús podrá nacer, pues solo nace y crece allí donde el universo está en paz. Y si nace en medio de la guerra es porque allí también hay corazones pacificados y personas que trabajan por la paz.

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