Jun
Vida y espiritualidad ecológicas
2 comentariosLa encíclica del Papa Francisco termina con un canto a la esperanza. El Papa confía en el ser humano y en su capacidad de conversión y de mejora, pues “no hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos”.
A veces, ante los graves desafíos que se plantean a nuestras sociedades, y a la vista de la inoperancia y hasta la corrupción de los políticos, de aquellos que deberían tomar iniciativas e impulsar soluciones, las personas adoptamos actitudes pasivas y nos desanimamos. A lo sumo, nos quedamos en una queja impotente. Pero el Papa, al final de su encíclica, propone una serie de actitudes humanas y cristianas que cada uno de nosotros estamos en condiciones de adoptar. Estas actitudes contribuyen decisivamente a la protección de la naturaleza y a una mejor calidad de vida, aunque a veces no seamos conscientes y no veamos resultados inmediatos.
Es necesario cambiar nuestros hábitos consumistas. “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”, escribe el Papa. De ahí la necesidad urgente de una educación ecológica y de cobrar conciencia de nuestra responsabilidad como consumidores: cuando dejamos de adquirir ciertos productos, obligamos a modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental. Hay que educar a nuestros jóvenes para que asimilen que el consumismo no da la felicidad. Hay que evitar el uso de plásticos y de papel, reducir el consumo del agua, separar los residuos, cocinar solo lo que se puede comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar el transporte público. La familia es el lugar para cultivar los primeros hábitos del amor y del cuidado de la vida.
Y para los cristianos una espiritualidad ecológica. Una denuncia: “tenemos que reconocer, dice el Papa, que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente”. Un recordatorio: la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo, ni de la naturaleza, ni de las realidades de este mundo. Una propuesta: la espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco; no apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos con lo que no poseemos. Una referencia a Jesús: cuando habla de los pájaros y dice que ninguno de ellos está olvidado ante Dios, ¿seremos capaces de maltratarlos o de hacerles daño?