Jul
Sólo Dios es bueno
7 comentarios“Sólo Dios es bueno”, respondió Jesús a una persona rica que se acercó a él y le calificó de “Maestro bueno” (Mc 10,17-18). Efectivamente, estrictamente hablando sólo en Dios se encuentra perfectamente realizado lo que en este mundo se realiza de forma parcial e imperfecta. Sólo él es bueno, sólo el es santo, sólo él es Señor. Pero la bondad de Dios es tan grande que, lejos de guardarla celosamente, quiere compartirla. Más aún, su bondad es de una calidad tal que puede hacer a los demás buenos. Es una bondad contagiosa. Por eso, la perfecciones divinas son participadas por las criaturas. En todo lo creado, y especialmente en el ser humano, es posible ver un reflejo de la bondad, la belleza, la verdad, la santidad y el amor divinos. Desgraciadamente, en unas personas se refleja mejor que en otras la bondad divina. En la medida en que nos acercamos a Dios, identificando nuestra vida con la de Cristo, en esta misma media somos un mejor reflejo de la perfección inasequible del Padre.
El peligro que tiene aplicar esos calificativos tan positivos a Dios es mal entenderlos. Así lo hacemos cuando proyectamos en ellos nuestra pobre concepción de su realización humana. Dios es bueno, evidentemente, pero no como mi padre, ni como mi madre, ni como mi esposa o esposo, o mi mejor amigo. Dios desborda por todas partes aquello positivo que decimos de él. Cuando decimos que es padre o que es bueno, no debemos pensar en personas que, según los criterios de este mundo, resultan para nosotros modelos de padres o de bondad. Es a la inversa como debemos proceder: La bondad o la paternidad de Dios son una crítica y un estímulo para todas las bondades y paternidades de este mundo. “Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial” (Mt 7,11). Estas palabras de Jesús nos ponen en la buena dirección. Con Dios siempre se realiza el “cuánto más”. (Continuará)