Oct
Sínodo de la familia y algo más
6 comentariosHay amigos que me preguntan por qué no me pronuncio a propósito de algunos temas eclesiales de actualidad. Unas veces no me pronuncio porque no conozco suficientemente el tema, otras porque no me siento inspirado para escribir sobre esta cuestión, y otras porque no me gustan las polémicas.
En estos días, el tema de actualidad es el Sínodo sobre la familia. Uno se sorprende de la importancia que en los últimos pontificados (desde Juan Pablo II sobre todo) se le ha dado a la familia. Tengo la impresión de que, a lo largo de la historia de la Iglesia, nunca se ha hablado tanto de familia, matrimonio, divorcio, modos de vivir la sexualidad y de formar pareja. No cabe duda de que estos temas preocupan, pero no es menos cierto que las personas maduras, formadas y que actúan según su conciencia, tienen el “problema” resuelto. Sin duda a esas personas, si son cristianas y resuelven su problema según modos no acordes con los actuales cánones y, sobre todo, según modos no bien vistos por algunos (muchos o pocos, no lo sé), les gustaría una palabra más comprensiva y acogedora. Pero ¿qué se puede esperar de aquellos que te miran mal?
En todo caso, a mi me parece que no se defiende la bondad de las cosas ni el propio punto de vista descalificando a los que tienen otras visiones, sino manifestando los argumentos en pro del propio punto de vista y dando testimonio de lo feliz que hace a uno el vivir como vive. Yo conozco muchos matrimonios, algunos muy queridos. La mayoría están contentos con su matrimonio. Pero también sé de algunas parejas o personas a las que la vida nos les ha sonreído. ¿Por culpa de quién? ¡Qué más da! No se trata de buscar culpables cuando las cosas no van bien, sino de encontrar soluciones.
Por eso, bien venido sea el Sínodo si es capaz de decir palabras comprensivas y ofrece soluciones a los que tienen dificultades. Y, por supuesto, bien venido sea si tiene una palabra que decir que se ajuste al espíritu del Evangelio. Cuando las palabras se dirigen a otros, las buenas suelen venir después de escuchar atentamente.