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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Oct
2015

Sínodo de la familia y algo más

6 comentarios

Hay amigos que me preguntan por qué no me pronuncio a propósito de algunos temas eclesiales de actualidad. Unas veces no me pronuncio porque no conozco suficientemente el tema, otras porque no me siento inspirado para escribir sobre esta cuestión, y otras porque no me gustan las polémicas.

En estos días, el tema de actualidad es el Sínodo sobre la familia. Uno se sorprende de la importancia que en los últimos pontificados (desde Juan Pablo II sobre todo) se le ha dado a la familia. Tengo la impresión de que, a lo largo de la historia de la Iglesia, nunca se ha hablado tanto de familia, matrimonio, divorcio, modos de vivir la sexualidad y de formar pareja. No cabe duda de que estos temas preocupan, pero no es menos cierto que las personas maduras, formadas y que actúan según su conciencia, tienen el “problema” resuelto. Sin duda a esas personas, si son cristianas y resuelven su problema según modos no acordes con los actuales cánones y, sobre todo, según modos no bien vistos por algunos (muchos o pocos, no lo sé), les gustaría una palabra más comprensiva y acogedora. Pero ¿qué se puede esperar de aquellos que te miran mal?

En todo caso, a mi me parece que no se defiende la bondad de las cosas ni el propio punto de vista descalificando a los que tienen otras visiones, sino manifestando los argumentos en pro del propio punto de vista y dando testimonio de lo feliz que hace a uno el vivir como vive. Yo conozco muchos matrimonios, algunos muy queridos. La mayoría están contentos con su matrimonio. Pero también sé de algunas parejas o personas a las que la vida nos les ha sonreído. ¿Por culpa de quién? ¡Qué más da! No se trata de buscar culpables cuando las cosas no van bien, sino de encontrar soluciones.

Por eso, bien venido sea el Sínodo si es capaz de decir palabras comprensivas y ofrece soluciones a los que tienen dificultades. Y, por supuesto, bien venido sea si tiene una palabra que decir que se ajuste al espíritu del Evangelio. Cuando las palabras se dirigen a otros, las buenas suelen venir después de escuchar atentamente.

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Juan
10 de octubre de 2015 a las 19:27

El mensaje de "unidad" que el Papa Francisco llevó a Cuba y EE.UU. se hace urgente en el Vaticano. Es perfectamente evangélico, creo yo, que el Sínodo de la Familia permita la comunión a los divorciados que se vuelven a casar, si así lo desean. Pues si es cierto que nadie es "digno", no menos cierto es que el Señor nos invita a todos a su mesa. Esto que nos parece evidente al Pueblo de Dios, parece no serlo tanto para las jerarquías eclesiásticas. Que reine la unidad en la Iglesia, pues si el "reino" está dividido...Gracias, fray Martín, y que tu voz profética se cumpla en las múltiples soluciones a los problemas de muchas familias.

JM Valderas
10 de octubre de 2015 a las 20:35

Fray Martín. A veces es necesario pronunciarse, aun a riesgo de equivocarse. En el mundo están sucediendo cosas que requieren iluminación moral. Si no la dan quien tiene que darla, otros lo harán. Por obligación, por convicción y por deformación profesional, he de manejar Nature y Science llevan varios meses, en realidad desde la creación del primer embrión humano a medida, en un laboratorio chino debatiendo lo que, en el argot técnico, se conoce por “edición genómica”. Con el lío que hay armado en el Vaticano, y el despiste que se ha institucionalizado en su núcleo central, no ha salido ningún documento sobre el particular. ¿Sabe qué ocurre? Que los científicos mismos han perdido una moratoria para trabajar la moralidad de esa línea de trabajo. Pero los hay que han optado por sacar los pies y declarar, “fuera la bioética del laboratorio”. Aunque saquen los pies no son “unos piernas”. ¿No tiene nada que decir un dominico?
Pasemos de las cosas que ocurren en el mundo a las que ocurre en la Iglesia. En el Sínodo. No hay mayor misericordia que la verdad. Pero, ¿cuál es la verdad? Se trata de un sacramento ahora, el matrimonio. No cabe declarar que son dos modos de pensar dentro de la vida cristiana: los que defienden su solublidad (vía distintos subterfugios, entre otros protegidos con el disparate para ineptos de que se cambian las palabras pero se mantiene la doctrina) y los que la rechazan. Dígase lo propio de la homosexualidad, de las distintas clases de familia (incluidas la poligamia), etcétera. No me parece de recibo afirmar que hemos de ser comprensivos (hasta la aceptación de su doctrina y comportamiento) de los que se han puesto el catecismo por montera (por simplificar), si con ello ponemos en cuestión los principios de los que intentan mantenerse fieles.

Angel Plaza-Martin
12 de octubre de 2015 a las 20:03

Lucas 8, 20-22. “Y le fue dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, que quieren verte. Entonces respondiendo Él, les dijo: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios, y la ponen por obra”.
¿De qué tipo de familia debe ocuparse la Iglesia? Al parecer para Jesús de Nazaret hay dos tipos de familia: aquella formada por vínculos de sangre y otra más novedosa formada por aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, es decir aquellos que forman parte del nuevo Reino.
Jesús da por supuesto que los padres queremos a nuestros hijos: “…O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide pan; ¿acaso le dará una piedra? O si le pide un pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar del pescado? También utiliza la paternidad como imagen del amor de Dios en la parábola del hijo pródigo donde un padre con infinita ternura espera la vuelta de su hijo todos los días. Y sobre las relaciones de pareja no puede ser más radical: “lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe”, pero tampoco se extiende más allá. La pedagogía de Jesús sobre la familia es bastante escasa y no parece tener nada nuevo que contar sobre lo descrito en el Antiguo Testamento.
La Iglesia, sin embargo, parece empeñada en centrar sus anhelos en proteger a la familia de todo un mar de ataques, lo cual es paradójico porque si algo distingue precisamente al clero de los laicos es el hecho de no construir una. Personalmente preferiría que la Iglesia se centrara en el Reino, en explicar la palabra de Dios y ponerla en práctica ellos mismos, ayudarnos a los demás en esa tarea, y definitivamente abandonar esa obsesión por defender aquello que nadie ataca. Si hoy en día aparecen nuevas formas sociales que el Estado (el Cesar) legitima, démosle a Dios lo que es de Dios y preocupémonos por la salud de todas las almas en vez de tratar de organizar las vidas de los demás. Algo que, por cierto, la Iglesia intentó en tiempos del franquismo en España con poco éxito como puede verse hoy en día.

Pepe E.
13 de octubre de 2015 a las 14:02


Tengo la esperanza que el Sínodo supere la brecha entre doctrina tradicional (no dogma) y la realidad que hace años ya se esta viviendo en la mayoría del pueblo cristiano.

vicente
14 de octubre de 2015 a las 00:15

el hecho de celebrar dos sínodos para tratar del asunto es muy significativo.....

Geroteo
16 de octubre de 2015 a las 17:06

Sr. Ángel Plaza, ¿de verdad cree que la Iglesia debe "abandonar esa obsesión por defender aquello que nadie ataca"?, ¿cree realmente que la familia no está atacada? Y si la Iglesia no defiende la familia basada en el matrimonio entre hombre y mujer, ¿quién cree que la va a defender? ¿o cree que ese modelo de familia no merece defensa? Dice vd. "preocupémonos por la salud de todas las almas en vez de tratar de organizar las vidas de los demás", pero, ¿la organización de la vida de una persona es indiferente respecto a la salud de su alma?. El cristiano cree que organizar su vida conforme a la moral cristiana es medio para cuidar su alma, y debe proponerselo a los demás como camino hacia la Verdad, el Bien y la Belleza, como camino de conversión hacia Dios, en suma

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