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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

13
Abr
2015

Salvación universal, posibilidad real

4 comentarios

“Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven” (1 Tim 2,3-4). Esta proclamación del Nuevo Testamento tiene que tener bastantes posibilidades reales de realizarse, para no ser una pura declaración retórica. Ahora bien, la salvación cristiana se logra al acoger el amor que Dios ofrece a todo ser humano. El amor se acoge dando amor. En el amor, no basta con que uno ame, es necesario que amen los dos. Por tanto, la salvación depende (al menos hasta un cierto punto) también del ser humano. No hay amor a la fuerza. En el amor se requiere que los dos libremente se acojan.

Pero pudiera darse el caso de que el amante amase con más fuerza y con más conocimiento que el amado. Es posible que el amado no sepa hasta qué punto es amado. Incluso pudiera ocurrir que el amado no supiese que es amado. O lo supiera muy vagamente. En este caso, la libertad de respuesta estaría muy condicionada por el grado de percepción del amor del amante por parte del amado. Eso no impide que el amante siga amando igual, más aún, que el amante sufra al ver las dificultades del amado para conocer su amor.

Pudiera ser que el amado, debido a su limitación o a las dificultades de comprensión, interpretase erróneamente los gestos de amor del amante, y reaccionase en contra de este amor mal interpretado, o interpretado incluso como no amor. ¿Qué hará en este caso el amante? Si es un buen amante, solo puede sufrir y perdonar. El amante sabe bien que el amado “no sabe lo que hace”. Por eso, no solo perdona y mantiene con toda su fuerza el amor, sino que busca cualquier posibilidad, momento, oportunidad o resquicio para que el amado se entere de su amor.

Por otra parte, las reacciones que dependen de la libertad son muy complejas, a veces son desconcertantes. Puede darse el caso de una respuesta aparentemente negativa que, en realidad es positiva, o a la inversa. Es el caso del padre que tenía dos hijos y les mandó a trabajar en su viña. Uno dijo que no iba, pero fue; otro dijo que iba, pero no fue. Para conocer las reacciones del amado no basta una mirada superficial sobre el amado. Los “sies” y los “noes” pueden tener muchas caras, darse de muchas maneras y significar muchas cosas, incluso lo opuesto de lo que a primera vista parecen.

¿A dónde quiero llegar con esas pobres reflexiones? Pues a decir que el amor de Dios es más fuerte de que todos nuestros desamores. Más aún, que muchos de nuestros desamores son sólo aparentes, o se deben a nuestra ignorancia o a nuestra mala comprensión del Evangelio. Dios quiere que todos se salven. Pero, de hecho, ¿se salvarán todos? No lo sabemos, pero la Iglesia debe confiar seriamente en ello cuando en la plegaria eucarística no deja a nadie fuera de su oración.

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Luciana
14 de abril de 2015 a las 12:30


El sentirse amado,es una satisfacción personal y profunda, al tiempo que das lo tuyo recibes felicidad.El amar al amado pienso que tiene que entrar en función la ausencia de egoismo.Hacer felíz al amado con tu entrega es,desearle lo mejor de ti y,ahi llegar a una comprenetación de felicidad producida por el olvido de uno mismo.

Un amigo
14 de abril de 2015 a las 21:43

Sin amor, creo que nadie puede vivir. Al menos una vida con un mínimo de sentido y dignidad. Y no se vive igual cuando uno se siente amado que cuando no, incluso que cuando uno siente ser una carga (y quizá algunos suicidios vengan por ahí). Quizá los cristianos no hayamos sabido trasmitir el amor incondicional de Dios, y en el inconsciente queda todavía un rastro de que ese amor debe ser conseguido y merecido.
Y a propósito del suicidio, algo hemos avanzado. Todavía recuerdo cuando era casi "doctrina" que quien se suicidaba iba directo de cabeza al infierno.
Poco a poco va cambiando nuestra idea de Dios... pero demasiado poco a poco....

Vicente
15 de abril de 2015 a las 01:18

Si el amor es verdadero debe ser gratuito, y por tanto no depende del amado: El amado no tiene que hacer nada para que el amante le ame, el amado no puede hacer nada para el amante no le ame. Sin embargo, el amante debe sentir gran frustración de no ser correspondido.

Vicente
25 de agosto de 2019 a las 00:01

Dios nunca deja de amar. Nosotros somos quienes no nos creemos el que Dios nos ama.

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