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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Ago
2015

Orar ¡por los condenados en el infierno!

38 comentarios

En ocasiones los predicadores exhortan a sus oyentes a orar por los pecadores. Quizás sería bueno preguntarse qué hay detrás de este tipo de recomendaciones. Porque todos somos pecadores. Pero, normalmente, cuando se pide que oremos por los pecadores se suele pensar en aquellas personas alejadas de la Iglesia que supuestamente viven, piensan y actúan de forma reprobable y muy distinta a cómo lo hacemos nosotros. Cada uno sabrá cuales son sus presupuestos no explicitados. En todo caso, no sería conveniente que nuestra plegaria por los pecadores estuviera cargada de un rechazo hacia ellos. ¿Quizás san Pablo atisbaba este peligro cuando recomendaba a Timoteo que la oración “por todos los seres humanos” fuera “sin ira ni malas intenciones” (1 Tim 2,8)? Pecadores, insisto, somos todos. En este sentido, todos necesitamos orar por nosotros mismos y los unos por los otros. Para que nuestra vida sea una continúa conversión a Dios.

Ahora bien, si una personalidad cristiana, respetable y prestigiosa, nos invitase a orar por los condenados en el infierno, probablemente la sorpresa sería mayúscula. Los pecadores aún tienen una posibilidad de convertirse. Los condenados ya han llegado al final de su carrera y su rechazo de Dios se diría que es definitivo. No hay vuelta atrás para ellos. Ni por parte suya, ni por parte de Dios. ¿Qué podría significar orar por los condenados? ¿Un deseo de cambiar la voluntad irrevocable de Dios? Orar por los condenados, ¿no sería esto un acto de rebeldía contra Dios, un acto que necesariamente debería desagradar a Dios y, por tanto, un poner en peligro la propia salvación?

¿Y si eso de orar por los condenados fuese una expresión límite que uniese al orante con un Dios cuya misericordia no excluye a nadie? Si Dios tiene esa misericordia hasta el extremo, ¿no debemos tenerla también nosotros? La Iglesia ha canonizado a muchas personas. No ha condenado a ninguna. Y en cada Eucaristía la Iglesia ora por todos sin excepción. La oración es expresión de la esperanza. Orar por todos es esperar que Dios, por los caminos que sólo él sabe, puede llevar a todos y cada uno hacia sí. Una esperanza así manifestaría la oración por los condenados. Por los que, según los criterios humanos podrían estar condenados. Pero los criterios de Dios no siempre coinciden con los de los humanos.

De un santo de prestigio, que vivió con intensidad la misericordia, un hombre que lloraba cada vez que pensaba que alguien podía vivir alejado de Dios, un hombre que oraba por todos sin excepción, de este santo dice uno de los testigos de su canonización que oraba por los condenados en el infierno. ¿Y a pesar de eso le canonizaron? ¿No hubiera sido mejor que lo condenasen por hereje? ¿O al menos por ingenuo, o por perder el tiempo importunando a Dios con cosas imposibles? Claro que, como le dijo el ángel a María, nada hay imposible para Dios. Pues lo canonizaron. Su nombre: Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores.

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Manuel (Miles Christi)
4 de agosto de 2015 a las 20:38

Gracias padre por esta meditación, felicidades hoy día de los Sacerdotes y unas cuantas palabras alusivas a su artículo.
Tengo una hija de 10 años,que siempre reza "por los diablos para que se hagan buenos y por los que se van abajo"en sus palabras y eso lo hace desde que tenía 5-6 años sin que nadie le diga que lo haga,yo habló con mis hijas,pero en el caso de esta hijita,tiene una fe tremenda de que lograra hacer que Dios se apiade de los diablos,quisierá tener la fe de mi hija,pido por los que necesiten

Wilson Rodríguez
5 de agosto de 2015 a las 01:29

Me acordé, tratando de la oración por los condenados al infierno, de Un Midrash hebreo, que habla de un hombre, que raramente cantaba un aleluya que sonaba muy discordante y desde el cielo se oía tal disonancia. Pero era un aleluya, y a pesar del abismo que prima entre el cielo y el infierno, Dios envió a un ángel para que le trajeran al condenado que cantaba chinonamente el aleluya, porque también este hombre merecía estar entre ellos, con los salvados.Empatiza bien el caso del Midrash con el gran ejemplo de Santo Domingo de Guzman.También Jesucristo baja al infierno de mis (nuestros) pecados, y nos ordena hermosamente.

Antonio BF
5 de agosto de 2015 a las 12:15

Sé que la mayoría de Iglesias cristianas, incluída la Católica prohiben rezar por los condenados en el infierno. Lo que el Sr Martín propone es una novedad no exenta de riesgos.

Del infierno se entiende poco. Mucha gente no entiende como puede existir el infierno, ni como es posible que Dios castigue eternamente a los que están ahí.
Si no lo entendemos, mejor no rezar por él. Si Dios prohibe rezar por los que están en él, aunque no lo entendamos, es mejor hacerle caso.

Juan
5 de agosto de 2015 a las 15:25

"Todo lo hizo bien": Dios es el supremo Bien y su Obrar coincide con su Ser. Es el hombre quien hace lo bueno, lo menos bueno, lo regular y lo malo (el cielo, el purgatorio, el limbo y el infierno). Los santos son aquellos que tratan de identificarse con Dios en lo más profundo de su ser y se unen a todo los hombres vivos y difuntos para honrar y glorificar a Dios donde quiera que se encuentren.. "Señor ten piedad". Gracias, fray Martín.

Uno
5 de agosto de 2015 a las 15:27

Me alegra conocer este dato de Santo Domingo de Guzman.
Nuestras pequeñas cabecitas no pueden sino mal comprender a Dios. Dejemosle a Él canonizar y condenar y confiemos en su sabia justicia y en su igualmente sabia misericordia.

Ricardo de Uruguay
5 de agosto de 2015 a las 19:12

Que un condenado en el infierno pudiera todavía ser salvado equivaldría a que un bienaventurado en el cielo finalmente pudiese ser condenado. Dios no es Dios de confusión.

Leovigildo
5 de agosto de 2015 a las 19:24

El Infierno es un problema religioso pendiente de ser solucionado. Todo el mundo acepta que la misericordia de Dios es infinita y pienso que no podría tolerar la existencia en el Infierno de personas que con capacidades muy limitadas se dice que han ofendido a Dios hasta merecer una pena eterna. El pecado, propiamente, no ofende a Dios, sino a los pecadores que lo cometen, porque sucumben a las tentaciones que contrarían el buen orden, y, de ese modo, se apartan del camino de la verdadera felicidad, haciéndose daño a sí mismos. Es por demás encomiable que por aquellas épocas Santo Domingo fuera capaz de rezar en favor de los que han sido tenidos por condenados por siempre jamás.

Martín Gelabert
5 de agosto de 2015 a las 19:38

A veces es bueno utilizar imágenes sorprendentes o llamativas para hacer pensar. Jesús lo hacía con frecuencia. Pero vayamos al tema del post. Se trata de una expresión (de una actitud), bien documentada, utilizada por Santo Domingo. Que, a mi modo de ver, hay que entender como una expresión máxima de su misericordia. Domingo era un varón misericordioso en grado eminente. Y ese es el tema central del que trata el post. Comprendo que cada uno tenga sus propias preocupaciones, sus preguntas y sus intereses. Pero son eso, preocupaciones e intereses propios que, en muchas ocasiones, se despiertan o se explicitan escuchado otros temas o asuntos. Por lo demás, en mi texto hay también una serie de preguntas retóricas que manifiestan la posibilidad de mal entender determinados géneros literarios. Un saludo agradecido a todos los lectores y comentaristas.

Ricardo de Uruguay
5 de agosto de 2015 a las 20:18

Es cierto que "superexultat autem misericordia iudicio" (Stgo. 2:13 VUL) pero ninguno de los atributos de Dios se manifiesta como actuando en desmedro de otros.

El llamado al arrepentimiento y creer al Evangelio con que Jesús comenzó su ministerio sólo tiene sentido con el carácter de Dios no sujeto a variabilidad alguna.

El mismo sacrificio de Cristo en la cruz se desluciría si el que muere impío todavía pudiera obtener salvación más allá de la muerte.

Anónimo
5 de agosto de 2015 a las 21:15

Creo recordar que en el libro de teología de la salvación de Royo Marín, leí un caso de que habiendo muerto el emperador Trajano, este fue al infierno, pero un santo que ahora no recuerdo el nombre, rezó devotamente por él, y Dios permitió que volviera a la vida, creo que después de tres días, entonces se confensó y así, al poco tiempo cuando murió otra vez,fue al cielo. Y debido a este caso, aunque el magisterio de la iglesia enseña que el estado de vía, osea el estado de merecer o desmerecer, se acaba con la muerte, sin embargo parece ser que esa doctrina no ha sido declarada infalible o dogma.Si esto es así, prefiero que no se declare dogma y quede una puerta abierta a la esperanza, de manera que el fuego de la geehena, sea fuego purificador como se puede deducir del evangelio de san Marcos,y pudiera ser posible que aquel condenado que se hubiese purificado lo suficiente,tuviera la capacidad de arrepentirse y acogerse a un camino de rehabilitación.Me gustaría que la iglesia repensara lo del infierno, pero he de añadir que yo siempre aceptaré lo que diga la iglesia.

Jairo del Agua
5 de agosto de 2015 a las 21:36

Amigo Martín: ¿Pero hay condenados? Yo no lo creo. Ese es un concepto que hemos desarrollado los hombres con una pésima interpretación. Si Dios es AMOR, es imposible que haya "condenados" por toda la eternidad. Puede existir una situación (no un lugar) de conversión y arrepentimiento, incluso después de la muerte ¿por qué no?

Pero al final "Dios lo será todo en TODOS". Esa es mi fe, esa es mi esperanza.

Francisco Tostón de la Calle
5 de agosto de 2015 a las 23:08

Hola, amigos. No me extraña el interés que ha suscitado el tema, porque nos concierne a todos muy de cerca. Es una selva en la que es muy difícil orientarse y moverse. La prueba de ello es que nuestros últimos papas tocaron el tema y el uno desmintió al otro, es decir, Benedicto desmintió a San Juan Pablo II. Partamos de que tras la muerte, para los hombres ya no hay ni espacio ni tiempo, si pensamos en la inmortalidad del alma o mejor, de la persona, tal como se deduce de las parábolas y enseñanzas de Jesús. Lo que no conocemos son las condiciones en que se da esa supervivencia, esa inmortalidad. No hay un cielo ni un infierno como lugares. Solo son símbolos de la situación del alme humana frente a Dios. Probablemente los que hayan rechazado la salvación serán reducidos a la nada, es decir, carecerán de resurrección. Y los que hayan aceptado el Reino de Dios, a él serán conducidos y en él gozarán de la recompensa por su vida santa. Pero todo esto mismo no son sino lucubraciones, por bien fundamentadas que estén, que deducimos de lo que nos dice Jesùs y de lo que nos dice la Iglesia. El hombre decide y Dios respeta esa decisión. ¿Con qué consecuencias? No lo sabemos. "Ni el ojo vio ni el oído oyó lo que Dios tiene preparado para los que le aman", dice San Pablo. Esa es nuestra esperanza. De lo demás, no sabmeos casi nada.

Ricardo de Uruguay
6 de agosto de 2015 a las 00:26

Lamentablemente en algunos aportes se leen comentarios que parecen heréticos pero no conformes a la fe una vez dada a los santos y que venimos sosteniendo por casi dos milenios.

Hay alguna sectas que comparten los puntos de vista aducidos pero no el cristianismo histórico.

La propia Iglesia no podría -aunque quisiera- modificar la doctrina de los apóstoles.

No somos ni más buenos ni más sabios que Dios.

alejandro
6 de agosto de 2015 a las 18:55

Gracias Padre: en verdad orar por los pecadores es orar por todo el mundo que necesita el amor de Dios, como usted dice todos somos pecadores, pero hay personas que necesitan de mas amor por lo que tenemos que oror por ellas, para que encuentre el camino de la salvación y el amor de Dios.

Luciana
6 de agosto de 2015 a las 19:38

Leyendo los comentarios a este post,no es necesario aporte lo que pienso sobre el tema,pero,me atrevo a hacerlo y plasmar lo que pienso y entiendo.
Meditando en el Amor del Padre al enviarnos a Su Hijo único y,permitiendo la terrible Pasión a la que fué sometido desde el comienzo de su vida terrena,me inclino a creer con fuerza que Jesucristo nos salvó a Todos.Puede haber una purificación luego de la muerte antes de gozar de Dios pero que,Todos,al final hemos sido salvados por una eternidad sin fin.

Antonio BF
7 de agosto de 2015 a las 00:26

A Anónimo 05/08/2015 19:15:29

Asegúrate de donde has leído eso que dices. Lo acabo de buscar por internet y nada. Lo que he leído es que en la obra de ficción "La Divina Comedia" dicen que el Emperador Trajano fué al infierno y luego al Cielo.
Es posible que "hallas oído campanas y no sabes donde". Si eso que dices lo documenta un libro de la Iglesia Católica, es una cosa. Pero si no sabes donde lo has leído, es otra.

Además, he visto esta página:

http://www.forocff.org/t218-salvados-del-infierno-en-el-infierno

En ella se dice que del infierno nadie sale.

Anónimo
7 de agosto de 2015 a las 12:28


Como afirma Nicolás de Cusa, la conjunción de contrarios se resuelve en el Dios Uno. Dios es todo en todas las cosas, aunque no sea ninguna de ellas. Respeta el libre albedrío del ser humano, sabiendo que pecará, ofreciéndole siempre en su infinito abrazo misericordioso un nuevo inicio a todos. De nadie se puede decir que está condenado. Si en la justicia humana hay eximentes que matizan el delito, ¡ que no tendrá la misericordia infinita de Dios ¡ Algunos apuntan que ni de Judas se puede decir que está condenado.

Y si al final la muerte, el mal son vencidos por el Sumo Bien ¿ cabría preguntarse si incluso los ángeles caidos y vencidos, no tendrían también su última oportunidad , en la misericordia infinita de Dios . Orar implica abrirnos a la gracia de Dios para que esta llegue a quien o dónde Él decida. Donde sea, sea quien sea.
Que toda la creación sea restaurada en y por Cristo. Todos uno en Uno eternamente, como nos recuerda Meister Eckhart.

Felicidades Fray Martín y a toda la OP en la festividad de Santo Domingo de Guzmán. Unidos a vuestra oración

Mercedes
7 de agosto de 2015 a las 13:09

A quien esté interesado en el tema , les remito a la doctrina de la Apocatástasis o restitución universal de todas las cosas ( escatología universal ) . Fué impartida por Orígenes y declarada herejía por el Concilio de Constantinopla .

Anónimo
7 de agosto de 2015 a las 14:54

San Pablo en Colosenses 1 nos habla de la reconciliación de todas las cosas por él y para él, pacificando, mediante la sangre de su cruz los seres de la tierra y de los cielos ( Col 1-20). En el comentario de la Biblia de Jerusalén a este versículo señala que “ es no tanto la salvación personal de todos como la instauración del orden de Dios en el mundo “ Y añade “ Los que se resisten a ingresar en este nuevo orden, entrarán un día por la fuerza, tanto hombres, 1 Co 6 9-10; etc, como los espíritus celestes 1Co 15 24-25 “.

Orar por la llegada del Reinado de Dios en el que todo y todos estamos incluidos, parece ser según S. Pablo, un buen enfoque orante. Saludos

Ricardo de Uruguay
7 de agosto de 2015 a las 17:29

Cualquier duda respecto a la eterna condenación de los que ya penan en el infierno sugiere igual duda respecto a los que ya gozan de la eterna bienaventuranza en el cielo.

Martín Gelabert
7 de agosto de 2015 a las 18:42

Para “Anónimo” que se refiere al P. Royo Marín. No me extraña que usted haya leído eso en el P. Royo Marín, puesto que hay un texto sorprendente de Sto. Tomás, que afirma la posibilidad, aunque sea por vía de excepción, de ser liberado del infierno. Se encuentra en Suma de Teología, Supl. 71, 5, ad 5. Se trata de la liberación de Tra¬jano por virtud de las oraciones de San Gregorio. Santo Tomás ha tomado la historia de San Juan Damasceno.

Cruz 54
7 de agosto de 2015 a las 20:31

Una reflexión de la Santa Laura Montoya, sobre el infierno, puede colaborar a discernir sobre el tema candente: "¡Cuántas veces he imaginado estar paseándome por encima de sus llamas, cantando en unión con los ángeles el Santo,Santo, que ellos repiten sin cesar! Si el infierno no muestra la santidad inmensa de Dios, no veo yo en qué otra parte podamos leerla con caracteres más claros. En este sentido me ha sido hasta amable el infierno. Sí a mi Dios le faltara siquiera un átomo de santidad, mi dolor no conocería límites. Por eso, el infierno, que me prueba que su santidad es infinita y que mantiene el pecado lejos de sí y que su solo hálito mantiene encendidos aquellos fuegos, me es amado. Además cuando considero la malicia del pecado y veo que es un mal que toca a Dios, me parece el infierno un refugio. No me atrevo a seguir diciendo lo que el infierno enseña porque temo escandalizar a quienes no alcancen a ver el espíritu que esto dicta."

Anónimo
8 de agosto de 2015 a las 13:38


El infierno y el purgatorio no son lugares fÍsicos, según los Papas San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Más bien se trata de un proceso evolutivo de madurez espiritual. Y en ese proceso cada cual tiene un ritmo en ese “ darse cuenta “, en aceptar el todo de Dios en la propia vida.

La paciencia de Dios es nuestra salvación, nos recuerdan las Escrituras. Y para bien nuestro, la paciencia de Dios es infinita. Seres visibles e invisibles pueden estar en completa oscuridad, incluso rechazo de Dios. Día a día asistimos a conversiones fulminantes. Algunos necesitan de esa irrupción tumbativa de la Gracia en sus vidas, dada su resistencia.

Puede que, llegado el momento definitivo de Dios, al final de los tiempos, irrumpa la fuerza de la Gracia en quienes andan en sombras de muerte, y “vean”. Nada ni nadie quedará fuera del banquete. Y llegaremos con el traje de fiesta y la mirada transparente. La Gracia precisa de tupidas redes orantes para alcanzar este objetivo final. Todos estamos convocados.

El Amor, primera y última Palabra.

Que Santo Domingo interceda por todos. Felicidades Padre Martín y toda la familia dominicana.

Maite
10 de agosto de 2015 a las 02:52

Comparto la pregunta retórica que hace Jairo. Lamento que se pierda el tiempo hablando del infierno y de la imagen de dios que está detrás de esa creencia, propia de una fe infantil y poco cultivada. Que por lo mismo se cite a Royo Marín, habiendo como hay excelentes teólogos actuales que ayudan a liberarnos de teologías trasnochadas y por consiguiente posibilitan la fe en el Dios de Jesús, da pena.

arturo
8 de mayo de 2017 a las 17:55

El infierno es la condenacion eterna lo mal que hacemos aqui nos cobrara factura el dia que myeramos por eso dijo Jesus: lo que ates en la tierra querara atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedara desatado en el cielo. Muchos nos horrorizamos por oir del infierno pero Dios nos d oportunidad de arrepentirnos. Jesus nos dejo el sacramebto de la confesion y comunion. Se condena el que quiere.

laura navarro
11 de noviembre de 2017 a las 23:19

yo hago la hora de los condenados todos los dias....

ya los que estan en el infierno no pueden salir...antes sufren mas y se atormentan mas si se ora por ellos..

laura navarro
11 de noviembre de 2017 a las 23:38

ya no se puede orar por ellos estando condenados.. porque se atormentan mas ellos

solo hacer la oracion de la hora de los condenados.. hacerla...

ya en el infierno es imposible...que salgan de ahi

Jorge
3 de abril de 2018 a las 09:00

Hola, padre. He llegado a esta página por casualidad... con grata sorpresa, porque yo estudié BUP y COU con los Dominicos en Valencia, donde veo que está usted. A usted no tuve el placer de conocerle, pero sí al P. Laveaga, Sierra, Villa, Martínez, García, Roy, Cabedo...
Alguna vez había reflexionado sobre el tema, y no sé si mi reflexión puede pecar de ingenua, pero a veces pienso que nuestra visión está limitada. Si pensamos en cuatro dimensiones, y tenemos en cuenta que Dios está fuera del tiempo, ¿acaso no podemos rezar por alguien con efectos "retroactivos"? Es decir, rezar para que alguien "no se haya condenado". Nosotros concebimos el tiempo de una forma lineal, pero Dios no está atado a esta restricción. ¿No pueden nuestras oraciones alcanzar a una persona en el pasado, tal vez en el momento último de su muerte? Pensamos que si rezamos es para que alguen "salga", pero bien pudiera ser para que no haya llegado a entrar. Puede que el infierno sea irrevocable, pero eso no quiere decir que no sea "esquivable" de esta manera. Sería como si vamos en un tren y queremos ver a una persona para decirle algo, nos pasamos de parada... pero llamamos a un amigo (Dios) que vive en el lugar para que le pase el recado.
Me gustaría poder expresarme en términos más solventes, y encontrar alguna referencia sólida en que apoyarme, pero de momento tan solo es una conjetura personal. Que, por supuesto, no nos debe llevar a relajarnos en el esfurerzo por salvarnos, porque el que pudieran existir fórmulas extraordinarias no quiere decir que de hecho existan, que debamos confirarnos, ni mucho menos que debamos apartarnos del camino de Dios, porque tal y como lo veo yo, alejarse de Él es empezar a vivir una condenación ya en vida.
Gracias por su artículo. Un saludo.

Martín Gelabert
3 de abril de 2018 a las 17:52

Jorge: gracias por su intervención. La suya es una interesante observación. No cabe duda de que nuestras categorías temporales son insuficientes para describir la realidad. Y, por supuesto, totalmente insuficientes e inadecuadas para describir el "mundo de Dios". El asunto es que solamente disponemos de categorías temporales y la revelación está escrita o descrita en este tipo de categorías. Pero es importante ser bien consciente de sus límites. Un saludo cordial.

Isabel Munita
28 de noviembre de 2018 a las 20:55

Siempre me ha llamado la atencion que en el Credo, se reza : y bajó a los infiernos.
Porqué razón Jesús bajaria al infierno?
Quién hizo la Oración por los Condenados o fue por alguna inspiración divina o pq la Virgen se la dio a alguien, asi como le dio el escapulario al fraile Simon Stock?
Me parece de lo mejor, rezar por los condenados, la Virgen se lo presentará al Señor y mediante nuestras suplicas quizás de cuantas almas se apiadara Dips en su infinita misericordia y serán salvadas.
Jesús en Ti Confio.
Si no, para qué Jesús le dio a Sta Faustina la Oracion de las 3 de la tarde y la Coronilla?

Daniel Bonilla
2 de febrero de 2020 a las 23:27

Este es un tema muy extenso y complicado,por tanto requiere mucho conocimiento.
Ni los sacerdotes y menos los q opinan no conocen lo suficiente como para responderles.
Deben leer mas LAS SAGRADAS ESCRITURAS antes de exponer y opinar.

Mario Lopez Ayala
13 de abril de 2021 a las 21:03

Padre, cual es la referencia para el comentario acerca de Santi Domingo...!???

Me refiero a, en que documento lo puedo leer...!???

Gracias

Martín Gelabert
14 de abril de 2021 a las 12:05

Entre otros testimonios cito lo que dice uno de los testigos de su canonización, fray Ventura de Verona: "era tan grande su celo por la salvación de las almas, que hacía llegar su caridad y compasión, no sólo por los frailes, sino también a los gentiles e infieles y a los condenados en el infierno, llorando mucho por ellos".

Sir Peter saint James
31 de julio de 2022 a las 13:26

El infierno es el gran tabú de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. Por una ley no escrita, no se le nombra nunca en las homilías, porque se ha extendido la afirmación de que "Dios es amor, y es padre y in padre no condena a sus hijos a una tortura eterna en el fuego". Cristo mismo nos habla de la existencia del Infierno en la parábola del rico y el mendigo. Además, dice que el Infierno sí tiene almas dentro y, además, que es más fácil ir al Infierno que no al cielo: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque amplia es la puerta que condiuce a la perdición". Así pues, cuando la Iglesia designa a Cristo como "El Salvador", raras o nunca dice "¿De qué nos viene a salvar?", pues los cristianos sufrimos onjusticias, padecemos enfermedades y morimos igual que cualquier otro ser humano. La respuesta es:"Jesús viene a salvarnos del Infierno".

Luis MP
1 de febrero de 2023 a las 00:12

No creo en el infierno eterno. Me parece un castigo desmesurado para una vida finita. Tiene que ser un castigo proporcional, "temporal", con un "tiempo" para la purificación.

Eugenio
22 de julio de 2023 a las 11:13

Dejo la oración de "LA HORA DE LOS CONDENADOS", recomendada en los 2 comentarios de Laura Navarro de 2017
https://www.oracionesydevocionescatolicas.com/hora_condenados.htm

Roxana
7 de abril de 2024 a las 07:40

Gracias!! Siento una fuerte sensación de pérdida cuando se dice de alguien que es condenado, si fuera yo quien estuviera en su pellejo (que puede pasar en cualquier momento), seguro querría ser perdonada y volver a casa de mi padre, aunque sea a limpiar las porquerizas.

Susana
17 de abril de 2024 a las 01:41

Yo tengo duda si una persona que conocí se condenó o se salvó, porque llevo una vida mala y rechazo al padre que quería confesarlo cuando estaba por morir. Es bueno rezar por esa persona?

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