Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

15
Jun
2016

No basta llenar la boca que tiene hambre

3 comentarios

La caridad, o el amor cristiano, sin dejar de lado las ayudas eficaces y urgentes que requieren tantos hermanos nuestros, debe también comprenderles y acompañarles en su sufrimiento. Para que la caridad alcance su plenitud con una persona necesitada no basta con llenar la boca que tiene hambre; también hay que escuchar la boca que habla.

Tenía razón Miguel de Unamuno cuando escribió: “El hombre quiere que se sientan y se compartan sus penas y sus dolores. Hay algo más que una artimaña para obtener limosna en eso de los mendigos que a la vera del camino muestran al viandante su llaga o su gangrenoso muñón. La limosna más bien que socorro para sobrellevar los trabajos de la vida, es compasión. No agradece el pordiosero la limosna al que se la da volviéndole la cara por no verle y para quitárselo de al lado, sino que agradece mejor el que se compadezca no socorriéndole a no que socorriéndole no se le compadezca, aunque por otra parte prefiera esto. Ved, si no, con qué complacencia cuenta sus cuitas al que se conmueve oyéndolas. Quiere ser compadecido, amado”.

Evidentemente, el hambriento busca comida; el desnudo busca vestido; el enfermo busca remedios. Y hay que dárselos. Aunque también hay que preguntarse por qué hay gente sin comida, sin vestido, sin techo y sin trabajo. Y hay que luchar por cambiar esas políticas y esa economía que producen sufrimiento y desgracia. Dicho esto, también es cierto que en todas esas personas necesitadas hay mucha necesidad de ser escuchadas, de ser comprendidas, de ser queridas. Hay mucha soledad. Por eso, el pobre acepta gustoso nuestra conversación. Se muestra agradecido cuando nos interesamos por sus necesidades, pero más agradecido aún cuando nos interesamos por su persona.

Una persona amiga, jubilada, con tiempo libre, me contaba lo mucho que estaba aprendiendo del mendigo que pide a la puerta de su parroquia. Un día, me decía esa persona, me puse a hablar con él y nos hicimos amigos. He aprendido muchas cosas, por ejemplo, cómo puede uno lavarse sin tener agua corriente, o cómo puede uno dormir sin tener cama. Y sobre todo, he aprendido a apreciar la sabiduría del pobre, la necesidad de afecto que todos tenemos. Cuando el pobre me ha contado su historia personal y familiar, cuando he comprendido sus motivos y he sabido de sus desgarros y abandonos, entonces he encontrado nada menos que a todo un hombre, y quién ha salido enriquecido de este encuentro he sido yo.

Esta consideración sobre el pobre que espera pan, pero sobre todo espera que alguien le escuche, es aplicable a todos y cada uno de nosotros. En el fondo, lo que todos buscamos es afecto y comprensión. Si hay amor, las estrecheces de la vida se sobrellevan mejor. Me parece acertado este refrán francés: “toda petición es una petición de amor” (toute demande est une demande d’amour).

Posterior Anterior


Hay 3 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Miles Christi
16 de junio de 2016 a las 04:35

Que cierto lo que comenta Padre.
Cuando voy a mi trabajo siempre me encuentro a un hombre que pide limosna,a veces le he dado monedas,a veces le llevó algo de comer,pero lo que siempre agradece es que me paré a platicar con él un momento.
Cuando no me ve , siempre me dice"Esta usted bien,ya estaba preocupado por que no lo había visto? Y así en lugar de yo darle,el me llena el día y me da algo que no tengo con qué pagarle,ver en el prójimo a Cristo como nos cambia la vida y más cuando lo tenemos a la vuelta de la esquina.

vicente
16 de junio de 2016 a las 13:07

hace falta combatir las causas de la pobreza

feliciano lópez robles
16 de junio de 2016 a las 20:42

Hay hombres sabios y santos, usted padre Martín Gelabert, qué habilidad a tenido para escribir este hermoso y bello artículo, donde se retrata de forma sencilla la vida de aquellas personas que por cualquier necesidad se ven obligados a pedir a los demás.- La exposición es preciosa porque pone el dedo en la llaga, allí donde está el dolor y el sufrimiento.- Con relativa frecuencia llega a mi puerta un desalineado hombre de media vida, no es de nacionalidad española, vive pobremente, carece de todo, sus actitudes físicas muy limitadas; la gente lo rehuye y cierra su puerta, lo recibí por primera vez y siempre que nos vemos charlamos, él me cuenta, yo le escucho y se marcha agradecido.- Acoger a tantas personas que necesitan compañía, desembuchar lo que llevan dentro, verse acogidos, amados, es la mejor caridad.- Jesús, ha venido a enseñarnos a amar y acoger a los más humildes y necesitados.-

Logo dominicos dominicos