Jun
Fernando Lugo, le pesó la sotana
3 comentariosNo es fácil decir algo acertado cuando uno no conoce bien las situaciones. Pero hay dos cosas que me han llamado la atención en la prensa de Lima a propósito de la destitución de Fernando Lugo como Presidente de Paraguay. En “La república” se pueden leer estas declaraciones de un miembro del Frente Guazú: “La fue difícil sacarse la sotana. Veía con bondad a todos los rivales, como si fueran feligreses. Apelaba a la bondad de las personas sin tener en cuenta que muchas de esas personas tienen intereses muy grandes y poderosos”. En “El comercio”, tras recordar que Lugo fue el obispo de los pobres, se añade que “los escándalos de paternidad minaron su popularidad y su imagen de gobernante honesto”. No hay incompatibilidad entre ambas cosas: ser una persona buena y confiada, querer favorecer a los pobres, y provocar escándalo por cuestiones de sexo. ¿Ambas cosas explican la caída de Fernando Lugo? Me parece un poco simplista afirmarlo, pero en todo caso, indican una dirección que retrata algunos aspectos de su personalidad que, quizás, han podido influir en su caída.
Me parece (escribo desde Perú y, por tanto, mis informaciones son muy limitadas) que no se ha notado suficientemente que la hacienda de Curuguaty, en la que ocurrieron los enfrentamientos entre campesinos y policías, con el resultado de 17 muertos (6 policías y 11 campesinos), la hacienda, digo, era propiedad de un político “colorado” (partido de la derecha). El partido colorado había gobernado durante más de 60 años, hasta que Lugo ocupó la presidencia. En cualquier otro país, con una democracia consolidada, es dudoso que un acontecimiento como este hubiera provocado la caída del presidente. En todo caso, la destitución del ministro del ramo y del jefe de la policía, como así ocurrió en Paraguay. También es dudoso que en cualquier país democrático se pueda dar un proceso tan rápido, sin mínimas garantías. La destitución de Collor de Mello (Brasil) duró los últimos cinco meses de 1992. Y la de Nixon en Estados Unidos duró 2 años. “A Lugo le degollaron con una hoja de papel en cinco minutos”, escribe un comentarista de “La República”. También es dudoso que el reconocimiento de una paternidad extra-matrimonial (estoy pensando en el príncipe de Mónaco y en algún político español) sea criterio para juzgar la bondad de un gobernante.
Pero claro, si de lo que se trata es de quitarse al adversario de delante, porque cuestiona mis intereses, entonces todo vale. Fernando Lugo era un político independiente que no debía el cargo a los partidos y quiso hacer reformas agrarias (y otras) que favorecieran a los pobres. El capital no se lo ha perdonado. Sin conocer bien la situación es difícil juzgar. El episcopado paraguayo, por ejemplo, estaba a favor de que Lugo abandonase la presidencia. Probablemente, si preguntásemos al conjunto de los fieles católicos, las opiniones estarían más divididas. Por las caras que veo a mi alrededor cuando se habla de este tema, y por algunos otros datos que tengo de personas que viven en Paraguay, tiendo a sospechar que se ha forzado la ley, en beneficio de los de siempre, o sea, de la gente con dinero. ¿La destitución de Lugo favorecerá a los pobres? Es dudoso. De hecho, el nuevo Presidente, en su discurso de posesión, no ha nombrado ni una vez a la justicia social. Pero sí se ha cuidado de dejar claras sus distancias con Lugo al declarar que mientras fue su vice-presidente “él me ha ignorado”. Una cosa más: Fernando Lugo ha aceptado el juicio del senado de su país y se ha retirado. Es algo que le honra.