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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
Jun
2015

Experiencia de Dios ¡en los ateos!

4 comentarios

Con toda brillantez ha defendido Antonio Praena su tesis doctoral. Tesis llena de contenido, con mucho trabajo previo, y con algunas perlas. Por ejemplo esta: Tomás de Aquino reconoce en quién dice “Dios” una cierta, aunque remota experiencia de Dios. Conclusión inmediata: el ateo, si habla de Dios para negarle, ya le está nombrando, está hablando de Dios, aunque sea para decir que no existe. Luego tiene alguna experiencia de Dios. ¿Cuál puede ser esta experiencia? Para empezar, muchos ateos tienen la experiencia de lo que Dios “no es”. Y en este sentido se acercan a una experiencia propia de los místicos cristianos, expresada de este modo por la teología de santo Tomás: de Dios sabemos mejor “lo que no es” que lo que es. Lo que es lo sabemos muy imperfectamente.

Pero hay más. A veces, los ateos tienen razón cuando dicen lo que no es Dios. Desgraciadamente, en ocasiones hemos sido los propios creyentes los que hemos provocado esta reacción atea de decir: “eso no, eso no puede ser”, porque nosotros equivocadamente hemos dicho “eso sí que es Dios”. Pudiera ocurrir que esos creyentes que dicen que “eso es Dios” cuando en realidad no lo es, no fueran del todo culpables. La misma Escritura ofrece imágenes violentas de Dios que, a la luz de Cristo, no son aceptables. Pero ahí están. Y si las tomamos en su literalidad, sin la necesaria critica y el necesario discernimiento que merecen los textos religiosos, podemos inducir a los no creyentes por caminos equivocados y alejarlos de Dios a causa de nuestra falsa presentación.

De ahí un principio tomista que puede ayudar a la mutua comprensión y al mutuo diálogo entre creyentes y no creyentes, entre cristianos y creyentes de otras religiones: cuando hablamos de Dios nunca alcanzamos a decir “lo que Dios es”; nuestro lenguaje siempre es imperfecto, insuficiente, porque es humano (incluido el lenguaje de la Escritura). Esto nos conduce a la necesaria humildad a la hora de hablar de Dios. Y al reconocimiento de que por muy bien que hablemos de él, precisamente porque hablamos de forma imperfecta e incompleta, es posible que no logremos convencer. De ahí que solo podemos proponer y explicar. Y escuchar las dificultades que el otro tiene para así explicarnos mejor. De este modo, las dificultades del increyente ayudan a profundizar la fe, a mejorar sus expresiones, a purificarla y a desempolvarla de lo inauténtico.

La tesis tiene 465 páginas y no trata de los ateos; es un estudio sobre unas cuestiones de Tomás de Aquino. Lo que acabo de escribir, que es solo responsabilidad mía, es un modo de felicitar a Antonio Praena y de alegrarme con él.

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Juanjo
27 de junio de 2015 a las 10:50

Con demasiada frecuencia, se habla de Dios con una "seguridad" que parece inaudita. A veces siento una especie de alergia (no quería decir vergüenza) contra quien parece que conozca a Dios perfectamente.
Siempre hay que volver sobre el tema de la limitación del lenguaje, de la debilidad de cada palabra, ser conscientes del lenguaje simbólico y analógico. Creo que se olvida a la mínima oportunidad.
Cuando alguna vez he querido escribir "algo sobre Dios" me di cuanta ¡Cuantas comillas uso!. (No me atrevo a escribir sin comillas). Sí en ciertos puntos ¿No debería ir todo "entrecomillado"?

Luciana
27 de junio de 2015 a las 14:26

Sí,efectivamente.Para hablar de Dios se necesita atrevimiento." A Dios,nadie Le ha visto". Hay personas con experiencia de Dios que lo podrían asegurar aunque,a pesar de esa seguridad,las palabras,o su formación,o su temor,les obliga a guardar silencio.Mas de una vez,hemos conocido personas que con solo su presencia nos aseguran de la existencia de Dios,su presencia,su mirada,sus acciones,nos aseguran de que Dios existe.Por el bautismo todos somos Templos de Dios.El temor de Dios nos obliga a guardar silencio.

Antonio Praena
30 de junio de 2015 a las 12:09

Muchas gracias, querido maestro y hermano. Sin tu acompañamiento y tu confianza, la tesis no habría llegado a buen puerto, o, al menos, a este puerto. Lo he compartido en mi Facebook, donde muchos amigos y amigas poetas, gran parte de de los cuales se consideran agnósticos o ateos, pueden leerlo. Seguimos caminando muy cerca.

Wilson Rodríguez
27 de julio de 2015 a las 06:08

Dios ama a los ateos.El filósofo ateo Nieztche, en Humano demasiado humano, dice:"No podemos negar a Dios, porque Dios está implícito en la gramática". Si reubicamos el pensamiento ateo,dado nuestro endiosamiento (tal vez me dirijo a Antonio Praena), el negar ateísta anuncia la muerte de nuestro yo,como experiencia necesaria para comenzar a amar al prójimo histórico, existencial-.Es nuestro egoismo cosmogónico el que suscita el pensar ateísta.Solo perdiendo el temor al sufrimiento del morir al yo, es que comenzamos a amar, a ser felices, llevando dentro la novedad de la cruz de Cristo vencedora de la muerte.Por algo el punto fundamental es si Dios existe o no existe. Si ha alguien Dios no le da le fe, ese alguien puede negar a Dios, como quien cambia de bombilla, como quien rechaza los espaguetis.Si ha otro Dios le da la fe,se tira a la piscina,descubre que El Creador del Universo llama a lo que no es en la vida para que sea, ve a Dios actuando en la historia, acepta con dificultad en una humillación el beso del Eterno que le lima las asperezas de la propia voluntad-. Cuando el ateo descubra que también él,en el fondo, se está negando a si mismo como Dios, está cerca del método inteligente.

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