Jun
Experiencia de Dios ¡en los ateos!
4 comentariosCon toda brillantez ha defendido Antonio Praena su tesis doctoral. Tesis llena de contenido, con mucho trabajo previo, y con algunas perlas. Por ejemplo esta: Tomás de Aquino reconoce en quién dice “Dios” una cierta, aunque remota experiencia de Dios. Conclusión inmediata: el ateo, si habla de Dios para negarle, ya le está nombrando, está hablando de Dios, aunque sea para decir que no existe. Luego tiene alguna experiencia de Dios. ¿Cuál puede ser esta experiencia? Para empezar, muchos ateos tienen la experiencia de lo que Dios “no es”. Y en este sentido se acercan a una experiencia propia de los místicos cristianos, expresada de este modo por la teología de santo Tomás: de Dios sabemos mejor “lo que no es” que lo que es. Lo que es lo sabemos muy imperfectamente.
Pero hay más. A veces, los ateos tienen razón cuando dicen lo que no es Dios. Desgraciadamente, en ocasiones hemos sido los propios creyentes los que hemos provocado esta reacción atea de decir: “eso no, eso no puede ser”, porque nosotros equivocadamente hemos dicho “eso sí que es Dios”. Pudiera ocurrir que esos creyentes que dicen que “eso es Dios” cuando en realidad no lo es, no fueran del todo culpables. La misma Escritura ofrece imágenes violentas de Dios que, a la luz de Cristo, no son aceptables. Pero ahí están. Y si las tomamos en su literalidad, sin la necesaria critica y el necesario discernimiento que merecen los textos religiosos, podemos inducir a los no creyentes por caminos equivocados y alejarlos de Dios a causa de nuestra falsa presentación.
De ahí un principio tomista que puede ayudar a la mutua comprensión y al mutuo diálogo entre creyentes y no creyentes, entre cristianos y creyentes de otras religiones: cuando hablamos de Dios nunca alcanzamos a decir “lo que Dios es”; nuestro lenguaje siempre es imperfecto, insuficiente, porque es humano (incluido el lenguaje de la Escritura). Esto nos conduce a la necesaria humildad a la hora de hablar de Dios. Y al reconocimiento de que por muy bien que hablemos de él, precisamente porque hablamos de forma imperfecta e incompleta, es posible que no logremos convencer. De ahí que solo podemos proponer y explicar. Y escuchar las dificultades que el otro tiene para así explicarnos mejor. De este modo, las dificultades del increyente ayudan a profundizar la fe, a mejorar sus expresiones, a purificarla y a desempolvarla de lo inauténtico.
La tesis tiene 465 páginas y no trata de los ateos; es un estudio sobre unas cuestiones de Tomás de Aquino. Lo que acabo de escribir, que es solo responsabilidad mía, es un modo de felicitar a Antonio Praena y de alegrarme con él.