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Encerrar en el pecado
4 comentariosDespués de rezar la hora de tercia (según el Breviario de la Iglesia) me escribe una persona, desagradablemente sorprendida de encontrar esta antífona: “Dios encerró a todos en el pecado para tener misericordia de todos”. Ella se pregunta por el motivo de esta actuación de Dios que, al parecer, necesita primero convertirnos en pecadores, para así poder ejercer su misericordia.
Esta antífona de la liturgia de las horas está tomada de la carta a los romanos. El primer escándalo desaparece si en vez de traducir que “Dios encerró”, traducimos por “Dios permitió”. Retrocede aún más el escándalo si nos damos cuenta de que la primera parte del texto es un elemento de contraste para que la segunda parte resulte más luminosa. Puede ocurrir que la primera parte nos desconcierte y nos impida la buena comprensión de la segunda, que es la verdaderamente importante. No hay que olvidar que para la mentalidad bíblica “todo” está regido por Dios de manera directa, pues no hay nada que escape de su mano. Si “todo” depende de Dios se comprenden afirmaciones de este tipo: Dios da la muerte y la vida, la salud y la desgracia (Is 45,7; Eclo 11,14). Pero este modo de hablar no se corresponde con el nuestro.
Es cierto que todavía hay quien hace responsable a Dios de los males de este mundo. El creyente instruido sabe que ante un terremoto o una desgracia, lo primero que hay que hacer es buscar las causas naturales que han provocado tal hecho, causas que tienen su origen en la finitud de la naturaleza y en la libertad del ser humano. Siempre cabe decir que Dios es el autor de la naturaleza y del ser humano. Pero también cabe responder que esos procesos que a veces tienen consecuencias de muerte son necesarios para la vida, y que sin libertad ya no estamos ante un ser humano, sino ante un robot; en la libertad, don de Dios, está la grandeza y dignidad del ser humano.
Vuelvo al texto de Romanos: el texto lo que hace es constatar la situación de pecado en que ha incurrido la humanidad entera. El pecado ha tenido consecuencias universales, “todo” está condicionado y marcado por el pecado. Pero Dios ha utilizado esta circunstancia para manifestar su misericordia. Eso es lo que el texto quiere subrayar: la misericordia de Dios, su amor al ser humano.