Abr
El escándalo de defender al pobre
3 comentariosLa sociedad, en tiempos de Jesús, estaba establecida con una lógica de poder y dominación. Los poderosos, los bien instalados económicamente, se habían constituido en intérpretes de la ley y de las prácticas religiosas. Jesús no acepta este sistema, y eso le acarreó innumerables conflictos. Así se explica el escándalo que provocaba su actuación. Hay un texto significativo. Jesús, después de afirmar que ha venido para dar la vista a los ciegos, hacer andar a los cojos, hacer oír a los sordos y anunciar a los pobres la Buena Noticia, añade: “¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!” (Mt 11,6). ¿Dónde está el escándalo? No puede estar en el hecho de que los ciegos vean o los sordos oigan; esto sólo merece aplauso, alabanzas y agradecimiento. El escándalo está en anunciar a los pobres la Buena Noticia de que para ellos es el Reino de Dios. Jesús se presenta como el mensajero autorizado de esta estupenda noticia que llena de esperanza a los pobres.
Esta noticia resulta escandalosa porque las leyes interpretadas por los dominadores unían estrechamente ser pecador con ser pobre. La calificación de pecador no era sólo una realidad espiritual, sino también sociológica. Los pecadores son los excluidos de la sociedad, los que cumplen funciones o profesiones deshonrosas que sólo podían conducir a la inmoralidad (pastores, prostitutas, recaudadores de impuestos). A Jesús se le critica porque se junta con pecadores, o sea, con los que no cuentan socialmente. Con Jesús el mapa social se transforma: si hay algún preferido en el Reino de Dios, son los débiles, esas personas que gozan de baja reputación, “afligidos y sobrecargados” (Mt 11,28).
También hoy la defensa del pobre o del mal visto produce escándalo: “dime con quien andas y te diré quien eres”. Hay una tendencia, en el subconsciente de personas bien instaladas, que asocia pobreza con delincuencia, prostitución, o drogas. En suma, pobreza va unido a pecado y culpabilidad: “algo habrá hecho para estar como está”, “lo tiene bien merecido”, “no me extraña que le esté pasando esto, si es una… o un… (póngase aquí el calificativo que se quiera, y si está relacionado con la sexualidad más apropiado parecerá)”. Proclamar que Jesús ha venido a salvar lo que parece perdido a los ojos del mundo, e invitar a los cristianos a tomar partido por el pobre y marginado, no está políticamente bien visto, no cuenta con apoyo social y sigue pareciendo un escándalo.