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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

18
Nov
2017

Dónde está Dios no es la buena pregunta

5 comentarios
cielo02

La buena pregunta es: ¿cómo voy a situarme para encontrarlo? Pues Dios está en todas partes, pero el hecho es que no en todas partes se le encuentra. ¿Quizás porque se esconde? No se esconde, pero su presencia siempre está velada en las realidades de este mundo. No se esconde especialmente más en un sitio que en otro, ni se manifiesta más en un lugar que en otro. Su presencia es paradójica. Estos dos textos bíblicos que voy a citar son verdaderos conjuntamente, no cada uno por separado, y la verdad está en la tensión de mantener los dos al mismo tiempo: “si escalo hasta el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar” allí se encuentra Dios (Sal 139,8-10). Pero lo contrario también es verdad: “Si voy hacia el oriente, no está allí; si al occidente, no le advierto. Cuando le busco al norte, no aparece; y tampoco le veo si vuelvo al mediodía” (Job 23,8-9).

Por eso digo que la buena pregunta es: ¿cómo voy a situarme yo para encontrar a Dios en mi realidad y en la vida de los demás? Como está en todas partes, está en la casa de prostitución. Y, si me apuran mucho, está con la misma intensidad que en la Iglesia. Ocurre que quienes van a esas casas de prostitución no están en la postura o situación adecuada para encontrar al Dios que allí está. Quizás alguien podría entrar con la buena postura para encontrarle. Cuentan de un importante clérigo que un día entró en una de esas casas precisamente para ayudar a una de las personas que allí estaba y logró sacarla de allí. Este clérigo encontró a Dios donde otros no le encontraban. Igualmente se puede entrar en una Iglesia con malas disposiciones. Entrar, por ejemplo, para poner una bomba, o para burlarse de quienes allí están. Quién entra con esas intenciones, es imposible que encuentre a Dios en la Iglesia.

Hay sitios que facilitan o dificultan los encuentros. Los que entran en esos sitios ya saben dónde entran, y saben lo que allí van a encontrar. Las discotecas no están preparadas para mantener un diálogo tranquilo entre dos amigos. Si una persona necesita ayuda, hablar, desahogarse, el buen interlocutor no la lleva a una discoteca, porque allí el ruido estridente impide la conversación. Las discotecas precisamente están preparadas para gente que no tiene nada que decirse.

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José David
18 de noviembre de 2017 a las 11:52

Muy cierto. Gracias por sus maravillosas reflexiones que comparte, siempre las sigo con mucho interés

Anónimo
18 de noviembre de 2017 a las 23:18

¡Hola! El artículo muy bueno, pero Ha dicho Vd. una frase, muy fuerte, muy dura, muy impropia de Vd.
"Las discotecas precisamente están preparadas para gente que no tiene nada que decirse." Pobrecitos, los que pasan su vida ahí si leen este artículo...
se van a deprimir.

Micaela
19 de noviembre de 2017 a las 09:47

Buenos días, fray Martín, y muy feliz domingo a todos.

Agradecida por su reflexión, creo que hay una contradicción entre su planteamiento inicial y su conclusión.

Dice, al principio de su post, que Dios no se esconde, o no se esconde en un sitio más que en otro y pone el ejemplo de una casa de prostitución. Y yo me pregunto si es buen ejemplo, sabiendo como sabemos que allí hay mujeres explotadas, humilladas y muy, muy heridas. Pero en su historia, una de esas mujeres es 'salvada' por el clérigo que entró con confesable intención. Fíjese cómo funcionan los estereotipos en las historias más convencionales: la prostituta, 'mala mujer' y el clérigo ´buen hombre'. No abundo en este argumento que creo haber dejado planteado en sus trazos gruesos.

La contradicción a la que me refiero es que si Dios está en todos los lugares y está en el prostíbulo (aunque no solo representado por el clérigo, en el caso que su historia relata), lo que 'facilita o dificulta' el encuentro no es el lugar.
Si atendemos a lo que usted señala en el último párrafo, la hazaña del clérigo 'salvador' no podría haber cosechado un final feliz.

Martín Gelabert
19 de noviembre de 2017 a las 12:25

Micaela. Gracias por hacerme caer en la cuenta de los posibles malentendidos del post. Pido perdón en la media en que puede dar a entender lo que no debe entenderse

Maria Luisa Galiana
21 de noviembre de 2017 a las 13:47

estoy de acuerdo en todo lo que dice referente a Dios.lo que lamento verdaderamente es que Dios que se encuentra en todas partes, no pueda o no deba intervenir par frenar ciertos acontecimientos: guerras, terremotos...Veo a la gente que sufre, y no se puede evitar.Me ha encantado su página y pienso buscarla en facebook siempre que pueda. UN SALUDO.

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