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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Ene
2016

Decir creación es más que decir naturaleza

3 comentarios

El mundo puede considerarse como naturaleza: se trata del conjunto de todas las cosas materiales existentes, objeto de estudio de las ciencias y de reflexión de la filosofía. También el ser humano puede entenderse como naturaleza: un mamífero bimano, con capacidad de reproducción, dotado de inteligencia y de lenguaje articulado, con un cuerpo compuesto de billones de células, que se mueve por medio de los músculos, dotado de órganos sensoriales que le ponen en comunicación con el mundo exterior.

Pero el mundo puede entenderse como creación y ser humano como criatura. La creación remite a un Creador. Considerar al mundo como creación y al ser humano como criatura es un dato de fe, pero de una fe que puede explicarse y justificarse. Según la fe, el origen último de todo lo existente es un Dios bueno que ha creado un mundo para que el ser humano pueda vivir y, sobre todo, ha hecho al ser humano el regalo de sí mismo: el hombre es un regalo para el hombre.

De la consideración del mundo como creación y del ser humano como creatura se ocupa, y muy bien, la ciencia, que nos explica como la evolución ha hecho posible este universo y la aparición de la vida sobre la tierra. De la consideración del mundo y del ser humano como creación, como realidades que tienen su razón de ser y su origen último en la voluntad buena de Dios, que crea por amor, se ocupa la teología. Mientras la ciencia nos habla de cuando comenzaron las cosas y de cómo se desarrollaron, la teología se ocupa del origen, de lo que hace posible que haya comienzo, que haya evolución y que la realidad siga estando ahí, sustentada por una fuerza misteriosa que la mantiene en el ser después de habérselo dado.

Esta distinción entre naturaleza y creación ha sido formulada así por el Papa Francisco: “para la tradición judío-cristiana, decir ‘creación’ es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal” (Laudato si’, n. 76). Estamos convocados a una comunión universal: en efecto, si el mundo es un don y si cada ser humano es un regalo de Dios para mi, debo cuidarlos y valorarlos, porque despreciar el regalo sería despreciar al dador del regalo.

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Juanjo
23 de enero de 2016 a las 08:42

Entonces la formulación del Papa, encaja perfectamente con lo que varios teólogos ya hicieron notar; que la Creación no es algo estático, terminado, puntual o cosa del pasado. Se habla de creación continua o "creación continuada".
Por eso, según el Papa, si se trata de un proyecto de amor no puede desentenderse de la criatura una vez "creado". Continuamente lo está creando y re-creando.

JM Valderas
23 de enero de 2016 a las 09:18

Su exposición fray Martín insta a ver otras diferencias. La teología no parece, en sus palabras, vivir en la zozobra en que se encuentra la ciencia. La ciencia tiene meras aproximaciones al origen de la vida sobre la Tierra, por ejemplo, ciñéndome a un caso que usted menciona. No sabemos cómo surgió, pese a los centenares de libros y miles de artículos científicos sobre la cuestión. En cambio la teología parece tener muy claro que el origen, a uno le parece más propio hablar de fundamento, está en Dios.
Pese a sus limitaciones, la filosofía analítica fue un auténtico exorcismo para la teología. No porque rechazara la metafísica, evidentemente, sino porque le indicó la fragilidad de expresiones más poéticas que reales. Viene esto a cuento de la comunión universal. Uno puede entender la red de conexiones energéticas en el ecosistema (geoquímicas, biológicas, físicas y otras) o redes de información. Pero, ¿qué entiende usted por comunión universal?

AEL
23 de enero de 2016 a las 18:18

Del espíritu de la materia, del que halaba Teilhard, emerge por complejidad la vida, la sensibilidad y por fin la sensibilidad consciencia. Se entiende que las partículas atómicas se integran en átomos, estos en moléculas, macromoléculas, estructuras celulares, células, tejidos, órganos, aparatos -sistemas, organismos, poblaciones, biocenosis que asentada en el biotopo genera el ecosistema. Cada uno tenemos nuestra hipófisis, páncreas, hígado, tiroides, … dedo pequeño. Todos sabemos, sin dudar, que en condiciones adecuadas cumplen con su misión, ¿será esto comunión? A las poblaciones de los ecosistemas les ocurre lo mismo, cada una cumple su misión. Por esto veo mucho más real que poética la fragilidad de los ecosistemas por alteraciones de las condiciones adecuadas en el biotopo Tierra que el ecosistema, de momento, no puede regular.

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