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Cuando la religión multiplica la desgracia
5 comentariosEn una patera que desde las costas africanas ha llegado a Italia ha ocurrido una tragedia con tintes novedosos y espantosos, una más de las muchas tragedias que provocan la pobreza, el hambre y también la religión. Quince africanos, de confesión musulmana, lanzaron al agua a doce compañeros de travesía, por el hecho de ser cristianos, reconocidos como tales cuando se pusieron a rezar a su “Dios cristiano”. Musulmanes, pero sobre todo, una pobre gente. A ninguno se le ocurrió pensar que se dirigían a tierras de cristianos.
He escrito “Dios cristiano” entre comillas porque Dios no hay más que uno, que es el Creador de todos y a todos los humanos ama como a hijos. Las tres grandes religiones monoteístas, judaísmo, cristianismo e islam, confiesan su fe en “un solo Dios”. Este solo y único Dios, al que esos fieles se refieren, debería unirles. Pero desgraciadamente, en muchos casos, no es así. Lo que hasta ahora no habíamos oído es que, en una desgracia compartida, cuando precisamente los humanos deberíamos olvidar cualquier otra diferencia para unirnos frente a la desgracia, otras cuestiones ideológicas tuvieran más peso que la tragedia que une, y estas cuestiones nos enfrentasen aumentando tragedia a tragedia. ¿Qué tendrán las religiones que producen tanto odio, tanto rechazo, tanta descalificación, tanto fanatismo y tanta locura?
Se diría que algunos prefieren el infierno con los de su grupo monolítico y monocorde, al cielo compartido. Precisamente eso es el infierno: uno mismo. Y cuando uno solo está con los que son como él, sigue siendo uno mismo. El cielo es todo lo contrario: es la comunión. Y la comunión supone la diferencia, que enriquece. La comunión permite que personas con lenguas, culturas, religiones, pensamientos, razas diferentes, podamos entendernos, encontrar puentes para compartir lo distinto y así formar un hermoso arco iris, que es el signo del amor de Dios a los humanos.
Cierto, no son las religiones las que separan, sino su mala comprensión y la mala manera de vivirlas. Pero aún así hay que reconocer que, si en las religiones está la fuente de la bondad suprema, también hay en ellas algo que puede corromper esa suprema bondad y convertirla en maldad suprema. Hay un refrán latino que dice algo así: cuando lo bueno se corrompe aparece lo peor. En este terreno los principales responsables (de la buena y mala comprensión) son los líderes religiosos y, a su modo, los “publicistas” y “escritores” de tema religioso; o sea, todos los que tienen alguna influencia para formar conciencias.
El Papa Francisco acaba de publicar un escrito sobre la misericordia como pilar fundamental de la fe cristiana. La misericordia es un modo concreto de amar, precisamente al hermano necesitado, al hermano que padece alguna miseria. Porque la verdadera pregunta frente a una persona que lo pasa mal, no es si es culpable o inocente. La verdadera cuestión es que sufre y Dios no quiere que sufra. Quiere que sea feliz.