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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Ago
2012

Asunción: fiesta de la Virgen muerta

7 comentarios

Lo de la Virgen muerta es otra perspectiva. Más realista. Porque el único modo de subir al Padre es por medio de la muerte. Ocurrió con Jesús de Nazaret. Ocurrió con su madre. Ha ocurrido con los que nos ha precedido en el signo de la fe. Y ocurrirá con cada uno de nosotros. Al celebrar la asunción de la Virgen, resulta oportuno recordar lo que decía el Vaticano II: que María es el tipo y ejemplar más acabado de toda vida cristiana. La fiesta de la Asunción puede entenderse desde un doble enfoque: con ella ocurre algo único o con ella acontece aquello a lo que todos estamos destinados. Hay un verso de la liturgia castellana de las primeras vísperas de la fiesta que sintetiza el logro de nuestra esperanza, realizada en María: “¡Dichosa la muerte / que tal vida os causa! / ¡Dichosa la suerte / final de quien ama!”.
 

La muerte es el paso a la vida y para aquellos que viven unidos a Cristo (y viven unidos a Cristo, aunque no lo sepan, aquellos que aman) su suerte es dichosa, su destino es feliz, su meta es la vida que no acaba. La fiesta de la Asunción orienta hacia un aspecto fundamental de la escatología cristiana: la salvación integra todas las dimensiones de lo humano. Si no fuera así, si algo nos faltase, nuestra felicidad sería incompleta. Lo que acontece en María, estar unida a Cristo glorioso con toda su realidad, es el buen modo de estar al que todos estamos llamados. Este buen modo de estar en la gloria celestial implica necesariamente dejar esta morada terrena. Una morada en la que nos sentimos a gusto, pero que, debido a nuestra finitud y limitación, tiene un término, un final. Este final es la muerte. Pues bien, la esperanza cristiana, a la luz del misterio de la resurrección de Cristo, afirma que hay un modo de vivir y de morir que no desemboca en el vacío, sino en la gloria del cielo.
 

La fiesta de la Asunción, que es también la fiesta de la virgen muerta (tal como recuerdan muchas representaciones iconográficas de los países mediterráneos), es la celebración de una muerte que, a la luz de Cristo, puede ser dichosa: “¡Dichosa la muerte, que tal vida os causa!”, Para los creyentes, hay una muerte que no es muerte: “la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrena, se nos prepara en el cielo una mansión eterna”, dice uno de los prefacios de la liturgia eucarística. Lo que afirmamos de María es lo que Dios prepara para todos. Nosotros nos alegramos, en la fiesta de la Asunción, de verlo realizado en una de nuestra raza.

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Juan
12 de agosto de 2012 a las 21:30

La declaración de la muerte de una madre es una mala y triste noticia. Ciertamente, todo el que nace tiene que morir. Pero en el caso de la Virgen Maria, y por ser la Madre de Jesús, se nos había dicho a los católicos de mi generación, que Ella se fuera al cielo, en cuerpo y alma, después de un sueño suave..Todo acontecimiento milagroso es un tanto sospechoso: Será posible que el cuerpo glorioso de María todavía espere el día de la resurrección de los muertos pa subir al Cielo?

Martín Gelabert
13 de agosto de 2012 a las 13:32

El comentario de Juan me mueve a hacer dos aclaraciones:
1.- Que la Virgen murió, para unirse así a la muerte de Cristo y poder participar de su resurrección (como ocurre con todos los que mueren "en el Señor") me parece un dato teológicamente incontrovertible. Otra cosa son las representaciones que se han hecho del misterio de la Asunción.
2.- Lo propio del dogma de la Asunción es eso que dice Juan: que María subió (imagen espacial; valdría decir: que María se encuentra, que con la muerte se realizó el paso de entrar en el cielo) "en cuerpo y alma" a los cielos. Yo lo he traducido de esta manera: la salvación integra todas las dimensiones de lo humano; María está con Cristo glorioso con toda su realidad (realidad que incluye las dimensiones corporales de lo humano; ¿de qué modo? Con un cuerpo glorioso, un cuerpo lleno del Espíritu de Dios, un cuerpo como el de Cristo resucitado). Y he añadido: este estar con Cristo con toda nuestra realidad es el buen modo de estar. La fiesta de la Asunción es un buen recordatorio de que María es el prototipo cristiano y eclesial de este buen modo de estar.

esperanza escatológica
13 de agosto de 2012 a las 18:48

Parece que hay cierta dificultad en admitir la imagen del cuerpo-cadaver de María de Nazaret,la Virgen María . Caravaggio pintó la Virgen muerta. En su momento tuvo problemas, pues se le tachó de demasiado naturalista. Muchos identifican muerte con corrupción del cuerpo en el sepulcro. El cadaver de María está más cercano a la pintura de Caravaggio que a muchas representaciones sobrenaturalizadas que se refieren a la dormición de María. María no es una diosa. Por fortuna para nosotros. La Asunción es la fiesta de nuestra esperanza escatológica. Felicidades.

Gracias fray Martín,voz de una evangelización siempre nueva

Mercedes
13 de agosto de 2012 a las 19:27

Gracias por sus siempre magn'ificas enseñanzas !. Personalmente creo en la gloria que se nos tiene reservada en el cielo y,sin embargo tengo miedo a la muerte, es mas,me aferro a la vida aun cuando estoy cansada y a veces desesperada . Como puedo compaginar estas dos diferentes posturas ? No debería tener miedo , sino todo lo contrario....Le ruego a Dios todos los días que me ayude en ese momento a aceptar mi finitud y a estar alegre puesto que voy a encontrarme con el Padre

Mostaza
15 de agosto de 2012 a las 15:43

La pregunta que hace Juan es muy interesante pero la respuesta, aunque intenta razonarlo con criterio actual, no me acaba de convencer. No dudo que María está junto a su hijo en la "dimensión celestial", pero lo de resucitada...Toda la humanidad esperamos ese gozoso momento y eso no me aparta un ápice del amor, respeto y admiración que siento por María de Nazaret, mi "Madre" regalada por el resucitado.

muerte-resurrección
15 de agosto de 2012 a las 19:30

Se plantea un tema interesante sobre la muerte-resurrección. Algunos teólogos afirman que la muerte-juicio-resurrección se da al mismo tiempo. No olvidemos que despuès de la muerte entramos en el no-tiempo, no espacio, cronológico-histórico. En ese espacio en Dios para el hombre que nos recuerda hoy Benedicto XVI. Podría decirse que desde el lado del hombre el desarrollo es secuencial en tiempo-espacio. Desde el lado de Dios, desde la otra orilla, todo ocurre en un ahora infinito.

Un físico cuántico diría que es la fiesta de los muertos-vivientes ( el gato de Schrödinger -:)_

Magnificat anima mea Dómini. Felicidades a quienes celebran su onomástica.

mercedes
21 de agosto de 2020 a las 16:29

Hay una sana intuición en todo esto que no necesita de dogmatismos impuestos y expresados de forma que complican mas que ayudan
Gracias por toda esta feflexión

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