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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
Abr
2010

Amor y libertad, una mutua interrelación

5 comentarios

Me gusta el comienzo de uno de los himnos de la liturgia de las horas: “solo desde el amor la libertad germina”. A veces me dan ganas de añadir: y solo desde la libertad germina el amor. Según dice el himno un clima de amor hace posible la libertad, porque solo cuando hay amor las personas pueden manifestarse como son, sin miedo a ser condenadas o juzgadas. El amor hace posibles unas relaciones sanas, equilibradas, en las que cada uno hace lo que quiere, pero quiere siempre el bien del otro. No es menos cierto que un clima de libertad hace posible el amor, porque el amor no puede nacer donde hay miedo, donde hay coacción, donde uno quiere imponerse al otro, donde uno manda y otros obedecen, donde uno se cree dueño exclusivo de la razón. No hay libertad sin amor, pero tampoco hay amor sin libertad.

La Iglesia, según dice una de las plegarias eucarísticas, es un “recinto de amor y libertad”, y eso hace posible que todos encuentren en ella “un motivo para seguir esperando”. Esto no es teoría, esto es la ley de la fe, ya que es también la ley de la oración. Creemos lo que oramos y oramos lo que creemos. Pero lo que creemos y oramos encuentra la prueba de su autenticidad en lo que hacemos. La oración y la fe invitan a una acción consecuente. De lo contrario se produce una ruptura entre fe y vida que, al decir de los últimos Papas, es uno de los más graves errores de nuestro tiempo. Y con la ruptura la Iglesia pierde credibilidad. Más aún, si la libertad es siempre para el bien, cuando ésta se utiliza para abusar del otro se destruye, a la vez, la libertad y el amor. Y cuando uno destruye, la sociedad –la sociedad eclesial la primera- tiene obligación de impedirlo, precisamente en nombre del amor y de la libertad.

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Bernardo
11 de abril de 2010 a las 18:05

Esta mañana temprano he terminado de leer, así de corrido, el magnífico volumen de Santiago Madrigal que recoge las impresiones de Cangar y De Lubac sobre el Concilio. Además están los semidiarios de Phillips, el redactor en gran parte de LG y de S. Tromp, el que empezó siendo el encargado de redactar el De Ecclesia y acabó sustituido por Phillips. Es maravilloso seguir el desarrollo del Concilio desde los preparativos hasta la clausura de la mano de las impresiones de sus protagonistas. No es una historia del Concilio, que ya hizo magníficamente Alberigo con su equipo de l'officina Bolognesa, sino de una cierta intrahistoria que destapa un como "ardid del Espíritu".
Pues bien, al hilo de tu reflexión de hoy, se me ocurría que fueron años aquellos en los que fue fácil que todos se comportaran con libertad en la Iglesia: los "romanos" porque seguían teniendo el poder, y los antes condenados como Congar o De Lubac, por la protección papal al designarlos consultores del Concilio. Ese clima de libertad condicionada, como toda libertad, hizo posible algo que poco antes parecía imposible. Lo único que todos intentaron evitar fue la destrucción del adversario. Se dijeron y se hicieron cosas duras para defender las propias posiciones, pero nunca se destruyó al otro por medios ilícitos, como quizás hoy se está haciendo en la ciudad de las siete colinas.

Armando
12 de abril de 2010 a las 04:43

Estimado hno Martin,gracias por esta oportunidad,pertenezco al Moviniento Catolico 1ra de Corintiod 13 Lima-Perú,recientemente reconocido por ntra santa Iglesia.es verdad q donde hay miedo no hay amor.se que cuando hayamor hay libertad.la libertad es un don de Dios y ese don lo utilizaremos siempre en la presencia de Dios y en el temor a él(esto es tambien otro don).
Del amor nace la autoridad.hablo del amor al projimo,como enseño Jesus.Hno considero muy "culturada" muy academico y casi con lenguaje dificil.el espiritu no puede tener "ardid" por cuanto el espiritu de cada persona es el mismo espiritu de Dios.No estoy hablando de los pecados del hombre.mas bien hablen claro y no se sientan "diferentes" escribiendo dificil como cuando en vez de decir Roma dicen "...la ciudad de las 7 colinas".
Amen a la iglesia y a todos los que la dirijan,asi tengan errores algunos de ello,es Dios quien los correjira en su tiempo.El apostol Santiago ,por revelacion de Dios,nos enseña que estamos prohibidos de juzgar.Gracias y que el espiritu de Dios este con Uds.

Cata
12 de abril de 2010 a las 07:52

Tal vez a pesar de todo, la Iglesia sigue siendo lugar de libertad y amor, La Iglesia somos todos y todos la hacemos como es, cuando tengo un dedo enfermo me afecta a todo mi cuerpo, pero cuando tengo el corazon sano eso me salva la vida. De la misma manera, aunque algunos dedo esten con gangrena y se van a apmotar solos, aunque ellos no quieran porque viven mejor pegados al cuerpo y que este lo mantenga porque no saben vivir sin el, si el corazon esta sano y existen santos estos mantendran viva la Iglesia. No preocuparse , solo estar unidos a Cristo, no es una obra mia, ni de nadie.La barca no se hunde por mas aire, al inal siempre esta El ahi diciendo; soy yo, no temas.

Aún
12 de abril de 2010 a las 10:52

En este tiempo necesitamos una mirada utópica sobre nosotros mismos sobre la Iglesia y la humanidad. No vayamos a caer en un victimismo y hacer de los problemas de la Iglesia el epicentro de los problemas de la humanidad, cuando parece que el Apocalipsis se desgrana cada día ante nosotros, afectando a la mayor parte de la humanidad.La mayor parte de nosotros aún comemos de caliente cada día.

¿Llega el mensaje evangélico con tanta interferencia derivada de una estructura de poder piramidal- ¿ de pecado,incluso de delito? ¿ Es delito la injusticia ejercida desde estructuras de pecado ? Vayamos a la raiz. Y si es necesario hacia un Concilio Vaticano III que plantee a tiempo real los verdaderos retos que tiene la Iglesia para que entre sus miembros sea posible ese Amor en Libertad buscando todos la Verdad. Somos responsables del Amor y la Libertad de los otros-todos. Y ello tiene derivaciones sociales políticas, no solo religiosas, y consecuentemente habrá que dejar resueltas en Justicia y Misericordia las deudas del pasado. Solo así nuestras palabras serán creibles, y acordes a nuestros actos. Ajustados al mensaje de Jesucristo

Necesitamos renovar nuestra conciencia colectiva en las relaciones interpersonales donde fluya la brisa suave de Amor-Libertad de la Ruah: Volverán a decir de la Iglesia, de nosotros como comunidad fraterna a imagen Trinitaria: ¡ Mirad como se aman!.
La U-topía, ese todavía no, da alas a la esperanza.Aún

Desiderio
12 de abril de 2010 a las 15:48

No sé yo si a veces le pedimos a la Iglesia, entendiéndola a nivel humano, más de lo que puede dar. La Iglesia la formamos personas, personas de carne y hueso, y que por suerte o por desgracia estamos muy lejos de ser perfectos. Hablas de coherencia entre lo que creemos, lo que oramos y lo que hacemos. Bien, ¿quién es el primero que puede decir que es coherente, con toda la profundidad que se le pueda dar a esta expresión?, ¿quién puede decir que es coherente con su vida, que es coherente en su vida, con el mensaje que ha recibido y que debe ofrecer a los demás testimonialmente?, ¿quién puede afirmar que ofrece verdadero amor y verdadera libertad a los demás, y quizá de forma más manifiesta a aquellos con los que se rodea cotidianamente, con los que el roce diario nos hace tomarnos ciertas confianzas que si se sacaran a la luz pública a lo mejor nos sentiríamos un tanto avergonzados? En nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras parroquias,… ¿quién no conoce rencillas, celos, divisiones, condenas, chantajes,… que dan muestra de una actitud un tanto alejada de la que se pretende con ese clima de amor y libertad? Yo creo que en general todos sabemos a dónde queremos llegar, aunque nuestra miseria sea sabernos distantes de esa meta. Entiendo que esa miseria nuestra nos ayuda a ser más comprensivos con los demás, lo cual no implica disculparlo todo, ni mucho menos, pero sí, a lo mejor, ir juntos de la mano hacia esa meta que constituye nuestra esperanza.

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