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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Ene
2012

Al prójimo como a tí mismo

5 comentarios

Sigo hablando del amor. Me detengo en el segundo mandamiento: “amarás a tú prójimo como a ti mismo”. Ofrezco algunas reflexiones que, de tan obvias, pueden pasar desapercibidas. La palabra prójimo significa el que en cada caso, el que precisamente en el momento de amar, está más próximo; aquel que, en este momento, haya sido lo que haya sido y sea lo que vaya a ser después, es para mí en este instante tan sólo el más próximo. De esta manera el amor al prójimo se abre, sin escapatoria posible, a todos los seres humanos. Porque el prójimo es el representante de todos: no se le ama por sí mismo, por su hermoso rostro, sino sólo porque precisamente está ahí como el más próximo. En este mismo lugar podría estar igualmente otro. Todo prójimo puede ser cualquiera. No es lícito preguntar, distinguir.
 

A este prójimo hay que amarle como a sí mismo. El “como a ti mismo” va mucho más allá de la forma restringida: haz a tu prójimo lo que querrías que hicieran contigo. Como a ti mismo indica: tú prójimo es como tú. El hombre no debe renegar de sí. En el “cómo a ti mismo” no se le dice: “eso eres tú”. No, muy al contrario. Se le pone delante un prójimo y de él, y sólo de él, se le dice: “él es como tú”. Como tú, o sea: no tú. Tú sigues siendo tú y debes seguir siéndolo. Pero a él no debes considerarlo un ello. El es un tú como tú. O sea, un yo. Precisamente por eso no puedes no amarlo.
 

Entonces, ¿por qué se me recuerda que es un deber amar al prójimo? Porque desgraciadamente el ser humano, en su egoísmo innato, tiende siempre a amarse a sí mismo. El sólo amor a uno mismo termina desembocando en el odio al otro. Sólo el mandamiento, que se presenta como sabiduría divina, me recuerda que el prójimo no es “otro”, sino un “sí mismo”.

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Juanjo
9 de enero de 2012 a las 17:04

Claro y directo post que no necesita demasiada explicación ni comentario. Lo único que exige es “implicación”.
Sí que cabe, quizá una invitación a dejar de considerase uno el ombligo del mundo alrededor del cual giran los prójimos y a los que hay que “hacer favores” en función de determinados criterios. Uno no puede olvidar la parábola del buen samaritano ¿“Quien crees tú que SE HIZO prójimo”?
El error que a veces cometamos esté en pensar que el prójimo lo puedo determinar yo, cuando Jesús nos dice que el prójimo se nos impone.

Oscar
10 de enero de 2012 a las 11:45

Con eso del prójimo yo tengo a veces la sensación de que nos comportamos como el letrado de la parábola del buen samaritano, y nos limitamos a preguntar: ¿quién es mi prójimo? Quiero decir, que nos dedicamos a hacer disquisiciones sobre el prójimo cuando en realidad lo que hay que hacer es acercarse al herido y cuidarle.

Mercedes
10 de enero de 2012 a las 16:38

Al prójimo hay que aceptarlo con sus defectos y sus virtudes, respetando su particular y singular forma de ser ,como si fuéramos nosotros mismos .Pero, que hay que hacer cuando ese prójimo nos hace daño repetidamente ? Nos hemos de apartar de él ?

javier
11 de enero de 2012 a las 12:46

Para acercarse al prójimo hay que "desaprender" mucho. Juicios de valor, prejuicios de tipo cultural, etc. Desaprender, como en la evangelización, no dar nada por sabido.

José Gutiérrez Aranda
2 de noviembre de 2018 a las 23:26

Nuestra relación se basa en el amor amar a Dios y al prójimo como a ti mismo no podemos decir qué amamos a Dios y nos amamos al prójimo San Juan de la Cruz decía que al atardecer de la vida te examinarán del amor

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