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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

5
Feb
2008
Promover un humanismo pleno
0 comentarios

Ahora que han pasado 40 años es bueno recordar a la encíclica Populorum Progressio. Ella nos envía a la preocupación más fundamental, importante y básica que debe tener la Iglesia, a saber, que sigue habiendo pobres y que ellos son sus primeros clientes. No es fácil sintetizar la intención de un texto todavía actual. Un buen resumen de la intención de Pablo VI podría ser el promover un humanismo pleno, que es otro modo de designar la salvación cristiana. Porque no hay humanismo pleno sin Dios y no hay plenitud en Dios sin humanidad, sin “el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas”.

La encíclica alude expresamente a algunos autores del ámbito francófono. Son buenos compañeros de viaje, y denotan el clima mental en el que se movía este gran Papa. En primer lugar el filósofo Jacques Maritain, promotor de la declaración de los derechos humanos por la Asamblea de la ONU en 1948. La expresión “humanismo pleno” que utiliza la encíclica, está inspirada en el título de un libro suyo: “El humanismo integral”. A Pablo VI también le gustaba citar un texto del jesuita Henri de Lubac: “el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero, al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano”.

Hay dos dominicos nombrados por la encíclica: Louis Joseph Lebret (uno de los inspiradores del texto, eso si no es el redactor), convencido de que no bastan los aspectos afectivos para acercarse a los necesitados, sino que se hace necesario un cambio profundo de estructuras; y M.D. Chenu, del que se cita una de sus mejores aportaciones al pensamiento teológico: la teología del trabajo como lugar en el que los hombres descubren que son hermanos. Hay una frase del P. Chenu que, aunque no se encuentra en la encíclica, encaja bien con su pensamiento: “siendo la mejor civilización en la ciudad de los hombres es como la civilización puede calificarse de cristiana” (St. Thomas d’Aquin et la théologie, 17).

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1
Feb
2008
Nota episcopal ante las elecciones
14 comentarios

Mi artículo de ayer apareció antes de hacerse pública la nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal a propósito de las próximas elecciones. Algunos de los comentarios hechos al artículo se refieren a esta nota. Confieso que antes de leerlos no tenía ninguna intención de entrar en este tema. Porque tengo la impresión de que la nota no cambiará el sentido de prácticamente ningún voto. Los que pensaban votar “A” van a seguir haciéndolo a pesar de la nota. Y los que pensaban votar “B” lo seguirán haciendo ratificados por la nota.

Hay decisiones en la vida que son personales: casarme o no, casarme con una u otra persona, tener más o menos hijos. Y también votar. En todos estos casos la decisión es sólo mía. Es bueno escuchar, informarse, consultar. Pero la responsabilidad es mía. Y porque se trata de responsabilidad personal mi deber es respetar la decisión libre de mis prójimos, a los que debo suponer la madurez que ellos me suponen a mi.

Los programas políticos no están hechos con criterios religiosos ni su ámbito es el religioso. Gracias a Dios. Porque si así fuera (como parece que es el caso de algunos partidos islamistas) serían excluyentes o fundamentalistas. “No es tarea de la Iglesia, dice Benedicto XVI, el que ella misma haga valer políticamente su doctrina: quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia”.

El interés de los políticos es principalmente la búsqueda del poder. Ellos saben que, en democracia, el poder se consigue convenciendo de la bondad de sus propuestas. Pero quien juzga de si lo que proponen es bueno para mi, soy yo. En función de mi cultura, mi educación, mi fe religiosa. Teniendo en cuenta, además, que me proponen un “paquete” en el que hay cosas buenas, regulares y malas. En todos los paquetes. Y no puedo tomar sólo una parte del paquete. Es el límite de toda democracia (también de la dominicana). A partir de todo eso es cómo decido el sentido de mi voto. O de mi abstención.

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31
Ene
2008
Las apariencias engañan
6 comentarios

Tal como me lo han contado lo cuento. Pero como no lo he visto, es posible que algún detalle no sea del todo exacto. Me han dicho que puedo dar nombres. Ayer, en Tele5, en el programa “Caiga quién caiga”, una abuelita perseguía con su nietecita al Presidente de la Generalitat Valenciana, Sr. Camps, increpándole porque la niña recibía clases en unos barracones sin condiciones en los que se pasaba frío en invierno y calor en verano. Dos profesoras del Colegio de San Vicente Ferrer de los Padres Dominicos de Valencia vieron el programa y reconocieron a niña y abuela. La niña lleva cuatro años matriculada en el susodicho colegio que dispone de calefacción y no tiene ninguna de sus aulas en barracón alguno. Añaden mis fuentes que la empresa Tele5 hizo un casting para buscar los personajes adecuados para salir en su programa.

Ayer, en el artículo que escribí, no quise dar nombres. Porque no vale la pena y porque el obispo en cuestión es una buena persona. Pero me ratifico en que las preguntas no estaban pactadas previamente. Quité el enlace que tenía preparado. Hoy doy datos, como los di en el artículo que titulé “montajes interesados”, del que por cierto he recibido después de su publicación nuevas copias del montaje, para tratar de convencerme de lo mal que está el mundo. Sin duda el mundo está mal en algunas cosas y bien en otras. Eso sí, en este mundo hay mucho crédulo. Crédulo es el que acepta lo que se le dice sin juicio previo, sin pasarlo por el tamiz de la crítica. La credulidad está muy emparentada con horóscopos y visiones. ¡Y hay que ver la cantidad de televisiones locales que con números telefónicos de esos caros ofrecen lecturas de tarot y asimilados! Y, por lo que apareció ayer en la tele amiga, está claro que muchas informaciones de prensa y televisión fomentan la credulidad. ¡Para que luego digan que la gente no cree en nada y que la fe está en retroceso! Está en retroceso la buena fe, la digna fe cristiana. Pero la credulidad aumenta a pasos agigantados.

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30
Ene
2008
Calificación teológica de las entrevistas
1 comentarios

Al cumplirse los dos años de estar al frente de una determinada diócesis, un importante periódico de la provincia entrevista al obispo. Nombres, lugares… es lo de menos. Lo primero que llama la atención es el tipo de preguntas: ¿Qué interesa a la periodista? ¿La vida de las comunidades cristianas, la animación pastoral de la diócesis, la formación teológica de laicos y clérigos? De ningún modo. Interesa “lo de siempre”: aborto, divorcio, matrimonios homosexuales y educación para la ciudadanía. A veces parece que el entrevistado no sabe cómo salir del apuro. Y responde con respuestas que merecerían mayor precisión. En mi opinión este tipo de respuestas no aportan nada nuevo y no estimulan la vida cristiana. Se prestan incluso a ser mal interpretadas.

Este tipo de declaraciones me brinda la oportunidad de recordar el distinto valor de las intervenciones del Magisterio. Fundamentalmente son tres los criterios que hay que considerar para saber a qué atenerse, siempre desde un punto de vista católico: autor de la enseñanza (¿quién lo dice?), contenido de la enseñanza (¿de qué habla?), modo de la enseñanza (¿cómo, dónde lo dice?). En relación al tercer criterio, el modo de la enseñanza, importa aclarar que no es lo mismo una encíclica que una carta pastoral o que una homilía. Pues bien, la entrevista periodística tendría, a mi modo de ver, la más baja calificación teológica. Esta baja calificación va unida a una gran difusión. Debido a la difusión, si el contenido es importante, entonces vale la pena pagar el precio de una baja calificación en el tercer criterio. Pero sin olvidar que los contenidos además de fondo tienen forma.

Toda palabra pronunciada tiene sus riesgos. Hay riesgos debidos a la reacción del oyente, cuando por ejemplo, se siente interpelado o denunciado. Hay riesgos debidos a nuestros malos modos de comunicar. Estos son lo que habría que evitar.

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27
Ene
2008
Montajes interesados
2 comentarios

Confieso que he estado a punto de cometer un error. Me explico: de vez en cuando recibo documentos de distinta índole que me envía gente conocida. No suelo hacer mucho caso de este tipo de envíos y nunca los reenvío. Pero hace unos días recibí un montaje en Power-Point que me dejo desconcertado. Se trataba de unas imágenes que pretendían mostrar que en Taiwan había una gran demanda de bebes o fetos muertos para ser utilizados como comida. Me quedé horrorizado y al mismo tiempo pensativo. Incluso llegué a escribir un comentario para colgarlo en este blog, que concluía con unas palabras sobre la necesidad de una razón ética de la humanidad, tomadas del discurso que el Papa tenía preparado y no pudo pronunciar el pasado 16 de enero en la Universidad romana de “La Sapienza”.

Este montaje con estas horrorosas fotos lleva varios meses circulando por internet. Pero es falso, y las fotografías son parte de una exposición “de arte” creada por un polémico artista chino. De lo que se deduce una sabía lección que resulta oportuna, dada la proximidad de las elecciones en nuestro país: las informaciones no sólo hay que confirmarlas, sino que una vez confirmadas hay que seguir siendo críticos con ellas, pues los hechos pueden estar motivados por intereses. Cuanto más sorprendente, llamativa o escandalosa resulte una información, con mayor cautela debe ser tratada. No hay informaciones neutrales. Tampoco las eclesiales lo son. De ahí la necesidad de contrastar, tener criterio, no quedarse con la primera impresión, considerar la verdad como una búsqueda permanente, estar vigilantes ante la presión de intereses y grupos de poder. Tengo la impresión de que en muchos momentos falta reflexión, espíritu crítico y pasión por la verdad; y sobran actitudes interesadas y viscerales. A veces nos dejamos impresionar por aquello que confirma nuestros intereses, incluso con la buena intención de notar “lo malos que son los otros”.

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24
Ene
2008
Dignidad humana
2 comentarios

La historia se la he oído a uno de sus protagonistas. Ocurrió en un pequeño país pobre y violento, en el que cada día emigran a Estados Unidos 500 de sus jóvenes. Su nombre no es significativo, porque allí no hay salvación para los pobres: El Salvador (tiene 6 millones y medio de habitantes dentro y hay dos millones y medio de salvadoreños fuera del país). Una joven, que ha decidido pasar ilegalmente a Estados Unidos, va a pedir la bendición de su párroco, un sensato y venerable varón. Y le dice: “es posible que me maten al cruzar el río (que separa México de Estados Unidos) y es posible que me violen. Le pido permiso para ponerme una inyección para que durante un mes no pueda quedar embarazada”.

¿Qué decir? ¿Reprocharemos a esta cristiana el no estar abierta a la vida? Antes de llegar al sexto, es preferible hablar del primer mandamiento, interpretado cristológicamente: los atentados contra la dignidad humana son atentados contra Dios. La dignidad humana de los pobres de El Salvador (en un doble sentido: pobres que habitan este país y pobres de todos los lugares que son hijos de un Dios que salva) es muy sencilla: poder comer, tener trabajo, vivienda, educación, y alguna pequeña alegría. La dignidad humana nos exige clamar contra la corrupción y la injusticia. Eso es lo que hacía Mons. Oscar Arnulfo Romero. Por eso lo mataron. Me dicen que su actual sucesor, al ser nombrado, recibió dos millones de dólares para arreglar la Catedral. En contextos así se necesita espíritu de discernimiento, para no limitarnos a pedir oraciones cuando se atenta contra la dignidad humana. Ya decían los profetas que, cuando no hay justicia, Dios no escucha la oración.

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20
Ene
2008
Profetas y teólogos
9 comentarios

Acabo de llegar de Guatemala. He tenido el privilegio de ayudar en el primer Encuentro de jóvenes dominicos centroamericanos y en el Retiro Espiritual de los frailes de la Provincia de San Vicente Ferrer de Centroamérica. Regreso muy satisfecho por la vida que he visto y las experiencias apostólicas que he escuchado. Los frailes centroamericanos más jóvenes están agradecidos con sus mayores, sus predecesores españoles en la misión, y la continúan con nuevos bríos y fidelidad creadora. Son sensibles a la situación de pobreza de sus países, están marcados por las guerras y dictaduras que han sufrido, recuerdan con admiración a sus mártires. Son distintos, plurales, pero se sienten unidos en Sto. Domingo y en una apasionante tarea. Tienen presente y futuro.

No he podido visitar las zonas más pobres en las que trabajan. Me he quedado en la ciudad. Una extensa ciudad de cuatro millones de habitantes, con precarios asentamientos de chabolas, casas bajas, gente sencilla, muchas capillas protestantes y cuatro centros/conventos de dominicos. Me ha llamado la atención ver en la puerta de prácticamente todos los comercios, restaurantes, museos, iglesias y colegios a guardias de seguridad con la metralleta en la mano. Hay violencia, bandas de delincuentes organizados, 14 asesinatos diarios y altas cotas de analfabetismo. Hay corrupción, mucha necesidad y, en medio de todo esto, algunas bolsas de riqueza.

En este contexto trabajan los jóvenes y no tan jóvenes con los que he tratado. En ellos he visto la difícil conjunción entre profecía y teología. Son gente preparada, conscientes de la necesidad de apoyar su misión profética en la reflexión teológica, como el celo apostólico de Las Casas buscó la teología de Vitoria, maestro famoso de la Universidad de Salamanca y su hermano en religión. Con estos frailes he podido rezar. Me he dado cuenta de que la oración por los pobres tiene otro sonido cuando la hacen quienes están cerca de ellos y cantan a un Dios rebelde, que es otro modo de designar al Dios de gracia y amor luchando noche y día contra la injusticia de la humanidad.

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9
Ene
2008
Cuando digo Dios...
17 comentarios

Cuando digo “Dios”, ¿qué entiende la gente? Es una buena pregunta. Mejor que otra que solemos hacernos: ¿qué pretendo decir? Importa mucho lo que pretendo decir, pero importa más lo que otros entienden cuando digo lo que digo. Porque si no entienden lo que digo, o si entienden incluso lo contrario, ocurre algo malo: lo que digo, al ser mal interpretado, produce efectos contrarios a los que pretendo. Sin duda lo que el oyente entiende no está bajo mi control. Pero esto no sirve de consuelo si no hago todo lo que está en mi mano para que me entienda bien. Para ello tendré que conocer la situación en la que se encuentran mis oyentes, sus modos de percibir, sus problemas, dificultades, presupuestos o prejuicios.

En la Iglesia española parece que tenemos un problema: cuando algunos cristianos dicen “Dios”, la gente entiende “otra cosa”. ¿Acaso no nos expresamos bien? Sin duda siempre es posible mejorar las expresiones. Pero también es verdad que muchos oyentes sólo quieren escucharse a sí mismos. No hay voluntad de verdad. No hay voluntad de escucha. Y por eso no hay voluntad de creer. La situación no es fácil. No acabamos de encontrar un terreno común en el que podamos, al menos, entendernos unos y otros sin sentirnos descalificados. Entenderse no quiere decir aceptar la posición del otro, pero sí hacer un esfuerzo para comprenderla. A los creyentes nos toca movernos con dignidad en ambientes no demasiado favorables a las posiciones evangélicas más exigentes. Esta dignidad creyente presupone, por parte nuestra, una coherencia entre fe y vida; también una actitud respetuosa con la libertad ajena. Supone, sobre todo, una presentación positiva del mensaje de salvación. ¿Puede presentarse de otra manera?

Jesús era bien consciente de que los suyos no son del mundo, pero sí que están en el mundo. Un mundo en el que tendrán dificultades, pero un mundo al que deben evangelizar. Evangelizar: sí, decir una buena noticia, alentadora, positiva, gratificante. ¿Cómo decir una buena noticia haciendo notar que algunas posiciones no son del todo buenas? Se puede porque esta buena noticia exige una conversión para ser aceptada. Pero eso sí, para que la denuncia de la falta de bondad de algunas posiciones tenga posibilidades de ser entendida, hay que comenzar por detectar lo bueno que también hay en esas posiciones no tan buenas. Si no empezamos por ahí, entonces seremos rechazados, calificados de intrusos a los que nadie ha llamado. Seguro que en esas “otras maneras” hay algunas cosas buenas. ¿Por qué no detectarlas, por qué no señalarlas? Desde lo bueno se puede ir a lo mejor.

Pero, sobre todo, conviene tener muy claro que la bondad de lo mío no depende de la buena o mala postura de los demás. Lo mío no queda descalificado porque otros no lo compartan o porque no lo acepten. Eso sí: cuando otros no lo aceptan, es bueno preguntarse (al menos de vez en cuando) cuál es la imagen que damos. No la que queremos dar. La que los otros ven y, porque la ven, la damos.

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6
Ene
2008
Ser uno en Cristo Jesús
7 comentarios

En Cristo Jesús “no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ni bárbaro ni escita” (Gal 4,28 con Col 3,11). Unidos a Jesucristo desaparecen las diferencias culturales, sociales, sexuales, nacionales y raciales. Y, sin embargo, el varón sigue siendo varón, la mujer sigue siendo mujer, y el griego sigue hablando griego. La unidad no suprime las diferencias. Unidad no es uniformidad. De hecho siempre ha habido en la Iglesia un legítimo pluralismo litúrgico o teológico. Siempre ha habido carismas, ministerios y estados de vida distintos. Y esos carismas, ministerios, modos de vida, y modos de celebrar o de pensar la fe, son necesarios en la Iglesia.

Ocurre que hay quién se cree único, o cuando menos el mejor o el más importante. Y ahí empiezan las divisiones. Lo más triste es que a veces el que divide acusa a los otros de falta de unidad. Entiende la unidad al modo político. Llama la atención que sean precisamente los partidos políticos minoritarios los que más hablan de unidad, hasta el punto de hacer de ella el reclamo de su identidad: Unión Valenciana, Unión Mallorquina, Convergencia y Unión, Izquierda Unida. En el mundo los que hablan de unidad son los menos unidos, o entienden que vivir unidos es pasarse “con armas y bagajes” a su grupo, a su modo de pensar, de vivir o de vestir.

La unidad en la Iglesia es unidad en el amor. No todos hacemos lo mismo, ni tenemos la misma sensibilidad, pero podemos reconocer en el otro, en el distinto, a un trabajador por el Reino, a un seguidor de Jesús en circunstancias diferentes a las mías. Si reconozco en el carisma distinto al mío algo que también es mío, puedo solidarizarme con él, apoyarle, ver en el otro una extensión de mi yo, alguien que me ayuda a ver otras cosas, otros aspectos de la misma Iglesia. Cuando al que tiene una teología distinta, una sensibilidad eclesial diferente, otros gustos litúrgicos, le considero un rival, un enemigo, uno que “no es de los nuestros”, ¿quién rompe, quién divide?

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26
Dic
2007
Genes poco recomendables
7 comentarios

Los momentos previos que hicieron posible la realista encarnación del Hijo de Dios deparan alguna sorpresa. El evangelista Mateo ofrece la genealogía de Jesús, sus antecedentes familiares, sus genes (genes “metafóricos”, dicho sea para curarme en salud), que como bien sabemos siempre influyen en la personalidad. Pues bien, entre las abuelas y tatarabuelas de Jesús las hay muy poco recomendables. Una de las primeras, Tamar, se dedicaba a fornicar y quedó embarazada a consecuencia de ello. Otra era una prostituta bastante conocida. Se llamaba Rajab, y aparece nombrada varias veces en el Nuevo Testamento, lo que significa que alguna importancia le daban los autores de esos escritos. Hasta el punto de que la carta a los Hebreos presenta a esta ramera como un modelo de fe, porque prostituta y todo como era, también era acogedora y daba alojamiento a gentes en peligro (Hb 11,31).

Entre los varones destaca el pésimo ejemplo del principal y más conocido de los abuelos, David, del que Jesús desciende gracias a que “engendró, de la mujer de Urías, a Salomón” (Mt 1,6), haciendo matar al marido para evitarse problemas. No parecen genes muy presentables. No es de extrañar que, con estos antecedentes, Jesús se dedicara a acercarse a pecadores, prostitutas y gente de mal vivir. Los valoraba positivamente, sacando lo mejor que tenían, y los presentaba como modelos en los que fijarse. ¿Quién lo diría? ¡El mundo al revés! A los que despreciamos a estas personas y nos encanta acercarnos a otro tipo de gente que, como es de suponer, no tienen esa mala fama, nos hubiera gustado más otra genealogía.

Pero así es como Dios quiso acercarse a nosotros y transmitirnos su ADN. Porque, no lo olvidemos, “a los que le recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios” (Jn 1,12). Somos hijos de Dios gracias a este Hijo que no se avergonzó de tener la familia que tenía. Para recordarnos que gentes como las de su familia, son hoy nuestros hermanos y hermanas, y como tales debemos acogerles. Dándoles el calor del alojamiento y no la indiferencia del alejamiento.

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