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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
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9
Abr
2011
La naturaleza apunta a un Misterio
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“La experiencia de la naturaleza nos introduce en el misterio a muchos niveles”, leo en Denis Edwards. En efecto, la física cuántica nos descubre que la realidad es completamente contraintuitiva e inimaginable. Existe, por ejemplo, una dualidad onda-corpúsculo, donde un átomo se comporta bien como onda bien como partícula según las circunstancias. Otro ejemplo: el principio de indeterminación de Heisenberg nos dice que resulta imposible efectuar mediciones precisas o, dicho de otra manera, que el conocimiento del mundo físico tiene sus límites; según el teorema de Gödel cuando los axiomas matemáticos alcanzan un cierto grado de complejidad, no es posible responder sobre la verdad o falsedad de algunos enunciados formulados dentro del marco de tales axiomas. Si Dios es tan complejo como la aritmética, no resulta sorprendente que no pueda demostrarse ni refutarse definitivamente su existencia. Un último ejemplo: una vez han interaccionado entre sí dos entidades cuánticas, mantienen una relación fundamental por mucho que se separen. A estos niveles es fácil sentirse perdido. La ciencia misma muestra sus límites y nos abre a ámbitos distintos de la ciencia.
 

¿Y qué decir a niveles macrocósmicos? En el universo observable hay unas 100.000 millones de galaxias; la nuestra, la Vía Láctea, contiene más de 100.000 millones de estrellas, en las que tienen lugar unos procesos nucleares de potencia inimaginable. En estas y otras muchas experiencias, el sentido común no es una buena guía para conocer la naturaleza. Cabe decir que la naturaleza no tiene sentido o que funciona por puro azar. Uno a veces piensa que llamamos azar al desconocimiento de las causas. O que lo que parece falto de sentido es el verdadero lugar del misterio, un misterio de donde provienen las leyes de la física y el misterio de por qué el universo parece tan extraño. Siguen siendo actuales para la cosmovisión actual las preguntas que Dios dirige a Job desde la tormenta: “¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra, sabes quién fijó sus medidas, dónde se asientan sus bases?, ¿has entrado en las fuentes del mar?, ¿has paseado por el fondo del Abismo?, ¿puedes atar los lazos de las Pléyades o desatar las cuerdas de Orión?”. La grandiosidad de la naturaleza apunta a una realidad todavía más grande.

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6
Abr
2011
El cuerpo de los resucitados
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La ecuación de Einstein (energía igual a masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado) puede ofrecer un modelo para comprender el misterio de la resurrección de la carne. San Pablo se preguntaba con qué cuerpo resucitan los muertos. Respondía: con un cuerpo espiritual, imagen del cuerpo de Cristo resucitado (1Co 15,35.44.48-49). Espiritual aquí no tiene connotación de inmaterial sino de participación en el Espíritu Santo. Se trata de un cuerpo transformado, que no pierde nada de los que nos constituye e individualiza, aunque liberado de todo automatismo y de todo lo que impide que nuestro cuerpo transparente nuestra más auténtica realidad.

El cuerpo resucitado será una forma corpórea que desconocemos. Una forma nueva e inédita, debida a la acción del Espíritu Santo, energía divina que habita el espíritu del ser humano. Y aquí es donde viene en nuestra ayuda la fórmula de Einstein que nos recuerda que la materia tiene unas extrañas afinidades con el espíritu, pues la materia es una especie de vacío, atravesado por partículas, campos de fuerza y flujos de energía, y se encuentra en una constante transformación. No es inverosímil, por tanto, pensar el cuerpo transfigurado como recibiendo una nueva estructura, conservando siempre las huellas de su “yo” único. El hombre seguira siendo el mismo, independientemente del soporte material que le construye y que, en este mundo, puede gastarse y degradarse.

Hoy sabemos que la materia puede transformarse en energía y luz, y que la luz y la energía pueden originar materia. Todo objeto dotado de su propia masa puede convertirse en energía perdiendo un poco de su masa. El sol pierde cada segundo varios millones de toneladas de masa que se convierten en energía, luz y calor. Lo contrario también es posible: la energía puede originar materia dotada de masa. Energía y masa son la misma cosa. Este podría ser un eslabón que nos permite entender el misterio de la resurrección. Ahora bien, esta convergencia de ciencia y fe nunca puede constituir el fundamento de la fe cristiana. Cristo resucitado es el fundamento de nuestra esperanza. De la esperanza de resucitar como miembros de su cuerpo. Pues Él ha resucitado como primicia, como el primero de una larga lista de hermanos.

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4
Abr
2011
El Cuerpo de Cristo circula por internet
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He recibido en varias ocasiones una dramática llamada a boicotear una película que supuestamente está a punto de estrenarse en distintos lugares, entre ellos España, titulada “Corpus Christi”. Película presentada como blasfema porque cuenta una historia de homosexualidad entre Cristo y sus discípulos. Entre los argumentos utilizados para demostrar la maldad del gobierno español que va a permitir la proyección de tales blasfemias no podía faltar el de “con Mahoma no se atreverían”.

 

Se trata de uno más de los muchos hoaxes (engaño) que circulan por internet. Son mensajes de correo electrónico engañosos que se distribuyen en cadena. Algunos tienen textos alarmantes sobre virus informáticos o, peor aún, sobre desgracias que pueden sucederte si no reenvías el mensaje a todos los contactos de tu libreta de direcciones. También hay hoaxes que tientan con la posibilidad de hacerte millonario con sólo reenviar el mensaje o que apelan a la sensibilidad invocando supuestos niños enfermos. Y hay mensajes como el de esta película que no existe, pero que sirven para calentar los ánimos de algunos que se creen más católicos que el mismísimo Jesús de Nazaret que, por cierto, no era católico, sino judío.

Voy a contarles uno de mis muchos pecados. A una de las personas que me envió el alarmante correo, le contesté que me había interesado mucho la información ofrecida y que esperaba con ganas el día de su proyección porque yo pensaba ir a ver esta película. Mi sorpresa, mi mayúscula sorpresa, fue la respuesta que recibí: “pues te vas a fastidiar, porque esta película no existe”. Voy a ponerme en lo mejor: mi corresponsal se enteró de la no existencia de la película después de enviar el correo condenatorio. Pero aún así, ¿no hubiera sido honrado advertir a sus contactos de la falsedad del envío? Pues no, porque así se crean varios ambientes: el identitario (si no existe el enemigo lo inventamos y así reafirmamos nuestra identidad), el contrario al gobierno, el contrario al Islam, y no quiero suponer que se busca crear ambiente contra la homosexualidad. Una pena, penita, pena.

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2
Abr
2011
Lo religioso, lugar ideal para el diablo
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En algunas formas religiosas el diablo encuentra su mejor acomodo. El demonio tiene un extraño gusto por lo religioso, ya que encuentra allí un buen caldo de cultivo para tergiversarlo. Por eso las personas religiosas deben estar muy atentas, no sea que, a la mínima ocasión y casi sin darse cuenta, su religión se haya transformado en religión diabólica.
 

Ejemplos no faltan. Tras el rezo musulmán del pasado viernes, una turba enloquecida atacó la sede de la ONU en la ciudad de Mazar y Sharif y mató a siete trabajadores del organismo internacional. Claro que esta locura tuvo un precedente: la quema de un Corán en una pequeña capilla protestante de Florida. Muy mal la quema del Corán. Desproporcionada y asesina la reacción. Porque el más sagrado de los papeles no vale lo que la gota de sangre de una persona. El que la reacción fuera precedida de la oración en la mezquita, es la prueba evidente de que esta oración estuvo inspirada por el mismísimo diablo, el mismo que inspiró la quema del Corán.
 

Cuando las barbas de tu vecino… En el incansable apostolado que algunos practican por internet, lo último es una llamada a actuar contra una procesión atea convocada en Madrid para el próximo Jueves Santo. Suponiendo que sea verdad (otro día les contaré algunas falsedades que circulan por internet enviadas desde supuestos ámbitos católicos), resulta desproporcionada la reacción suscitada en los que se autoerigen como defensores de la pureza católica. Porque estos “buenos católicos” utilizan amenazas del tipo: “si tienen agallas, nos encontraran enfrente” (supongo que con más agallas, que es lo propio de un buen defensor de la religión, pero de un defensor diabólico).
 

Yo rogaría a las personas de buena fe que apelan a este tipo de actuaciones, que dejen de hacerlo, porque lo único que logran es crear mal ambiente, calentar los ánimos, y hacer que en esos ánimos calientes sea imposible reconocer a un Jesús que da la vida por todos los seres humanos, incluidos sus enemigos. Si algunos quieren hacer una procesión atea, que la hagan. Es una payasada que no merece la menor atención. No hay peor desprecio que no hacer aprecio. En el fondo, la procesión atea busca eso: católicos fanáticos que reaccionen como han reaccionado ya. Y ahí es donde el diablo ha logrado su gran éxito: en ese fanatismo católico, donde el Evangelio de Jesús se ha perdido y no hay modo de encontrarlo.

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31
Mar
2011
Comité de recepción al llegar al "más allá"
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Tenía preparado y listo para publicar el post anterior, cuando recibí uno más de estos PowerPoint que se envían y reenvían, en una cadena que parece no tener fin, a través del correo electrónico. Los que me llegan suelen ir directamente a la papelera, aunque confieso que, según quién sea el remitente, alguna vez lo miro. Y este del que les habló lo miré. Tiene que ver directamente con el post sobre las experiencias de revividos. Se trata de un resumen de las posiciones de la Dra. Elisabeth Kübler-Ross sobre lo que, según ella, sucede “más allá” de la muerte. Esta psiquiatra pretende que  el fundamento de sus posiciones no es el creer, sino el saber, ya que se trata de deducciones hechas a base de experimentos científicos.

Una de las cosas que supuestamente ocurre cuando uno llega al más allá es que se encuentra con una buena recepción. Sus parientes y amigos más queridos le dan la bienvenida y le acompañan en los primeros pasos por este nuevo mundo. Cuando el que muere es un niño y no pueden esperarle en el más allá sus parientes que todavía están en el más acá, quienes le reciben son sus ángeles de la guarda y la Virgen María. Lo interesante de lo que dice la doctora viene ahora: los niños protestantes que han tenido este tipo de experiencias y, claro está, “han vuelto” para contarlas (ya dije en el post anterior lo que hay que pensar de esta vuelta) no se han encontrado con la Virgen María en la recepción.

Ahí está, a mi entender, el detalle que delata que todo lo que cuentan los protagonistas de tales experiencias (insisto, no del más allá, sino del más acá) es pura proyección de experiencias previas. Naturalmente, el niño protestante no cuenta nada de la Virgen María porque en su casa y en su Iglesia no le han hablado de ella; cada uno cuenta lo que conoce. Pero si realmente hubiera traspasado el umbral del más allá, la cuestión ya no sería lo que se conoce y lo que se ha experimentado en este mundo, sino lo que hay en el otro. Y si la Virgen María está en el comité de recepción deberían encontrarla tanto los niños católicos como los protestantes.

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29
Mar
2011
Experiencias de revividos
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Siempre que hablo sobre el “más allá” de la muerte suelo encontrarme con algún oyente que dice o bien haber experimentado él mismo o, más frecuentemente aún, haber oído contar a otro, la experiencia de haber muerto, y haber encontrado, en este supuesto estado de muerte, una sensación de paz, y luego haber vuelto. Una experiencia así quizás pueda servir como prueba de que, en algunos casos al menos, la experiencia del morir no es tan desasosegante como pudiéramos pensar. Pero lo que de ahí no puede deducirse de ningún modo es la existencia de un “más allá” de la muerte.

Se trata de experiencias de revividos (pacientes que han creído morir y luego “han vuelto”, pero en realidad nunca “se han ido”). Por eso, tales experiencias no prueban nada sobre el “más allá” porque ninguno de estos pacientes lo ha visto. Si por muerte se entiende la pérdida irreversible de todas las funciones vitales (nótese bien: irreversible), un situación en la que es imposible la reanimación del cuerpo, resulta que esos que dicen haber muerto y haber vuelto, en realidad nunca han muerto. Han experimentado quizás “el morir” (el proceso que lleva a la muerte), han experimentado la pérdida de alguna función vital (es bien sabido que la muerte no acontece de repente, sino que los diversos órganos van muriendo sucesivamente, quizás en un mínimo lapso de tiempo; por eso es posible reanimar el corazón, una vez parado), pero no han experimentado la muerte.

Se trata de experiencias de una determinada fase de la vida, del lapso de tiempo que media entre la muerte clínica y la muerte biológica. Son experiencias de gente que ha estado cerca de la muerte, que ha creído morir, pero que al fin no murieron. Sus experiencias no prueban absolutamente nada sobre el “más allá”. La esperanza cristiana, precisamente en aras de su seriedad y credibilidad, no puede ni debe buscar ahí ningún apoyo. Debe respetar a quienes han pasado por una situación así, pero también debe esforzarse por aclarar esta situación y no sacar de ella lo que en ella no hay.

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27
Mar
2011
Si no lo hicieran, no nos enteraríamos
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En Porto-Cristo, lugar turístico por excelencia, pues allí están las famosas cuevas del Drach, en mi infancia, ejerció su ministerio un sacerdote sencillo, con mucho sentido común, muy querido por el pueblo. De él se cuentan muchas anécdotas. Dicen que una vez una persona fue a confesarse y le contó el mucho “destape” que había en la playa, con el consiguiente escándalo de las buenas personas que contemplaban tal espectáculo. Dicen que el cura respondió: “si no fueran, no lo verían”.

He recordado la anécdota, al leer dos reportajes en un periódico de gran tirada: Uno, del arzobispo de Maribor (Eslovenia), creador de un pujante grupo empresarial, con canal de TV incluido, que emitía películas pornográficas (¡el negocio es el negocio!), que ha dejado un agujero de más de 800 millones de euros y la ruina de 30.000 inversores que, en su pecado de fiarse de un arzobispo para hacer negocios, tienen su penitencia. El otro: el testimonio de dos exmonjas sobre los niños robados en España hasta prácticamente los años 80 del siglo pasado. Lo que cuentan ratifica de primera mano y desde dentro la verdad de unas prácticas que hoy nos parecen totalmente inaceptables. Lo más escandaloso de ambos casos es la implicación de clérigos y religiosas. Lo del dinero es el peligro permanente de la Iglesia. Sobre los robos de niños se puede decir que las cosas no se ven igual ahora que entonces. Pero entonces no debían estar tan aceptados cuando algunos testigos ahora manifiestan los escrúpulos que sintieron y la cobardía con la que actuaron.

Aplicando la receta del cura de Porto-Cristo: “si uno no va, uno no ve”; habría que decir: “si uno no lo hace, no se arriesga a que un día se enteren”. Una vez que nos hemos enterado, las preguntas son inevitables: ¿en qué manos han estado algunas instituciones? Una manzana podrida no prueba que el cesto entero esté podrido. Pero sí es motivo de alarma, de vigilancia y de desconfianza. Los gobiernos democráticos tienen un parlamento y una oposición que les controla. ¿Qué medidas se toman para contrarrestar los poderes casi absolutos de que gozan determinados cargos eclesiásticos? Por eso digo lo de la vigilancia. En primer lugar sobre uno mismo, pero acompañada de un mirada crítica. Porque el hábito, la piedad y la apariencia no garantizan nada. Y cuanto más se lucen, menos garantizan. Al final todo se sabe. Algo parecido dijo Jesús: “no hay nada oculto que no termine por salir a la luz”.

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26
Mar
2011
Lo que valen algunos juramentos
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Rafael Navarro Valls es uno de los mayores expertos en nuestro país en Derecho Constitucional y Jurídico. Es hermano de Joaquín, que fue portavoz de la Santa Sede en el Pontificado de Juan Pablo II. Acaban de hacerle una entrevista en Religión Digital sobre los problemas, ventajas y desventajas de la Educación para la Ciudadanía. En un momento dado, la entrevista suscita esta declaración: “En el tema de Juan Pablo II y Maciel, el papa fue engañado. Él exigió a Maciel -y esto es rigurosamente verdadero- que jurara ante Dios que lo que decían de él era inexacto. Lo juró y ese juramento apareció en la propia página web del Vaticano”.

Así, como quien no quiere la cosa, nos acabamos de enterar, dicho por una persona muy bien informada, de que el Papa sí estaba al tanto de las acusaciones contra Marcial Maciel. E incluso de que se preguntó si serían o no verdad, ya que exigió a Maciel que jurase que no eran ciertas. A mi no me sorprende que el delincuente y pecador jurase en falso. ¿Qué se podía esperar de alguien como él? Lo normal era que jurase en falso. Una acusación, por muy seria que sea, no implica la culpabilidad del acusado. Ahora bien, cuando se llama a declarar al acusado de tales felonías, si declara que son verdad, estamos ante alguien convicto y confeso. Pero si declara que son falsas (y en caso de ser verdad, lo que se puede esperar de alguien así es que declare que no lo son) lo lógico es buscar otros medios o testigos independientes para comprobar y ratificar la veracidad del juramento de la persona implicada.

No tengo la menor duda de que, tal como dice Rafael Navarro Valls, el Papa fue engañado. Más aún, seguramente actuó de buena fe. Pero el falso juramento, que con la entrevista acaba de salir a la luz, nos debe poner en guardia contra los juramentos. Cuando un acusado jura a su favor, es posible que diga la verdad, pero las mismas posibilidades hay de que jure en falso. Por eso, porque la cuestión no está clara, ante juramentos así hay que seguir investigando y no dar el asunto por cerrado por muy amigo, muy piadoso o muy prestigioso que sea el que jura.

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24
Mar
2011
Dar todo sin perder nada
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Solemos pensar que dar significa desprenderse de algo para que otro lo tenga. Cuando doy, me quedo sin lo que doy. Es esta una pobre idea del dar. Pues esta “pérdida” que acontece en el que da, sólo puede decirse de los bienes materiales que, por sí mismos, son egoístas; su posesión produce envidia y, de una u otra forma, empobrece a otros; cuanto más tengo, menos puede tener otro. Otra cosa sucede con los bienes espirituales: el saber, la alegría. Estos son comunicables, su posesión no tiene nada de egoísta. Cuando los doy, no sólo no los pierdo, sino que los multiplico. Decía Tomás de Aquino: “los bienes espirituales pueden ser poseídos por muchos a la vez, no así los bienes corporales. Por eso, la heredad corporal no puede ser percibida por el sucesor sino a la muerte de su propietario. Pero la heredad espiritual la poseen todos íntegramente, sin perjuicio alguno del Padre, siempre vivo”.

Algo similar ocurre con el poder. Los poderes de este mundo son limitados. Cuando uno los comparte, pierde parte del poder. Los poderes finitos crean seres dependientes; son celosos de su poder y, por eso, lo defienden, aunque en esta necesidad de defensa muestran su debilidad. El verdaderamente Todopoderoso no necesita defender su poder; por eso puede crear seres independientes. En este mundo se diría que el poder es más grande cuanto más atemoriza y somete. Por el contrario, el todo poder de Dios consiste precisamente en liberar. La plenitud de poder de Dios supera el régimen carencial de la competencia y el dominio, para instaurar la economía del don, resultado del amor.

Dios, cuando da, tiene la capacidad de retomar lo que da y, al mismo tiempo, dejarlo en propiedad de aquel a quien se lo da. Por eso puede dar sin medida, porque nunca pierda nada de lo que da. Y al no perder nada, no hace de nosotros sus deudores. De ahí que Dios sea el único que puede crear seres independientes, porque se retoma a sí mismo mientras se da, y este retomarse constituye la independencia del que recibe. Dios no es el competidor del ser humano, sino el posibilitador de su ser y de su vida. “¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1Co 4,7). Soy en la medida en que me recibo. Pero esta vinculación con el dador del ser no me anula ni me humilla, sino que me constituye y me deja totalmente libre.

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22
Mar
2011
Encerrar en el pecado
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Después de rezar la hora de tercia (según el Breviario de la Iglesia) me escribe una persona, desagradablemente sorprendida de encontrar esta antífona: “Dios encerró a todos en el pecado para tener misericordia de todos”. Ella se pregunta por el motivo de esta actuación de Dios que, al parecer, necesita primero convertirnos en pecadores, para así poder ejercer su misericordia.

Esta antífona de la liturgia de las horas está tomada de la carta a los romanos. El primer escándalo desaparece si en vez de traducir que “Dios encerró”, traducimos por “Dios permitió”. Retrocede aún más el escándalo si nos damos cuenta de que la primera parte del texto es un elemento de contraste para que la segunda parte resulte más luminosa. Puede ocurrir que la primera parte nos desconcierte y nos impida la buena comprensión de la segunda, que es la verdaderamente importante. No hay que olvidar que para la mentalidad bíblica “todo” está regido por Dios de manera directa, pues no hay nada que escape de su mano. Si “todo” depende de Dios se comprenden afirmaciones de este tipo: Dios da la muerte y la vida, la salud y la desgracia (Is 45,7; Eclo 11,14). Pero este modo de hablar no se corresponde con el nuestro.

Es cierto que todavía hay quien hace responsable a Dios de los males de este mundo. El creyente instruido sabe que ante un terremoto o una desgracia, lo primero que hay que hacer es buscar las causas naturales que han provocado tal hecho, causas que tienen su origen en la finitud de la naturaleza y en la libertad del ser humano. Siempre cabe decir que Dios es el autor de la naturaleza y del ser humano. Pero también cabe responder que esos procesos que a veces tienen consecuencias de muerte son necesarios para la vida, y que sin libertad ya no estamos ante un ser humano, sino ante un robot; en la libertad, don de Dios, está la grandeza y dignidad del ser humano.

Vuelvo al texto de Romanos: el texto lo que hace es constatar la situación de pecado en que ha incurrido la humanidad entera. El pecado ha tenido consecuencias universales, “todo” está condicionado y marcado por el pecado. Pero Dios ha utilizado esta circunstancia para manifestar su misericordia. Eso es lo que el texto quiere subrayar: la misericordia de Dios, su amor al ser humano.

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