Jul
Razón y sentidos no explican toda la realidad
4 comentariosLa razón es lo más valioso que tiene el ser humano. Pero la razón, a veces, es pretenciosa. Por ejemplo, cuando califica de infantil, cuando no de irracional, todo discurso que desemboca en lo religioso. Ya un gran matemático como Pascal hizo notar la insuficiencia del orden puramente racional. Hay que tener en cuenta, además, que lo religioso posee su ló¬gica interna. El que la racionalidad de lo religioso no coincida con la lógica de la ra¬zón analítica o instrumental no significa que en la religión no estén presentes otros tipos de razón, como la simbólica, la utópica, la vital, la hermenéutica, la narrativa, la dialéctica o la cordial. Cierto, tal como reconoce el Catecismo de la Iglesia Católica, “en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales”, no podemos probar ni desprobar la existencia de Dios. Pero tam¬poco podemos dar cuenta de la verdad última de las proposiciones científicas. Desde el momento en que los enunciados empíricos basan su validez en el principio de inducción, su verdad es sólo probable, jamás absoluta. De modo que, mientras no se demuestre su falsedad , la validez de las conclusiones científicas depende de la confianza que en ellas depositemos.
Por otra parte, una razón puramente “científica”, que se queda en el plano de las causas físicas, no es capaz de explicar toda la realidad. Las explicaciones teológicas no se contraponen a las naturales. Suponerlo es pasar por alto el hecho de que existen múltiples estratos de comprensión o explicación. Todo lo que podemos experimentar admite una pluralidad de niveles explicativos; y las diversas explicaciones no compiten entre sí. Por ejemplo, una explicación de este post es que alguien ha utilizado el teclado de un ordenador y se ha servido de un programa informático. Otra explicación es que el blogger pretende comunicar ciertas ideas. Y aún cabe una tercera explicación: el director de la página web ha pedido al blogger que redacte estas ideas. Todo estos estratos ni compiten entre sí, ni son contradictorios; todos ellos explican la página que el lector está leyendo. No tiene sentido argumentar que la página se explica mejor atendiendo solamente al programa informático y al técnico que lo ha hecho posible, que a la intención del autor del artículo. Ni tampoco tiene sentido afirmar que la página existe por la petición del director de la página antes que a causa del deseo del autor del texto de compartir sus ideas.
Igualmente hay que decir: que la existencia humana tenga causas naturales, que la teoría de la evolución explica perfectamente; o que la psicología y la neurología ofrezcan una razonable explicación de los deseos humanos, no impide que la teología pueda dar también una explicación en la que Dios aparece como la causa última de la vida y de la esperanza humana. La realidad es muy compleja y no podemos reducirla a una sola de sus perspectivas. En otras palabras: la razón científica, técnica e instrumental no es la única medida de la razonabilidad, del sentido y de la esperanza. Hay además otras formas de inteligencia y de saber que no son inferiores en hondura a la razón científica.