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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
Sep
2011

No todo es mal en el mal

10 comentarios

Alguna vez he escrito sobre el problema del mal. Cuanto lo más lo pienso, más complejo me parece. Porque tiene muchas vertientes. Hoy quisiera, con temor y temblor, reflexionar sobre una de estas vertientes que me parece, bajo algunos aspectos, positiva. Hago esta reflexión con temor porque no se trata de ningún modo de justificar el mal o de ofrecer falsos consuelos a aquellos que sufren, diciéndoles que su sufrimiento es bueno y que deberían alegrarse por ello. Pero sí que veo que hay algunos bienes que sólo pueden llegar a partir de lo que para otros es malo. Y, en este sentido, la parte de bien que aparece debería también redundar en el que sufre con un sufrimiento que ayuda a otros (por más que en nuestro mundo “moderno” cueste cada vez más entender que el que ayuda al prójimo, al primero que se ayuda es a él).

Consideremos que alguien muere en un accidente. Esto es algo malo para el que muere y para su familia. Y más malo aún si la causa del accidente es la imprudencia de otro conductor o la falta de una buena señalización que los gobernantes deberían haber colocado y no lo han hecho. Hoy estamos sensibilizados ante el bien que suponen los trasplantes. Si la familia de la persona fallecida decide donar los órganos de su familiar, este mal se convierte en un bien para otros. Y si, como consecuencia del accidente, se instala un nuevo sistema de señales que impide que haya otros accidentes en el futuro, sus parientes podrían pensar que la víctima no ha muerto en vano. Es bueno para nosotros que algunas experiencias malas no sean derrochadas, sino que se conviertan en medios de un beneficio que no habría llegado a los otros sin ellas.

Si vemos las cosas desde una mirada creyente podríamos incluso pensar que un sufrimiento humano que es de utilidad para los otros, también es de utilidad para Dios, que ha diseñado el mundo de modo que el sufrimiento beneficie a esos otros. Del mismo modo que cuando un médico ayuda a un niño pequeño a usar sus miembros lesionados, beneficia tanto al niño como a los padres del niño, una de cuyas metas principales es que la vida de su hijo prospere, así todo el sufrimiento humano que ayuda a otros es de utilidad para que Dios consiga sus propósitos. Y quien es de utilidad para Dios es realmente afortunado.

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Miaumiau
7 de septiembre de 2011 a las 12:32

El mal es un misterio insondable.El hambre, el dolor, el absurdo, son los elementos negativos, con los que convivimos, ante el sufrimiento del prójimo y el personal, la ayuda es lo único que puede ofrecerse.La pregunta del porqué se desvanece pronto, en aquellos que padecen el sufrimiento y la injusticia, el hombre está capacitado para a través de lo insufrible, transformar, la desgracia en paso, en superación, son metas difíciles, y sumen al ser en contradicciones.
La mirada a Cristo es fuerza que nos ayuda a soportarlo. El sufrimiento carece de sentido aún en sus formas colaterales de beneficio, sufrir conlleva estar vivo, es inherente e inevitable.

Bernardo
7 de septiembre de 2011 a las 19:23

Me viene a la memoria la magnífica película de Almodóvar "Todo sobre mi madre", cuyo argumento trata en parte este problema. La madre que trabaja en la coordinación del sistema de donaciones de órganos y que se enfrenta a la muerte de su hijo en accidente. Dona los órganos e inicia una búsqueda del receptor que se torna una búsqueda de sí misma y del sentido de su vida. Sí, todo mal puede encerrar un bien, si el que lo vive es capaz de inocular vida donde hay muerte y dolor. Pero también puede provocar más dolor y muerte.
Tienes toda la razón, el problema del mal es, probablemente, el problema humano por excelencia, seguramente porque es el único ser vivo que se lo plantea.

resilencia
7 de septiembre de 2011 a las 20:08

La interrelación de todo con todos, el moderno efecto mariposa. Victor Frankl, superviviente-resilente de la Shoá, ha dedicado su vida a difundir el sentido de la vida que él encontró en el seno del Mal. Supervivientes que son memoria patrimonio de la humanidad. Dios respeta la libertad del hombre. Es el hombre, limitado, finito, quien hace un uso indebido de su libertad,y a veces repercute en el inocente. Trigo y cizaña juntos hasta el final. Dios se hace presente junto al inocente, en el arrepentimiento y el perdón de quien causa dolor.Con Dios siempre hay una segunda oportunidad. El Mal será vencido.Resucitó y todos con Él. Nuestra esperanza.

Mercedes
7 de septiembre de 2011 a las 20:45

Hay personas con una gran capacidad de resiliencia , estoy convencida que se trata de un don . Hay estudios hechos en los que diferentes niños sometidos a las mismas presiones y a las mismas circunstancias tanto familiares como sociales ,reaccionan de diferente forma en cuanto su actitud futura . La resistencia al mal , así como a sus consecuencias varía de forma sustancial en cada indivíduo. Creo que la presencia de Dios , desarrolla de forma excepcional esa capacidad para soportar el sufrimiento , es mas, a título individual , ese padecimiento ayuda a decubrir a Dios tanto en nosotros mismos , como en las otras personas. Se dice , y es cierto , que los que sufren ,pueden entender más facilmente a los que están sufriendo .

Eli
8 de septiembre de 2011 a las 07:13

No sé, creo que hoy no alcanzo a comprender este blog. No hace mucho que empecé a abandonar aquella idea que nos inculcaban algunos sacerdotes en relación al sufrimiento y a la justificación que ese sufrimiento tenía como origen de un bien posterior: "Dios te prueba con el sufrimiento.." Dios aprieta pero no ahorca"..."Dios sabe por qué te pasó", etc....La enfermedad, el sufrimiento, el dolor, la alegría, el placer, la vida, la muerte...¿no es parte de nuestra condición humana, de nuestra existencia limitada y temporal, de nuestra interrelación de unos con los otros, en la que algunos hacen el bien y otros no afectándonos de igual manera?.....Que Dios tiene aceptación, complacencia o incluso se sirve del mal para algo bueno me cuesta razonarlo. ¿Será que es válido en Dios aquello que se dice: el fin justifica los medios?

JM Valderas
8 de septiembre de 2011 a las 11:14

De tu post, querido Martin, y de los comentarios parece inferirse cuánto queda por articular en moral. No creo que llegues ni siquiera a sugerir que sea necesario que exista una acción mala para que se produzca una buena, lo que los moralistas clásicos dirían "non sunt facienda mala ut deveniant bona". No lo sugieres, pero sí se tiene esa impresión en una lectura apresurada. Abundando en lo tuyo, en ver la cara positiva de las cosas, creo que es útil extraer bastante doctrina de la sociobiología de Wilson, padre de la "resilience". Este término, si queremos evitar el anglicismo,admite una traducción cabal por "tenacidad". Se da en las especies capaces de sortear distintos ecosistemas. En física de materiales viene a ser la histéresis. ¿Y en moral? Yo la veo como la fuerza de voluntad, las ganas de levantarse tras la caída, la tenacidad en el bien. Esos es, a parecer lo "bueno del mal": las ganas de vencerlo y de superarse. Otra cosa es el mal objetivo, el que sobrepasa al individuo (muerte de un niño, tragedia aérea, el hambre, el paro, etc.), que nos induce a plantearnos la existencia de un Dios benevolente.

Juanjo
8 de septiembre de 2011 a las 11:31

Perdón en primer lugar, porque no suelo, ni me gusta hacer un comentario a otro comentario, pero quería matizar algo que creo importante; No creo que se diga en ningún momento que Dios “tiene aceptación, complacencia, o se sirve del mal para sacar algo bueno”.
¡Dios es el anti-MAL.! Otra cosa es que ante la inevitabilidad del mal, los hombres seamos capaces de reaccionar, darnos cuenta, y ser más solidarios. Es a nosotros quien nos toca luchar contra el mal.
Dios ni permite el mal, ni “nos prueba” en el sufrimiento.
Hace unos años murió, un amigo mío, joven, padre de familia numerosa, y en el funeral, con intención de consolar, y con buena intención al presbítero, no se le ocurrió decir más que Dios se lo había llevado porque lo amaba, y porque ya estaba preparado. ¿Cual es la reacción natural de los familiares? “Pues yo no quiero que Dios me ame así”.
Yo creo que Dios no “se lleva a nadie” como si de una “abducción espacial” predeterminada se tratase. Uno se muere por causas concretas. Otro enfrentamiento con creyentes lo experimenté al afirmar que yo no me moriré “cuando Dios quiera” (como si Dios marcase el final de cada cual) sino cuando hayan circunstancias que provoquen mi muerte. Sí que se puede afirmar que todos nos moriremos "cuando Dios quiera" pero Dios extremadamente exquisito respetará, una vez más las causas segundas. Y por finalizar otra vez perdón por extenderme y desviar algo el tema.

Cruz Gloriosa.Dolor trans-mutado
8 de septiembre de 2011 a las 11:32

Jesucristo nos muestra que traspasar el dolor, hacerse uno con él es la forma de transmutar el dolor en gozo, el mal en bien. " Que pase de mi este caliz". Pero aceptó cargar con todo dolor humano para que fuera redimido, transmutado en gloria. Cruz gloriosa. Nos toca a cada cual completar lo que falta a la pasión de Cristo, haciendonos uno con el dolor,nuestra cruz de cada día, traspasándolo para que este sea transmutado, glorificado.Un dolor que tiende a la gloria. Y como otros cristos, asumiendo el dolor de los hermanos, los más pobres, los débiles, de aquellos " que no pueden con la vida".

En el máximo dolor Dios está a nuestro lado, no para que pase nuestro caliz, sino transmitiendonos la fortaleza, la fe y la esperanza para que aprendendamos aquello necesario para crecer como personas, como creyentes, como cristianos. Dios que sufre y goza con nosotros nos necesita para bajar el cielo a la tierra y toda la creación sea Alabanza de su Gloria.

armonizándonos
8 de septiembre de 2011 a las 12:35

La resilencia lleva implícita la capacidad de empatizar con el medio ambiente. Algo que en lenguaje actual conocemos como inteligencia emocional. No se trata solo de una voluntad tenaz, sino de saber leer los matices, que transmiten quienes nos rodean, y el medio ambiente.Y Dios que nos habla a través de ellos. Ello permite saber el momento y la manera más adecuada de respuesta. Grandes intelectuales como Einstein tenían un alto nivel intelectual. Y muchos de ellos tenían el síndrome de Asperger,no saber leer los mensajes emocionales que envía el medio ambiente.Einstein ocultó ninguneo a su hijo esquizofrénico, el hijo de un genio. No supo transmutar su dolor, se dejó llevar por el que dirán.

La vida, la relación con Dios y los demás lleva implícito el dolor. La empatía nos ayudará a saber leer en profundidad si el dolor que nos infringe una persona, no estará causado por una erronea perspectiva nuestra respecto a ella. O si el silencio de Dios corresponde a una noche oscura purificativa, o que nuestra capacidad de escucha se ve interferida por demasiados ruidos. Recursos como la resilencia empática nos ayudan a saber esperar el tiempo justo para realizar la acción adecuada. Nos ayuda a acompasar nuestro ritmo al ritmo que Dios quiere para nosotros. Que es con mucho lo mejor.

Desiderio
8 de septiembre de 2011 a las 13:39

La verdad es que hablar de estas cosas es delicado, pues es muy fácil herir sensibilidades: ¡qué sabrás tú de lo que yo he sufrido!, ¡no tienes ni idea de lo que me ha ocurrido en mi vida!,... Yo creo que habría que distinguir entre el mal y el sufrimiento. Para mí el único mal es el que deriva del corazón del ser humano, como similarmente el único bien es el que brota de él. Lo que acontezca en la naturaleza y en el día a día, ¿es realmente bueno o malo? Si yo padezco una enfermedad grave, ¿es algo malo en sí o es algo que me genera sufrimiento a mí y a los míos, pero cuyo origen estriba en mi naturaleza limitada como ser humano? No quisiera parecer cínico, y más cuando hablo con conocimiento de causa. Supongo que todos tendremos casos cercanos o en primera persona. ¿Si por algún accidente o enfermedad muere algún familiar, es realmente algo malo? Otra cosa es que se sufra por ello. A lo que quiero ir, en definitiva, es que la naturaleza, los accidentes, etc., yo creo que no son ni buenos ni malos, sino que simplemente son. A veces nos hacen sufrir, y a veces nos ayudan. Conozco el caso de una persona que no se ahogó en el mar porque la corriente le llevó hacia la orilla; si la corriente hubiera ido en otro sentido... Quizá deberíamos ser más conscientes de nuestra provisionalidad.

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