10
Sep
2007Sep
La frágil condición humana
1 comentariosLlevamos semanas oyendo las peripecias de la investigación sobre el caso Madeleine, esta niña británica desparecida en Praia da Luz, mientras sus padres cenaban con unos amigos. ¿O acaso desapareció, no durante sino, como sospecha la policía, antes de esa cena en la que cada comensal consumió un promedio de 1,7 litros de vino? Si esa sospecha se confirmase, significaría probablemente que fue la madre quien mató a su hija, es posible que accidentalmente. Y si fue accidentalmente, aunque fuese un accidente producto de un descuido o incluso de un momento de mal humor o de una irritación, ¿no hubiera sido mejor confesarlo desde el primer momento y no montar una campaña de ocultación en la que han recaudado casi dos millones de euros?
Los padres de Madeleine son unos profesionales honrados, valorados como gente amante de la familia por sus amistades. ¿Cómo es posible que haya circunstancias que pueden cambiar a un ser humano de honrado en mentiroso, de veraz en falso, de cariñoso en criminal? ¿El miedo quizás? Esas preguntas me hacen pensar en la fragilidad de la condición humana, en eso que dice la Escritura: el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga (1Co 10,12). Ya constataba Tomás de Aquino que el ser humano no puede estar siempre alerta, que todos nos adormecemos alguna vez. ¿Qué hubiera hecho yo en parecidas circunstancias?, ¿qué hago o haría en otras circunstancias en las que la cobardía, la vergüenza o el temor me pueden? No tengo ganas de condenar, quiero comprender. Y quiero aprender: “primicia de la sabiduría es el temor del Señor”.
Kate McCann y su marido dan pena. Pena por el horrible tormento por el que pasan si son inocentes. Pena si son unos criminales. Pena por la fragilidad de la condición humana. Pena por mi propia debilidad. Danos tu Espíritu, Señor, Espíritu de justicia, fortaleza, verdad, sobriedad…
Los padres de Madeleine son unos profesionales honrados, valorados como gente amante de la familia por sus amistades. ¿Cómo es posible que haya circunstancias que pueden cambiar a un ser humano de honrado en mentiroso, de veraz en falso, de cariñoso en criminal? ¿El miedo quizás? Esas preguntas me hacen pensar en la fragilidad de la condición humana, en eso que dice la Escritura: el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga (1Co 10,12). Ya constataba Tomás de Aquino que el ser humano no puede estar siempre alerta, que todos nos adormecemos alguna vez. ¿Qué hubiera hecho yo en parecidas circunstancias?, ¿qué hago o haría en otras circunstancias en las que la cobardía, la vergüenza o el temor me pueden? No tengo ganas de condenar, quiero comprender. Y quiero aprender: “primicia de la sabiduría es el temor del Señor”.
Kate McCann y su marido dan pena. Pena por el horrible tormento por el que pasan si son inocentes. Pena si son unos criminales. Pena por la fragilidad de la condición humana. Pena por mi propia debilidad. Danos tu Espíritu, Señor, Espíritu de justicia, fortaleza, verdad, sobriedad…