Jul
El dinero se limpia con claridad
3 comentariosEl dinero es sucio. Recuerdo que un empleado de banca me decía: el dinero huele mal. Añadía, para que quedase claro lo que quería decir: huele físicamente mal. Y cuanto más se acumula, como en las cajas fuertes de los bancos, más y peor debe oler. En este caso, lo físico es reflejo de algo mucho más serio: ante el dinero parece que todos perdemos la cabeza; el dinero, en demasiadas ocasiones, corrompe a los que lo ambicionan. Y cuando alguien acumula dinero, resulta sospechoso de haberlo obtenido por medios poco confesables. No es extraño que Jesús advirtiera que uno de los grandes peligros de sus seguidores era el amor al dinero: no podéis servir a Dios y al dinero. El dinero es incompatible con el reino de Dios. Pues el dinero nos hace egoístas y el reino de Dios nos hace desprendidos.
El dinero solo se limpia con claridad. Las cuentas claras. Cuanto más claras, menos peligro de pelearnos o de crearnos enemigos. Es curioso que este asunto del dinero sea uno de los que llevamos con mayor sigilo: nadie hace público el dinero que tiene; más aún, normalmente, no se suele hacer público el sueldo que se cobra. La claridad es garantía de que el dinero lo hemos obtenido con medios lícitos y lo utilizamos para buenos fines. Eso vale para todos, pero sobre todo para los políticos y para los que están a cargo de instituciones. También vale para los eclesiásticos. En la Iglesia, la claridad en asuntos económicos es la mejor garantía de honradez y buenas prácticas.
Estoy en Lima dando unas clases a un grupo de 70 alumnos sobre “gracia y misericordia para comprender al Dios cristiano”. En esta gran ciudad hay muchas capillas protestantes. La mayoría de los pastores de estas capillas van un poco a su aire; quiero decir que no están integrados en las grandes Iglesias luteranas, bien organizadas, con sus sínodos y sus Obispos o responsables. Los pastores de alguna de estas capillas no rinden cuentas a nadie de los abundantes ingresos que reciben de los fieles, a los que piden dinero bajo distintos pretextos. Me cuentan personas cercanas a alguno de estos fieles que cuando alguien les indica que a lo mejor tanto dinero entregado a la Iglesia solo redunda en beneficio del pastor, responden diciendo: “a nosotros nos toca dar, no pedir cuentas ni juzgar. El pastor ya rendirá cuentas a Dios”. Eso es exactamente lo que les ha enseñado el pastor: “Yo rindo cuentas a Dios”. Puro lavado de cerebro.
Cuando uno solo responde ante Dios, o ante la historia futura, tiene muchas papeletas para ser un corrupto. Hacerse con dinero en nombre de Dios, me parece un grave sacrilegio. Ya Jesús criticaba a los responsables del templo que se hacían con el dinero de las viudas so pretexto de largos rezos (Mc 12,40). Las cuentas se rinden ante los hombres. Por eso digo que el único medio que veo para limpiar un poco el sucio dinero es la claridad. En políticos, sindicalistas, pastores, catequistas, curas, frailes, monjas y lo que quieran añadir.