25
Jun
2007Jun
El criterio de lo humano
6 comentariosTodas las religiones tienen a Dios como común denominador. Pero se trata de un denominador común poco común. Parece que todos buscamos lo mismo. Pero de hecho no nos encontramos todos con lo mismo. Porque no coinciden los caminos para llegar a Dios. Y el camino condiciona los resultados. Así, los conceptos de Dios que tienen las religiones no coinciden, la referencia a lo divino no une. ¿Dios es personal o impersonal? ¿Es el Todo o es el Vacío? ¿Es Uno o es Uni-Trino? ¿Es Señor o es Padre? En este terreno sólo cabe el respeto y la explicación mutua.
Ahora bien, estas comprensiones de lo divino muestran su credibilidad a través de su acción salvífica y liberadora. Tenemos ahí un buen criterio de la verdad de una religión: lo humano, o sea, su capacidad de liberar a las personas y de favorecer su realización. Decía un escritor cristiano del siglo II, Teófilo de Antioquia: “muéstrame tú a tu hombre y yo te mostraré a mi Dios”. Una religión que propone una visión estrecha o limitada del ser humano, o que promueve la utilización de medios perversos y alienantes, es una religión que ha perdido el sentido de su propia misión y el contacto con sus raíces más auténticas.
No es fácil manejar el criterio de lo humano, porque tendemos a confundir naturaleza y cultura, o a identificar lo humano con el modelo social dominante en nuestra área geográfica. Pero es más manejable que el criterio de lo divino, y con él hay menos peligro de errores y de ilusiones. Es menos peligroso juzgar de lo divino a partir de lo humano, que a la inversa. La historia nos ilustra sobre los peligros de partir de lo divino para juzgar la verdad de una religión. Bien conocidos son los daños que se han hecho “en nombre de Dios”. Lo auténticamente humano es precisamente lo que hay de más divino en nosotros.
Ahora bien, estas comprensiones de lo divino muestran su credibilidad a través de su acción salvífica y liberadora. Tenemos ahí un buen criterio de la verdad de una religión: lo humano, o sea, su capacidad de liberar a las personas y de favorecer su realización. Decía un escritor cristiano del siglo II, Teófilo de Antioquia: “muéstrame tú a tu hombre y yo te mostraré a mi Dios”. Una religión que propone una visión estrecha o limitada del ser humano, o que promueve la utilización de medios perversos y alienantes, es una religión que ha perdido el sentido de su propia misión y el contacto con sus raíces más auténticas.
No es fácil manejar el criterio de lo humano, porque tendemos a confundir naturaleza y cultura, o a identificar lo humano con el modelo social dominante en nuestra área geográfica. Pero es más manejable que el criterio de lo divino, y con él hay menos peligro de errores y de ilusiones. Es menos peligroso juzgar de lo divino a partir de lo humano, que a la inversa. La historia nos ilustra sobre los peligros de partir de lo divino para juzgar la verdad de una religión. Bien conocidos son los daños que se han hecho “en nombre de Dios”. Lo auténticamente humano es precisamente lo que hay de más divino en nosotros.