Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Oct
2013

Una droga peligrosa llamada geriniol

5 comentarios

Uno de los más conocidos divulgadores de la ciencia en nuestro tiempo, Richard Dawkins, ha dado el nombre de “geriniol” a lo que él considera una peligrosa droga adictiva, que tiene efectos muy negativos. Esta droga infecta la mente de los niños, es causa de violencia y fanatismo, y habría sido la culpable del ataque del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas de Nueva York. ¿Cuáles son los componentes de esta droga? No son químicos o biológicos, sino mentales. Esta droga transmite un virus de la mente, algo así como un parásito mental que se autorreplica y se transmite por imitación de padres a hijos. Dicho sin tapujos: este virus de la mente es la religión. Es fácil darse cuenta de que geriniol es un anagrama que se forma cambiando el orden de las letras de la palabra religión.

Dawkins, además de un genetista prestigioso, ha sido uno de los científicos más beligerantes contra la religión. En contra de lo que él opina, la oposición entre ciencia y religión, no tiene base científica. De hecho, muchos buenos científicos son personas religiosas, que no encuentran ninguna incompatibilidad entre su fe y sus investigaciones. Más aún, las religiones, al menos el judaísmo y el cristianismo, siempre se han asombrado ante las maravillas de la naturaleza y han encontrado en ellas un motivo para ensalzar al Creador. Un mejor conocimiento de estas maravillas, y este conocimiento lo proporciona la ciencia, puede ser un motivo mayor para esta alabanza al Creador. Yo no creo que la ciencia conduzca a la religión, pero sí pienso que la ciencia, para el científico creyente, puede ser una razón más para bendecir al Señor.

Dawkins y otros científicos consideran que no hay conocimiento válido fuera de la ciencia. Pero esto no es una tesis científica, sino filosófica. Siguiendo la idea de Dawkins podríamos decir que esta tesis que identifica lo real con lo delimitable con métodos empíricos o científicos (conocida desde hace mucho tiempo con el nombre de cientifismo) es también un virus de la mente, porque limita lo real y considera que las cuestiones relacionadas con el sentido no son legítimas. Estamos ante una especie de pseudo-religión. Aquí no vale el argumento de las violencias cometidas en nombre de la religión, que ciertamente son muchas. Pero bastantes episodios violentos se deben no propiamente a la religión, sino a la unión (mala) de la religión con el poder secular. ¿Dónde termina la religión y empieza la política en amplias regiones del Medio Oriente? Más aún, los episodios violentos cometidos por ideologías no creyentes han sido tan graves o más que los cometidos por ideologías religiosas. Valga lo uno por lo otro y, sobre todo, valga para no utilizar argumentos falaces.

Posterior Anterior


Hay 5 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Mauricio Francisco
30 de octubre de 2013 a las 02:34

Es innegable, los poderes seculares han utilizado la religión para sus propósitos, y es a ellos a quien debemos las criticas falaces. Estos poderes, como el demonio, son excelentes burladores, ilusionistas del mal, hacen y se van; dejan manchada la imagen y el cuerpo de quien en esencia es pureza y verdad. Lo dijo alguien hace mucho: El hombre es el lobo del hombre, o luego también : La religión es el opio de los pueblos.Ese alguien no creía en el Amor oblativo, por tanto, no pensó con caridad, pues aunque sea una realidad lo que la ciencia indica, no es a explicárnosla y demostrarlo a lo que se limita. El creyente la aplica en beneficio propio y ajeno, en beneficio mutuo, de todos. Ciertamente es alentador darnos cuenta de que lo único que basta es el amor.

José María Valderas
30 de octubre de 2013 a las 10:09

Creo, fray Martin, que los católicos no hemos prestado suficiente atención a los llamados new atheits en general y a Dawkins en particular. Con la honrosa excepción de la revista australiana de teología y algún que otro autor solitario. Prestar suficiente atención implica conocer su obra. Dawkins, más que genético, es estudioso de la base evolutiva del comportamiento (Hizo la tesis con Tinbergen sobre el reflejo de la picoteo del pollo.) Y su tesis principal, la expuesta en el Gen egoísta, es deudora de la teoría del altruismo de William Hamilton. Este enfoque biológico del comportamiento constituyó una de las bases de la sociobiología.

Dawkins no ha aportado a la ciencia ningún descubrimiento o hipótesis innovadora. Pero es un excelente comunicador. Hará cosa de un mes y pico, la librearía Blackwell de Oxford presentaba su autobiografía con un despliegue de todas sus obras en los anaqueles de la entrada. Asistir a la presentación costaba, cfreo recordar, cinco libras. Se ha convertido en espectáculo. Un espectáculo sumamente eficaz, sin que el movimiento contrarrestante haya mellado su fuerza. Un dominio extraordinario del idioma y una exposición diamantina le han valido convertirse en el primer catedrático de Public Understanding of Science en la Universidad de Oxford.

Si se tiene la paciencia de asistir a sus conferencias, se comprobará que no aporta nada nuevo, pero lo conocido lo expone con una brillantez extraordinaria. No conozco que ningún teólogo español haya leído sus obras, ni siquiera las más beligerantes contra la fe. Aquellas en las que algunos han denominado su "Contrasuma". Por desgracia tampoco se han leído los textos de sus opositores, como Gould o McGrath.

Con cuatro eslóganes sobre su obsesión patológica contra Dios y la religión no creo que basten. La epistomología de Dawkins, esa que usted resume en el cientificismo, arranca de un neopositivismo caducado sólo en las facultades de filosofía, pero persistente en muchas mentes, no sólo científicas.

El conocimiento de la génesis de las ideas ayuda mucho a entender la exposición final de las mismas. Hamilton conocía la Biblia al dedillo, aunque él no era religioso (ni mucho menos anti). Uno de sus amigos e interlocutares científicos más respetados, Colin Hudson, que sí era un creyente profundo, le mostró su inquietud por reducir el altruismo a un mero componente genético. Vale la pena ver hasta qué punto eso sirvió para depurar el evidente carácter biológico de muchos comportamientos. Sin caer en materialismos dawkinianos.

Mario
31 de octubre de 2013 a las 00:48

Que bonito e ilustrador lo que escribes. Siempre lo leo..

Andrés
1 de noviembre de 2013 a las 00:38

Sobre esto, os dejo un pequeño fragmento de un debate entre Dawkins y John Lennox, matemático y filósofo de la ciencia de Oxford. Es muy gracioso y esclarecedor (los subtítulos no son muy buenos)

http://www.youtube.com/watch?v=OQyAipRaNwQ

Saludos cordiales

mar
3 de noviembre de 2013 a las 16:59

Por todas partes, a nuestro derredor se aprecia y se acepta lo práctico, lo tecnológico, lo que se puede comprobar por las ciencias exactas. Pero como el Rostro del Serñor no entra en esos parámetros, y su luz no puede ser captada por nuestros instrumentos ópticos, el creyente es alzado por el desconcierto, y comienza a vacilar y apreguntarse si el contenido de su fe no será ilusión fugaz de un momento feliz de la vida. Y la angustia evidencia azul comienza a diluirse en un estado de fatiga y cansancio.

Virus ....infecciones...drogas...
La cuestión es esperar contra toda esperanza. No dejarse llevar por el nerviosismo inútil. Nunca cansarse. He aquíel gran principio Wittgenstein "La irracional convicción de que, pase lo que pase, todo acaba bien.
Gracias Fray Martin

Suscripción

Suscribirse por RSS

últimos artículos

Archivo

Logo dominicos dominicos