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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Dic
2013

Tenemos un problema de lenguaje

6 comentarios

En la exhortación apostólica de Francisco sobre “la alegría del Evangelio” aparecen una serie de temas que ya han aflorado en sus homilías y, sobre todo, en las entrevistas periodísticas que tanto revuelo han causado. Uno de estos temas es el del lenguaje con el que explicamos y anunciamos nuestra fe. El Concilio Vaticano II ya había dicho que “la adaptación de la predicación de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda la evangelización”. Me temo que algunos no hemos sabido adaptarnos y seguimos cómodamente repitiendo fórmulas que muchos no entienden. Como no las entienden, no pueden acogerlas debidamente. En esta línea Francisco ofrece unas interesantes consideraciones: debemos “expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad”. No se trata de ofrecer una nueva verdad o de acomodar o reducir la revelación para que no resulte chocante o sea más fácilmente aceptada. Se trata de decirla de forma que parezca “nueva”. Porque al resultar nueva despierta la atención del oyente y así el oyente puede plantearse si quiere acogerla.

“A veces, escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, sigue diciendo Francisco, lo que los fieles reciben, debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo”. Esta advertencia es muy seria: buscando ser ortodoxos no respondemos al Evangelio. En nombre de la máxima ortodoxia podemos transmitir heterodoxia. Continúa diciendo el Papa: “con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones les damos un falso dios o un ideal humano que no es verdaderamente cristiano”. Son advertencias muy graves: repetir un lenguaje que en otras épocas y para otras mentalidades resultó adecuado, puede hoy convertirse en la mayor de las infidelidades, bien porque los oyentes no entienden nada o bien porque entienden “otra cosa”.

El lenguaje está estrechamente ligado a los signos y a las costumbres. También ahí tenemos un problema. Hay algunas costumbres muy arraigadas a lo largo de la historia, no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, “que hoy ya no son interpretadas de la misma manera”. Por eso “ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio”. El Papa anima a no tener “miedo a revisarlas”. Dígase lo mismo a propósito de normas o preceptos eclesiales “que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida”. En conclusión: “la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias”. Debemos reflexionar sobre ello y sacar las oportunas consecuencias pastorales.

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fsuarez60@gmail.com
3 de diciembre de 2013 a las 13:54

Me gusta este mensaje, es muy verdadero, a veces nos creemos que somos los embajadores de la verdad y seguimos repitiendo como loros , fórmulas aprendidas y en realidad no transmitimos lo que el hermano, necesita escuchar, ánimo y a actualizarnos en este aspecto como lo dice el Papa Francisco. Que Dios los bendiga

Freddy Giménez
3 de diciembre de 2013 a las 15:13

Amén a la Encíclica del Papa y al presente artículo. En Paraguay tenemos para la etapa intermedia entre la 1ra. comunión y la confirmación la catequesis denominada "CAVEVI" (CAmino, VErdad y VIda) donde se presenta el mensaje evangélico partiendo de la realidad de lo que viven los preadolescentes en la escuela o colegio, en la casa, en la diversión, en las comunicaciones, buscando que les guste, con juegos y dinámicas, dando pautas concretas como compromisos para ayudar a vivir el Evangelio presentado. Creo que es una forma de implementar lo que Jesús hacia en su època y el Papa Francisco nos recuerda y pide hoy.

stella reyes
3 de diciembre de 2013 a las 18:30

oye fredy q alegria saber q en py estan haciendo eso q dices, yo soy de alla pero encontre el camino en nueva york y estoy precisamente en un paso en q tenemos q salir por las casas a llevar el evangelio y me viene muy bien el mensaje tanto del papa como el de este hermano...gracias.

Juanjo
3 de diciembre de 2013 a las 19:53

Y resulta, por tanto, que quien a veces cambia de lenguaje, resulta sospechoso. Quien a veces no se amolda o no "habla" de una determinada manera parece fuera de norma. Existen ambientes tan arraigados a una determinada forma de hablar y a un lenguaje tan estereotipado y tan aferrado al mismo que quien no lo sigue suena a heterodoxo.

Valero
4 de diciembre de 2013 a las 17:06

Nada hay más rebolucionario y novedoso en la iglesia que volver a los inicios, es decir, a Jesucristo y su amor sin límites. Esa es la buena noticia que traspira toda la exhortación del Papa. Jesucristo está vivo y su amor nos apremia a salir de nosotros mismos, pero no desde un esfuerzo voluntarista y racional, si no desde la alegría de quien a encontrado un tesoro y no puede evitar el compartir su alegría. Yo he sido testigo de cómo el amor es capaz de vencer al miedo, por eso creo que Jesucristo a vencido a la muerte y le ha quitado el aguijón al sufrimiento y al hacerlo, nos transforma en hombres libres, es decir, en personas capaces de amar. ¿Cómo guardarme para mí, semejante noticia? Quizás peque de simplista, pero creo que partiendo de esta actitud en la evangeliazción, no habrá barreras lingüísticas o culturales que no se puedan vencer.

Juan
4 de diciembre de 2013 a las 17:54

Además de la adaptación del lenguaje a la realidad evangélica (y "signos de los tiempos"), necesitamos un cambio de mentalidad y del corazón para desarraigar prejuicios políticos y culturales: algunos comentaristas de ciertos medios de comunicación ya se permiten el lujo de interpretar el pensamiento del papa: es un marxista-comunista. La opción del Evangelio por los pobres siempre fue mal entendida(ahí tenemos "los curas comunistas"de todos los tiempos y diferentes regions).Desgraciadamente hay quienes definen al pobre como un ser no-ético, que no quiere trabajar: un aprovechado del sistema de beneficios sociales. Bienaventurados lo pobres..

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