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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

18
Oct
2013

Tan inteligente y crees en Dios

10 comentarios

Carl Sagan fue uno de los científicos más populares del siglo XX, al que se debe una serie de TV, Cosmos, que han visto más de 500 millones de personas. Sagan no era creyente. Unos lo consideraban un enemigo acérrimo de la religión. Pero no todos pensaban así. Después de su muerte, en un acto conmemorativo en la Catedral de Manhattan, el reverendo Joan Campbell reflexionó: “Sagan ha sido uno de los más severos críticos de la religión y uno de sus mejores amigos. Sagan exigió a la religión claridad, honestidad y excelencia, cualidades que nos exigiríamos también a nosotros mismos… Él me decía con una sonrisa: ‘Eres tan inteligente. ¿Por qué crees en Dios?’. Y yo le dije: ‘Eres tan inteligente. ¿Por qué no crees en Dios?’”.

La anécdota resulta significativa. No se puede ser ni creyente ni ateo sin motivos. Las cuestiones decisivas e importantes de la vida hay que pensarlas y fundamentarlas bien. Es importante que los cristianos vivamos una fe madura, reflexionada, capaz de responder a las dificultades que contra ella puedan presentarse. No podemos, bajo ningún concepto, dar la impresión de que nuestra fe es un asunto infantil, o una corazonada, una posición sin razones ni motivos. Cuando un no creyente se topa con nosotros, aunque no le convenza ni nuestro modo de vivir, ni las explicaciones que podamos darle de nuestra fe, debería al menos quedar convencido de que nuestra postura es seria y tiene buenos motivos. Si se queda con esta impresión, hemos hecho respetable nuestra fe. La inversa también debería darse: el no creyente debe mostrar los buenos motivos que tiene para mantenerse en la no fe. En cuestiones tan serias, en las que uno se juega la propia vida, no valen los ataques, ni las descalificaciones fáciles. Porque el ataque o la descalificación no validan automáticamente mi propia posición.

Cada uno debe justificar su fe y dar razones de la misma en el ambiente en el que se mueve. Una charla de café (que también puede ser un buen lugar para hablar de religión) no es el lugar para hacer grandes disquisiciones ni para plantear los problemas que se tratan a niveles académicos o de especialistas. Pero sea cual sea el nivel en el que nos movemos, siempre tenemos que dejar la sana impresión de que nuestra fe tiene buenas razones y no tiene miedo a la confrontación. Tenemos argumentos suficientes para creer. Y, si en un momento dado, no estamos en condiciones de responder a alguna dificultad, como tampoco están la mayoría de las personas en condiciones de responder a cuestiones científicas, sí que tenemos que estar prestos a informarnos y a buscar todos los argumentos y razones que nos ayuden a madurar en la fe.

La fe y la razón, o la religión y la ciencia, se acercan de distinta manera a la realidad y, a veces, sus temas no son coincidentes, pero no pueden oponerse. Fe y razón son las dos alas que Dios nos ha dado para que podamos volar hacia él. Cuando una de las alas falla, el vuelo deja de ser armónico y corremos el riesgo de perdernos.

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Amparo Navarro
18 de octubre de 2013 a las 12:00

Me ha gustado esta reflexión tuya Martín... Creo que cada vez más los creyentes sentimos la necesidad de justificar nuestra esperanza, cada vez se hace más urgente dar razón de lo que es razón última para muchos. Pero que dificil es a veces no quedarse en un lado de la balanza, el "espiritualismo" más puro o el "cientificismo" sin mas. Creo que aunque resulte difícil el equilibrio es fundamental hacer la labor de discernimiento y de búsqueda de esa medida justa y honesta que nos sitúe del lado de Dios y los hombres/mujeres. Transcribo tu comentario: "fe y razón son las dos alas que Dios nos ha dado para que podamos volar hacia el". Gracias por este blog tuyo... y nuestro.

Amparo Navarro
18 de octubre de 2013 a las 12:02

Me ha gustado esta reflexión tuya Martín... Creo que cada vez más los creyentes sentimos la necesidad de justificar nuestra esperanza, cada vez se hace más urgente dar razón de lo que es razón última para muchos. Pero que dificil es a veces no quedarse en un lado de la balanza, el "espiritualismo" más puro o el "cientificismo" sin mas. Creo que aunque resulte difícil el equilibrio es fundamental hacer la labor de discernimiento y de búsqueda de esa medida justa y honesta que nos sitúe del lado de Dios y los hombres/mujeres. Transcribo tu comentario: "fe y razón son las dos alas que Dios nos ha dado para que podamos volar hacia el". Gracias por este blog tuyo... y nuestro.

Moisés
18 de octubre de 2013 a las 14:29

Para mí la cuestión es más compleja. Para cualquier creencia podemos encontrar motivos o razones, por lo que cualquier creencia puede ser racional o explicada en este sentido (aunque entre ellas puedan existir diferentes grados o calidades explicativas). Pero en la fe se juega también justamente qué es lo que cuenta y qué no cuenta como una razón o una explicación válida. A la base de cualesquiera sistemas de razones o razonamientos hay siempre una fe, una verdad que es admitida sin más como lo primero, como lo fundamental, sin justificación. No soy fideista, y creo que la fe y la razón están íntimamente trabadas. Pero hay cosas que aceptamos sin razones, como los axiomas son aceptados en matemáticas. De ahí el malentendido entre Sagan y Campbell: ambos son inteligentes, desde luego, pero muy probablemente tienen nociones muy diferentes de qué es inteligencia y qué cuenta como argumento o prueba a favor de una tesis. Y los conceptos son diferentes, porque, al decir de Wittgenstein, viven en juegos del lenguaje diferentes. Juegos cuyo fundamento es aceptado o negado, pero no justificado. Por eso para el ateo tiene sentido mirar a la creación y exclamar "¡Ni rastro de Dios". Y el teísta ve la misma realidad y dice: "La creación canta la gloria del Hacedor". ¿Es que acaso no ven lo mismo? ¡Pues claro que no, de hecho viven en mundos diferentes! (Aquí nos ha ganado el ideal falaz de la objetividad) Y en último término vivir en uno u otro mundo no se decide en base a razones, aunque todos podamos encontrarlas para hacernos razonable la existencia. En fin, no lo tengo muy claro, pero pienso que no solamente se puede tener fe sin razones, sino que necesariamente la fe está antes que las razones (es una fe lo que permite que exista algo que cuente como razón). Lo que no significa, como dije antes, que la razón y la fe no estén relacionadas, o que no pueda uno defender su fe con razones a las razones que se le oponen.

Antonio Saavedra
18 de octubre de 2013 a las 23:37

Me considero un cristiano de la calle, pues no he ido al seminario ni cursado teología, con lo que ciertas disquisiciones me resultan lejanas.
Creo que a un cristiano de la calle se nos puede y nos debemos pedir coherencia con la fe que decimos profesar: una fe que hemos recibido por los medios tradicionales y nos han enseñado que Dios existe, aunque no podamos creer todas las cosas que nos han querido inculcar. Una fe sencilla, resumida por el Cristo en su mandamiento del amor, mientras que estos temas suelen ser todo menos para gente sencilla.
Sin embargo nos salva la llamada a aunar fe y razón, no limitando nuestros conocimientos a los "nuestros"; así, me parece interesante un artículo leído en http://www.protestantedigital.com/ES/Magacin/articulo/5974/La-salvacion-universal-y-el-papa-francisco.

AEL
19 de octubre de 2013 a las 00:10

Fe y razón, o religión y ciencia, se acercan de distinta manera a la realidad, pero no pueden oponerse. Perdone padre Martín que use sus apellidos. Hubo una célula germinal que quería vivir y la naturaleza le ofreció las adecuadas condiciones para ello. Esta célula era única, exclusiva e irrepetible. En esas condiciones de vida, que creo estamos obligados a proporcionar y mantener para que esa vida permanezca en la existencia, se exige un medio adecuado en el cual existen células vivas también únicas, exclusivas e irrepetibles. Son células de Martín, que pertenecen ya a Martín, pero producidas, sin que esto signifique posesión, por Gelabert y por Ballester. Las células por su evolución vital se buscan se asocian, a esto siempre se llamó fecundación, tras la cual sigue la búsqueda y asociación con otras células, algunas ya no de Martín, que sirven para su desarrollo por conseguir una adecuada nutrición. La naturaleza, que es autónoma y evolutiva, puede fabricar cuerpos que de modo natural impidan aquellas condiciones de vida en las cuales las células de Martín se buscaban, si artificialmente se puede esto solucionar por FIV homóloga, ¿por qué en la iglesia seres humanos, en los que se me hace imposible creer, dictan unas condenas para exterminan la vida de los que pudieron ser nuestros hijos? ¡Qué bellas las palabras atribuidas a aquel santo padre de muerte súbita con el nacimiento de Louise Brown!: “En relación a los padres no tengo ningún derecho a condenarles. Sí que envío mis más sinceras felicitaciones al bebé inglés cuya fecundación se produjo de forma artificial”.

José María Valderas Gallardo
19 de octubre de 2013 a las 02:18

No es raro, fray Martin, que en las revistas punteras de ciencia se lean referencias siquiera indirectas a las relaciones entre ciencia y fe. Suele darse a propósito de las reseñas bibliográficas o en cartas al editor. Piense, por ejemplo, en Nature, entre las más reputadas de la investigación, junto con Science. En el número del 8 de agosto pasado se ´comentaba el libro "The Happy Atheist", de PZ Myers. Adscrito a la tesis del conflicto, declara sin rebozo: la ciencia y la religión se hallan necesariamente en conflicto, pues "One is a method of analysis and experiment; the other is pretense and lies". No llega a la altura de la "summa antitheologica" de nuestros días, The God Delusion, de Dawkins, le recrimina textualmente el reseñante.

Un mes más tarde, exactamente el 5 de septiembre, libro y recensión recibían una ponderada respuesta, en la misma Nature, de tres destacados expertos en el campo (Robert White, George Ellis y Denis Alexander). El encabezamiento rezaba: "Science luminaries are often religious". Tomaré una frase: "PZ Myers...should remember that the majority of those who helped to establish the disciplines that we now practice as modern science were religious believers..."

Es siempre ilustrador conocer los argumentos de primera mano.

itinerarios
19 de octubre de 2013 a las 17:54

Muy interesante y de plena actualidad el tema, Fray Martín: Hoy se habla de inteligencias múltiples. O múltiples formas de expresión de la inteligencia. Tambien de inteligencia espiritual,capacidad o don en la relación con La transcendencia, mas desarrollada en unas personas que en otras. Que no se sepa o encuentre la forma de expresión, no significa que no se tenga ese "pálpito" aunque su sonido sea apenas perceptible por quien a veces sintoniza otras ondas.

Muchos ateismos de hoy se acercan a la vía apofática del cristianismo oriental. Nos alerta de la tendencia en Occidente a olvidar la trascendencia de Dios, a fabricarnos un Dios de bolsillo.

Y llega el momento del no saber,del no entender entendiendo, del gran salto, del abismarse en el Otro, del asombro:

Señor de los espacios infinitos
míranos
y envuelvenos en Azul
que la vida es infinita en la Luz
que nos regalas Tu
----

y como nos recuerda Juan de la Cruz

Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo

un cordial saludo

Miaumiau
20 de octubre de 2013 a las 11:50

Pero es que la fe, no se sustenta en datos inexistentes o de creencia, la fe es razonable y la razón lo suscribe, su axioma: "Cristo es el Hijo de Dios" el desequilibrio, entre fe y razón depende en dónde situemos el paradigma, al abordar el Misterio, y al margen de certeza que queramos otorgarle. Al dar razones de nuestra fe, el ateo nos pide madurez y respuesta coherente, el cristiano de a pié ofrece credibilidad y equilibrio,en lo que profesa. El tema apasionante, complejo y siempre vigente.

Mar
21 de octubre de 2013 a las 03:25

Fray Martin. Su comentario es muy bueno. Y como bien dice en su ultimo parrafo "Fe y razón son las dos alas que Dios nos ha dado para que podamos volar hacia él"
Como lo hicieron los hombres de fe del capitulo once de la carta a los Hebreos.
Pablo nos hace un análisis descriptivo...en cierto sentido un psicoanálisis....de la naturaleza vital de la fe.
Es uno de los capitulos más impresinantes del Nuevo Testamento: parece una galería de figuras inmortales que desfila delante de nuestros ojos asombrados. Son figuras egregias esculpidas por la fe adulta, hombres indestructibles que poseen una envergadura interior que asombra y espanta, capaces de enfrentarse con situaciones sobrehumanas con tal de no apartarse de Dios.
En la fe , por la fe y en su fe que se vuelve a repetir en cada momento del versiculo ...Aparecen hombres que por no claudicar de su Dios vivieron errantes fugitivos, subiendo montañas, recorriendo desiertos. Y todo este inolvidable espectáculo se debió a su fe.
Pero no a un Planteamiento intelectual o a un silogismo. Hicieron todo esto con tal de no separarse de su Dios vivo y verdadero. Su fe era adesión, llena de amor a su Dios. Ni la muerte ni la vida ...dira Pablo ...ni las autoridades ni las fuerzas de represión , ni enemigos visibles o invisibles, ni las alturas ni las profundidades, nada ni nadie en este universo será capazde apartarme del amor de Jesucristo, mi Señor.
Gracias

Juan
21 de octubre de 2013 a las 17:21

La declaración de Pedro: "Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios" fue una directa revelación del Padre, según Jesús. Nuestra fe,más que el resultado de sublimes razonamientos, depende de un don gratuito del Espíritu. Los cristianos contamos con los mismos argumentos que los no creyentes, pero no tenemos la palabra mágica para convencer a nadie con nuestros razonamientos únicos. Por eso, unos nos soportan por respecto a nuestra capacidad de diálogo; otros se ríen de nuestras "tonterías"; y unos terceros nos atacan porque no soportan nuestra conducta. En definitiva, pienso yo: razón-fe: religión: cada loco con su tema.
Gracias, fray Martín.

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