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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Feb
2014

¿Por qué matamos, por qué amamos?

4 comentarios

Decía en el post anterior que la muerte es la recapitulación de todos los males. Ahora bien, quizás alguien puede pensar que lo verdaderamente odioso en la muerte es que te maten. Insisto: lo grave y preocupante no es que te maten, sino que te puedan matar. O sea, lo grave es el morir. Cierto, que te maten resulta un detalle odioso, pero menor en relación con el morir. A veces nos perdemos en los detalles y olvidamos las cuestiones de fondo. Con todo, concedamos un minuto de atención a la pregunta por el por qué matamos. Matamos porque somos pecadores, porque el ser humano, además de frágil y finito, está inclinado al mal. Está inclinado al mal por el mismo motivo que muere, porque no es Dios. Sólo Dios es la suma bondad. El humano es bueno, pero solo en parte. No es bueno del todo. Y en ocasiones, esta bondad limitada y frágil se oscurece hasta el punto de que parece desaparecer. En su lugar, aparece el odio, el rechazo del otro. El rechazo, llevado al extremo, es el deseo de que el otro desaparezca. Por eso le matamos.

La pregunta por qué matamos resulta más lacerante e intrigante si la contrastamos con la pregunta de por qué amamos. Esa es otra de las grandes, misteriosas y enigmáticas cualidades del ser humano. Aunque podamos rechazar al otro, en realidad parece que estamos hechos para el otro, que necesitamos del otro, que sin el otro no somos, no estamos completos. El ser humano es una fuente de tensiones. Una de las básicas, que está en el origen de muchas de sus contradicciones, es la tensión entre el egoísmo, neurotizante en muchas ocasiones, y el amor. El amor se manifiesta de muchas maneras, pero todas indican un deseo y una necesidad del otro.

No hay respuestas concluyentes a estos por qué. Pero lo importante es que sea cual sea la respuesta que demos, tenga su lógica. De modo que si no es una respuesta racionalmente concluyente, que se imponga, al menos sea una respuesta racionalmente posible, una respuesta coherente que ofrezca alguna explicación. ¿Por qué matamos? Porque somos seres egoístas, curvados sobre nosotros mismos, ambicionando ser dioses sin serlo. ¿Por qué amamos? Por que estamos hechos a imagen de Dios, porque somos dioses en pequeño, porque somos capaces de Dios.

¿Por qué morimos? Morimos como consecuencia del egoísmo y del amor, características contradictorias de lo humano. Morimos porque somos limitados, porque ambicionamos lo que no podemos alcanzar, y este falso deseo engañoso nos pierde. Y morimos porque somos capaces de amar, somos seres divinizables. Y el Dios verdadero, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos ha hecho a su imagen. Y nos quiere llevar hasta él para que podemos alcanzar nuestros mejores deseos y nuestra plena humanización. Pero, dada nuestra limitación, sólo puede llevarnos a él sacándonos de la tierra madre todoparidora, que es la condición de nuestro ser, pero también nuestro límite. Dios, sacándonos de nuestro límite nos conduce paradójicamente a la plenitud de nuestro ser. No haciéndonos dioses, porque seguimos siendo limitados, pero sí haciéndonos participar de la naturaleza divina.

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Justiniano Pérez
22 de febrero de 2014 a las 12:27

Un tanto paradójico me parece su escrito. Ya en el libro del Génesis observamos el primer crimen ¿Por qué mata Caín a Abel? ¿Es por envidia? ¿Por egoísmo?
Esta es la realidad humana, en unos más acusada que en otros. Hay personas benignas y mansas como pide Jesús en el sermón de las Bienaventuranzas, pero otras son agresivas, y no les importa descalificar con sus palabras o gestos, para que el otro no se realice. No quieren el bien del otro (que es el amor) sino solamente el suyo propio. Hay muchas formas de matar: académicamiente al otro, con desprecios etc. Es evidente que me identifico más con las víctimas que éntrelos asesinos.Pero, también dice la Escritura que Dios hace justicia de nuestros adversarios...en ella confío. Y que dé a cada uno su merecido.

Luciana
22 de febrero de 2014 a las 19:27

Creo que fue Snta Teresa la que exclamó" y muero porque,no muero".La verdad que vivir en medio de tanto mal,uno puede desear morir para liberarse del odio,mentira,egoismo,envidia etc. Pero el instinto humano nos llama a la vida,¡ es tan bonito poder amar al otro,ayudarle en su dolor,hacerle reir y sacarle de su soledad,creer en él etc.El que pueda hacer algo bueno por su próximo..es tan gratificante¡.Tiene la vida,tántas cosas buenas¡. Es cierto que el mal existe y,endurece pero,como dice el P.Martin por qué amamos? porque estamos hechos a imagen de Dios,porque somos dioses en pequeño,porque somos capaces de Dios.

mar
24 de febrero de 2014 a las 02:09

Fray Martin. Cuándo dice en su comentario: haciéndonos participar de la naturaleza divina. Se descubre Aquel que es y me ama, en cuyas manos se entrega todo.
No se encontrará ruta más rápida y segura de liberación que la "terapia" del abandono.
Liberarse consiste en depoditar en Sus Manos todo lo que está consumado, todo lo que es impotencia y limitación: la ley de la precariedad, la ley de la transitoriedad, la ley de la insignificania humana, la ley del fracaso , enfermedad, ancianidad, soledad, la ley de la muerte.
Consiste en suma, en aceptar el misterio universal de la vida.
Y nuestra morada se llamará PAZ.

Anónimo
23 de marzo de 2014 a las 15:04

me fascina la esperanza que encuentro en este texto, pues saber que el pecado nos inunda, no me alegra para nada, hasta me causa angustia, pero ir paralelo con la posibilidad de liberarnos me alegra y me mueve a salir a sonreir a mis vecinos ,a migos y demás. a buscarle solución a los odios, reincillas dolores, desesperanzas, con los ojos puestos en Cristo, aquel a quien trato de imitar y seguir.

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