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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

25
Abr
2021

Política autorreferencial

7 comentarios
autorreferencial

La autorreferencialidad, o sea, el pensar y referirse a uno mismo (“primero yo, después yo, y finalmente yo”), es la permanente tentación del ser humano, que tiene repercusiones en todos los ámbitos. Uno de los ámbitos donde mejor y más se manifiesta la autorreferencialidad es el de la política. Algunos políticos parecen más preocupados por ellos mismos, por el poder y la espectacularidad, que por los proyectos o por el bien de los ciudadanos. El ejemplo más reciente de esta deriva autorreferencial de la política es el debate que el pasado viernes hubo en la cadena SER, entre los candidatos a ocupar la presidencia de la comunidad autónoma de Madrid, que terminó suspendido de mala manera. Algunos, unos con más descaro que otros, sólo hablaban del contrincante y de sí mismos, con modos groseros y poco ejemplares.

Me parece que, en algún sentido, el martirio debería ser asumido por la política. Por ejemplo, en el sentido de no responder a la violencia verbal con violencia. Cuando la violencia verbal se queda sin respuesta no consigue su objetivo. O en el sentido de testimonio. Testimonio de buenos modos, de discrepancia en el aprecio, de diferencia de proyecto sin descalificar el proyecto ajeno. Claro que para eso hay que comenzar por tener proyecto.

En nuestras sociedades hay muchas necesidades que, al menos a nivel global, sólo pueden resolverse con una buena política. Quizás a nivel individual es posible encontrar soluciones cuando uno tiene apoyos familiares. Pero a nivel global necesitamos buena política. La buena política requiere buenos políticos. Eso ha quedado muy claro con la epidemia provocada por el covid-19. Aunque la gestión sea mejorable a nivel nacional, y no digamos a nivel mundial, no cabe duda de que la producción y administración de vacunas sólo es posible desde una adecuada gestión política. Es penoso que en temas tan sensibles, en donde parecería que los acuerdos deben ser fáciles, cada grupo haga propuestas, no complementarias, sino contrarias a las del adversario, no buscando el bien de las personas, sino la descalificación del adversario.

Sin duda la mayoría de las personas que se dedican a la política actúan de buena fe y con buenas intenciones. Desgraciadamente, unos pocos, que hacen mucho ruido, desprestigian tan noble y necesario oficio. Por eso es importante que hagamos oír nuestra voz reclamando una política al servicio del bien común. En los asuntos de este mundo es normal y hasta conveniente que haya distintas posiciones. Y es necesario que estas posiciones puedan contrastarse. Si el contraste de pareceres se hace de forma sosegada entonces se apela a la razón. Si en vez de contraste de pareceres hay descalificación y falta de respeto, llegando a veces al insulto, entonces se apela a la pasión. Y con la pasión no se resuelve nada.

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Matilde
25 de abril de 2021 a las 21:00

Este artículo debería salir en todos los periódicos- Lo dice una anciana de 94 años que ha tenido a su madre maestra en la cárcel cuando contaba 10 años, que su padre murió en el exilio, que ha trabajado 40 años en la enseñanza en IES y Univerdidad y que no ha aprobado nunca a nadie por recomendación

Pilar Bendicho
25 de abril de 2021 a las 21:10

Me pregunto ¿qué tiene el poder que degrada tanto al individuo?. Al principio de la democracia cada partido hacia sus mítines y presentaba sus programas, nosotros acudiamos para escuchar las propuestas, ¡ qué ingenuos!, ahora eso ya no sirve de nada, y no sirve porque nos hemos dado cuenta de que cuando alcanzan el poder no hacen nada de lo que han dicho, incluso algunas veces lo contrario, ahora solo sirve descalificar al contrincante, al precio que sea, cuántas más barbaridades se digan los unos a los otros, más repercusión mediática.
Los programas ya no sirven, no les creo, de todas maneras cada uno tiene interiorizado su sentir político y muy pocos cambian, , ya que nunca reconocen lo que hace bien el opositor, no hay objetividad. Las campañas son un teatro que nos cuesta a todos un dinero.

AMPA
26 de abril de 2021 a las 08:08

Estoy totalmente de acuerdo, hay una tendencia entre los jóvenes y otro tipo de fauna, sobre todo políticos, directivos de diferentes centros educativos, empresas, que se proclaman entre autobombo y anuncios basura de lo que van a conseguir y solo buscan alimentar su ego y en realidad lo que hacen es pisotear a los demás con tal de estar por encima de los demás

Loreto
26 de abril de 2021 a las 12:23

"La dimensión de tu drama es proporcional al tamaño de tu ego” - Isaac Palomares.
Que tiempos aquellos de programa, programa programa...

Hormias
26 de abril de 2021 a las 19:38

Ojalá le hicieran caso fray Martín

José Ramón Martínez H.
26 de abril de 2021 a las 21:51

Excelente. Esto es material para la docencia.

Pedro
30 de abril de 2021 a las 18:30

Soy asiduo a este Blog, lo visito desde hace mucho tiempo. Hoy quiero felicitar a Fray Martín por el sitio en general, y por éste artículo en particular. Lastimosamente, el nivel de la clase política de nuestro país está muy por debajo de lo que los ciudadanos merecemos y necesitamos. Por ello es tan necesario que gente de la talla moral de Fray Martín denuncien sin descanso estas cosas.

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