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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Jun
2015

Nazaret o vivir el seguimiento en lo cotidiano

2 comentarios

¿Es posible, a partir de la geografía, hacer espiritualidad? Eso es lo que hizo, en unos Ejercicios, predicados pocos días antes de su muerte, Gabriel Marcelo Napole. Por ejemplo: ¿qué podemos aprender de Nazaret, ese pequeño pueblo en el que Jesús vivió la mayor parte de su vida? En los tiempos bíblicos era un pueblo desconocido e insignificante. En los pequeños pueblos de entonces, las casas no tenían puertas y, menos, cerraduras, sino cortinas. Nazaret era un pueblo muy vulnerable. Jesús era conocido como “el nazareno”. Algo que probablemente no era, de entrada, ningún elogio, pues de Nazaret se decía que no podía salir nada bueno.

En Nazaret, Jesús no hizo cosas extraordinarias, como quisieran hacernos creer los evangelios apócrifos. Nazaret era un lugar dónde todos se conocían y, a lo mejor por eso, no se fiaban demasiado unos de otros. Los de su pueblo, dice Mc 6,3, “se escandalizaban” de Jesús. Y, sin embargo, fue allí, en las costumbres y en la vida diaria de este lugar, donde Jesús descubrió la presencia de Dios: allí el niño crecía en edad, en sabiduría y en experiencia de Dios. Nazaret es el tiempo del crecimiento y de la maduración. De ahí la pertinencia de la pregunta de fray Gabriel Napole: ¿qué evoca Nazaret para nuestro seguimiento de Jesús?

Nazaret evoca el día a día del seguimiento. En el seguimiento de Cristo los acontecimientos extraordinarios son poquitos. Llega un momento en que la vida cristiana parece muy rutinaria. Nazaret evoca el seguimiento de Jesús en lo cotidiano y ordinario de la vida. Nazaret es la escuela en la que se aprende a descubrir la presencia de Dios en la vida “tal como es”, en el trabajo de la gente y en los rostros de los que están a nuestro lado. El ruido de la calle puede ser tan eco de Dios como el silencio de un monasterio. En el lugar donde nos toca vivir es dónde el Señor nos ama y nos invita a descubrirle.

Pero también es una alerta contra la rutina. Cada día hay que renovar el seguimiento. Por eso Nazaret es el lugar de la perseverancia, de decir cada día un nuevo sí al Señor. En lo cotidiano hay momentos favorables y momentos de crisis. Pero lo cotidiano es la oportunidad para mirar hacia adelante. Después de cada noche viene un amanecer. No todo se acaba en el hoy, no todo se explica con el presente. Nazaret puede ser un lugar de esperanza, desde donde otear un futuro mejor.

Nazaret evoca también la comunión dentro de la diversidad. En un pueblo pequeño la gente es tan distinta como en una gran ciudad, pero la vulnerabilidad del pueblo nos hace cobrar conciencia de la necesidad que tenemos unos de otros. Un pueblo pequeño se lleva entre todos, y los problemas de uno afectan a los otros. Dos debilidades se hacen fuertes cuando se apoyan mutuamente. Dos soledades que se unen crean comunión. En el seguimiento de Cristo nos hacemos vulnerables, no porque seamos débiles, sino porque nos abrimos los unos a los otros. Es la vulnerabilidad del amor.

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Antonio López Sernández
10 de junio de 2015 a las 13:09

Sencilla y a la vez profunda consideración, P. Gelabert. Buscamos grandes milagros y el gran milagro es vivir una vida sencilla, ordinaria, con amor extraordinario, lejano de la simple rutina. Jesús, de sus 33 años, treinta los dedicó a esta vida sencilla. Gran imitadora suya fue Santa Teresa de Lissieux: vivió con inmenso amor y sencillez la vida ordinaria. Supernaturalizó lo ordinario. Es impresionante ver las cuevas de Nazaret conservadas en la cripta de la Iglesia franciscana. Si Cristo hubiera nacido en Nazaret, también habría venido al mundo en una cueva, sin duda más limpia que la de Belén, que era cueva-cuadra de animales.

mar
11 de junio de 2015 a las 19:41

La estrella se detuvo en Nazaret.
¿Como entender esto? Dios ha llegado para desbaratar nuestros cálculos de probabilidad. El único se ciño una triple corona: la Pobreza, Soledad y Silencio. Y no hay título más exacto para Jesuscristo que esté: el Gran Pobre. ¿Como se esplica esto?
Renuncia a todas las ventajas de ser Dios y se somete a todas las desventajas de ser hombre. Y llegado el momento del apuro, no se le ocurrió meter mano en el bolsillo de su divinidad, para sacar de ahí una carta mágica que lo liberase del susto de la muerte, de la decepción por la volubilidad de las multitudes, de la tristeza de la agonía, de la fatiga de los caminos, de los momentos de desaliento....Fue fiel al hobre hasta las últimas consecuencias.
Todo esto significa la encarnación del hijo de Dios, acontecimiento por el que el Hijo se convierte en el Gran Pobre.
"Nada es como es sino como se recuerda".....gracias Fray Martin

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