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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

15
Abr
2022

Morir para que vivan amigos y enemigos

4 comentarios
viernes2022

El relato de la pasión, que se lee en la liturgia del viernes santo, tiene una escena en la que queda claro que Jesús entrega su vida para que vivan sus amigos y, lo más sorprendente, para que vivan sus enemigos. En este momento dramático Jesús no piensa en su propio bien, sino en el bien de los demás, aunque sean enemigos suyos. Jesús muere como ha vivido: amando incondicionalmente, o sea, sin condiciones. Por eso ama a sus enemigos, porque si su amor estuviera condicionado, como lo están los nuestros, que están condicionados por nuestras simpatías o antipatías, entonces es claro que Jesús no habría muerto por sus enemigos.

La escena ocurre en el huerto de Getsemaní. Cuando van a prenderle, Jesús prohíbe a sus discípulos una reacción violenta, para evitar que queden implicados en su condena. Se entrega a sí mismo y no entrega a los discípulos. No solo ahorra la sangre de los discípulos, sino también la de sus oponentes, haciendo resplandecer así el poder radical del amor de Dios. Según el cuarto evangelio, Jesús se encontraba con sus discípulos en un huerto, cuando unos guardias armados fueron a prenderle. Los discípulos intentaron defenderle. Pedro llevaba una espada, la sacó e hirió a uno de los que iban a prenderle. Entonces Jesús reaccionó de forma tajante y dijo a Pedro: “vuelve la espada a la vaina” (Jn 18,11). Por otra parte, Jesús se dirigió a los que iban a prenderle y les dijo: “si me buscáis a mi, dejad marchar a estos” (Jn 18,8).

Jesús evita radicalmente todo conflicto entre sus discípulos y los soldados que va a detenerle. Por una parte, no quiere ningún tipo de defensa violenta. Porque una defensa así, hubiera provocado una reacción si cabe más violenta, desencadenándose una espiral de violencia. La violencia solo se para cuando uno se niega a responder violentamente. Jesús no acepta represalias. Jesús evita el conflicto entre sus discípulos y sus enemigos, dejándose prender y facilitando, de esta forma, que sus discípulos puedan marcharse. De modo que Jesús entrega la vida por unos y por otros, por todos los hombres para el perdón de los pecados. Por todos: muere por sus enemigos, evitando que sus discípulos puedan matarles en legítima defensa; y muere también por sus amigos, evitando también que ellos puedan morir al defenderle.

Un Jesús que hubiera aceptado ser defendido por la fuerza, un Jesús que hubiera presentado “oposición”, hubiera infiltrado, aún sin quererlo, el desamor en su oposición. Solo la aceptación de la cruz era la suprema manifestación de un amor en el que no cabe el menor asomo de odio. Y solo así es posible afirmar con toda contundencia y sin la menor sombra de duda: “me han odiado sin motivo” (Jn 15,25). Jesús ama sus enemigos. Son sus enemigos los que no aman a Jesús. Pero no tienen ningún motivo para no amarle. Más bien tienen muchos motivos para amarle. Así el odio pierde toda razón. Se convierte en un desvarío incomprensible y en un absurdo total.

(Los párrafos 2º y 3º de este artículo están inspirados en un documento de la Comisión Teológica Internacional: Dios Trinidad, unidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia).

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Anonimo
15 de abril de 2022 a las 12:09

Esta si es la "hora": Gracias, Senor, por tu defensa de justos y pecadores; gracias, Pedro, por tu defensa del amigo; gracias, fray Martin, por recordarnos estas cosas sublimes. Y congratulaciones por tu vocacion sacerdotal-dominicana-teologica. En estos dias de gracia se agradece una buena meditacion. Que el Senor te lo recompense. Felices Pascuas!

Hormias
15 de abril de 2022 a las 13:04

Gracias por su articulo en edte viernes santo

Rosa d Lima
15 de abril de 2022 a las 20:11

Todavia hoy le odian sin motivo, y del mismo modo a los que creemos en Él. Jesúcristo Esperanza del mundo!

Valero
16 de abril de 2022 a las 09:17

Como decías no hace mucho Martín, en Jesucristo y en todo aquel que le sigue, el mal y la muerte no tiene la última palabra porque son vencidos por el amor sin límites en la cruz.

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