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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

16
Jul
2014

Las gacelas, presas de la nostalgia

8 comentarios

Antoine de Saint-Exupéry, el autor del Principito, cuenta una curiosa historia sobre la cría de gacelas en un oasis de los confines del Sahara: capturadas jóvenes, comen en la mano, se dejan acariciar y, cuando se las cree domesticadas, se las encuentra empujando contra el cerco, en dirección al desierto. Estas gacelas que han vivido siempre encerradas y nada saben de la libertad de las arenas, ignoran lo que quieren. Buscan galopar a ciento treinta kilómetros por hora, buscan los chacales, que las obligaran a superarse, a dar grandes saltos, a correr hasta desfallecer. No saben lo que quieren, pero lo quieren. Tienen nostalgia de realizar su ser de gacelas, aunque para ellas este ser sea todavía desconocido. El objeto del deseo existe, aunque no sepamos ni como se llama ni como describirlo.

Tomás de Aquino decía que hay en todo ser humano un deseo natural de ver a Dios. ¿En todo ser humano? ¿Cómo es esto posible si muchos creen que Dios no existe? Y, ¿cómo es esto posible si incluso para los que creen que existe, Dios es lo más desconocido? ¿Cómo se puede desear lo que no existe o lo que no se conoce? El deseo natural del que habla Santo Tomás es un deseo de felicidad, de bien, de belleza, de plenitud. Tomás, como creyente, estaba convencido de que Dios es la suma bienaventuranza y la plena felicidad del ser humano. Aunque no lo sepamos, buscamos a Dios. Por eso, muchas veces experimentamos la frustración de los bienes de este mundo. Sin duda, en este mundo hay cosas buenas y placenteras. Pero ellas no logran hacernos felices del todo. El ser humano siempre busca más, es un ser permanentemente insatisfecho. Nada de este mundo le llena.

La nostalgia es lo propio de los humanos. San Agustín decía que el corazón humano está inquieto mientras no descansa en Dios. Como en este mundo nunca nos encontramos clara y totalmente con Dios, nuestro corazón está siempre inquieto, demandando más, dando sin parar nuevos rodeos. Miguel de Unamuno decía que la satisfacción de todo anhelo no es más que semilla de un anhelo más grande y más imperioso. Por su parte, J.P. Sartre habló del hombre como pasión inútil. Es interesante el contexto de esta afirmación: el ser humano desea, ni más ni menos, que ser Dios. Pero como Dios no existe, el ser humano es una pasión inútil.

La carta a los hebreos describe a los creyentes como peregrinos, porque van en busca de una ciudad mejor, una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Dentro de nosotros hay algo que nos mueve a buscar una patria última y definitiva. Somos caminantes en busca de la verdad de nuestra vida, como el espacio abierto del desierto constituye la verdad de la vida de las gacelas.

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Juanjo
16 de julio de 2014 a las 20:00

Justamente el Cantar de los Cantares termina con la invitación entre esposa y esposo a huir como una gacela; (Cant 8,14)como un cervatillo por el monte de las balsameras. Anhelo del más profundo amor (la esposa guarda en su memoria la imagen del esposo como gacela o cervatillo saltando por los montes. Siendo así es como ella se ha enamorado de él y eso quiere que siga siendo)

Jesús BC
17 de julio de 2014 a las 00:26

"Somos caminantes en busca de la verdad de nuestras vidas". Solo la libertad, que constituye lo elemental en la búsqueda de aquello que amamos, podrá hacerlo real aquello que soñamos, ya sea desde nuestra visión de creyentes o no.

Descubrirse como las gacelas a campo abierto, o como en el amor humano del Cantar de los cantares nos permitirá comprender la verdad del amor que nos ama, y del amor que espera de nosotros hacerlo real.

El amor humano con pies de gacela a campo abierto... Hasta Dios sentiría nostalgia.

Wilson Rodríguez
17 de julio de 2014 a las 02:43

Sobre las gacelas que realizan su ser, no en el cautiverio, sino cuando las persiguen, me acordé de San Ignacio de Loyola, sus últimas palabras. Le preguntaron que qué le pedía para la Iglesia de Dios?Responió:Persecuciones!" La fe será perseguida, ésta es su naturaleza,ahí se conoce su temple:existe o no existe. 2:Incluso J.P.Sartre, antes de morir veía a Dios:"Ahí viene, es El, es El"¿Quién Sartre:"El, el que me dió el ser, el que me permitió pensar,el que me amó como soy.Es El,Es El".3:Me enternece Charles de Foucauld, cuando cuenta:"Bendito San Humberto, a quien se festeja en tantos lugares y con tanta alegría, tú viste un día la Cruz de Jesús entre los cuernos de un ciervo".4:Paralelo:El salamo dirá:"Como busca la cierva corrientes de agua, así te busca mi alma Dios mío".Es valiente la búsqueda de felicidad,porque para llegar a ella, pasa por el Temor de Dios (la paradójica cruz),que lleva al encuentro con el Padre.También este pecador en l986 en Cali, oyó una voz celeste que decía:"ya que tú dices, la literatura es imposible,tú busca la iglesia".Me faltan piernas de gacela para encontrarme con Cristo (no resistiéndome al mal),y perder el temor a la muerte:así se pasa a la felicidad que nadie nos la arrebata, no en el yo sinó en el tú.(Gracias por el salto a lo ontológico de la gacela).La paz.

Valero
17 de julio de 2014 a las 15:18

También yo creo que todo ser humano busca a Dios y pienso además que esa búsqueda de plenitud forma parte en cierto modo, del gen humano y está en la causa de la evolución de nuestra especie. De hecho creo que en el origen del eslabón perdido del que hablaban los antropólogos –el primer homínido que se separó del tronco común con los primates- se halla no una especie concreta, sino más bien esa característica que es única de nuestra especie y que nos lanzó a la conquista de nuevos espacios e impulso nuestra evolución. Así que bien podría decirse que en esa insatisfacción, está el origen de nuestra especie. Esto me recuerda el versículo del Génesis en el que Dios insufla su aliento a la figura de barro que ha modelado a su imagen. Quizás ese anhelo de plenitud es el aliento de Dios en nosotros, que busca volver al lugar de donde vino.

Andrés
17 de julio de 2014 a las 16:01

Este post me viene muy a propósito. Me recuerda mucho a Blondel.

"En su obra maestra La acción, Blondel se puso la pregunta fundamental sobre el sentido de la vida y intentó "reconstruir la realidad total en todos sus grados sobre la base de un único motivo dialéctico". Para alcanzar este fin, él creía necesario analizar la acción, considerándola el corazón mismo de la existencia humana y conectándola a la voluntad, la cual se encuentra, según su juicio, en una constante tensión entre aquello a lo que aspira y aquello que efectivamente logra realizar: se trata de una tensión que, generando insatisfacción, empuja constantemente al hombre a actuar y le hace experimentar la inadecuación y la caducidad, las cuales, a su vez, le entreabren el horizonte de lo sobrenatural y le muestran que "puede encontrar su felicidad plena sólo en la participación de la vida de Dios".

Cito literalmente de http://www.elsentidobuscaalhombre.com/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=621&te=318&idage=1053&vap=0

Alejandro Viqueira
17 de julio de 2014 a las 20:06

Es muy interesante la historia de las gacelas, creo que se asemeja mucho a la vida del ser humano, los hombres, aunque se dicen que no creen en Dios, en su interior existe un deseo de buscar una felicidad o satistacción para ser feliz en la vida, y creo y estoy convencido que esta felicidad se encuentra al descrubir a Jesuscristo, cuando Cristo, entra en nuestra vida, y lo asumimos como nuestro señor y salvador, entonces somos como las gacelas, que salimos del encierro del hogar y buscamos la libertad para anunciar el gozo y buenaventuranza del señor y con todo esto obtenemos la gracia de Dios

Miaumiau
17 de julio de 2014 a las 21:22

Quizás éstas gacelas, que no saben nada de la libertad, toman la decisión biológica de empujar hacia otras arenas, en busca de su realización y desarrollo pleno. Obviamente el ser humano integra su plenitud de modo mas complejo y elaborado.El ser tiende hacia lo Alto, hacia la felicidad, no se conforma, con lo vivido, su carencia se transforma en deseo y la carencia expresa a su vez, la falta de aquello que solo calmará su sed y encontrará su identidad en aquello para lo que fue creado y llamado, la existencia en Dios...dicha insatisfacción actúa de modo silencioso para que la búsqueda de El pueda ser lo buscado..parafraseando a un autor...tan lejos creía que estabais y os tenía ante mi en la búsqueda, y en mi hermano.

Luciana
18 de julio de 2014 a las 20:20

Quizás podríamos imitar a las gacelas en nuestro caminar hacia Dios. Eliminando obstáculos que nos entretienen en el camino hacia El. Han habido santos que recibieron esta gracia y,encontraron a Dios en muy corto tiempo. Cada uno,sabemos muy bien qué es lo que nos detiene en el camino hacia Dios.

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