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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Dic
2010

La familia que Jesús vino a instituir

4 comentarios

La fiesta de la Sagrada Familia, encuadrada dentro del ciclo de Navidad, manifiesta un aspecto fundamental del misterio de la Encarnación. Dios, para hacerse hombre, necesita de una familia. Me temo que en las homilías que se harán este domingo serán pocos los que hablen del misterio de la Encarnación. Y muchos los que hablen de la familia como una institución atacada por una sociedad paganizada. Posiblemente añadirán que aquí está la Iglesia para defenderla. Más aún, ¡aquí está la Iglesia que es la única que la defiende! Bien está que la Iglesia defienda la familia, pero lo que no conviene es pensar que esa es su tarea principal. Si de familia hay que hablar en la Iglesia, conviene empezar por “otra” familia, la de los hijos de Dios, que es la familia que nace con Jesús, y la que Jesús asume como suya.

Benedicto XVI, en la encíclica Spe Salvi, al hacer el elogio de la madre de Jesús, dice cosas sorprendentes que, aunque sea para compensar las muchas que se van a decir en nuestros templos en este domingo, conviene que se oigan. Se refiere a María como la que tuvo que “quedar a un lado”, o sea, aprender a desprenderse de los lazos de la carne que la unían con Jesús, “para que pudiera crecer la nueva familia que El había venido a instituir”. ¿Cuál es esta nueva familia? La de los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica, una familia fundamentada en la fraternidad, reunida en torno a una mesa común, en la que hay pan para todos, en la que nadie pasa hambre, en la que se comparten los bienes y la alegría. María no encuentra su sitio hasta que se “une de modo nuevo a los discípulos, destinados a convertirse en familia de Jesús mediante la fe”.

La institución familiar es un asunto humano, antes de ser una cuestión eclesial. Este asunto humano puede recibir luz y sentido nuevos fijándose en la nueva familia que Jesús quiere fundar. Si así lo hace, la familia cristiana no tiene porque estar a la defensiva, ni sentirse atacada, ni encontrar enemigos por todas partes, porque lo que busca son amigos. Y uno encuentra lo que busca. La familia cristiana no se define por contraste ni por contraposición. Los lazos que la unen no son los de la carne y de la sangre, sino los que brotan del amor. Así se convierte en familia de Jesús, y en realización y modelo de la Iglesia.

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Isabel
26 de diciembre de 2010 a las 12:58

Sobre la Familia,lo que mas me ha gustado ha sido la bonita idea que nos presentas,cuando te refieres a que,"María no encontró su sitio,hasta que se unió en familia con los discípulos".Cierto.Cuando Jesús,en la Cruz le dice,"aqui tienes a tu hijo" refiriéndose al discípulo,y a Juán le dice,"aqui tienes a tu Madre".
Y en otro pasaje anterior,cuando le avisan a Jesús de que Su Madre y hermanos le buscan,Jesús responde"Mi Madre,y mis hermanos, son los que hacen la Voluntad de mi Padre".
Todo un programa de vida a seguir,con un tema trazado para meditar,especialmente hoy,día dedicado a la Familia sagrada,porque pienso que,la familia tal como la concebimos,es sagrada.

Bernardo
26 de diciembre de 2010 a las 13:07

Siempre me ha producido mucha gracia esa supuesta familia cristiana que tanto defienden los grupos conservadores cristianos encabezados por los prohombres de la jerarquía. Si el modelo es el de Belén, poco tiene que ver con la supuesta familia tradicional: una madre virgen, un padre putativo y un hijo, pero de Dios. Eso es cualquier cosa menos tradicional.
La familia cristiana se une por vínculos afectivo-sociales y no sanguíneos.

familia-s
26 de diciembre de 2010 a las 14:24

¿cristiana o católica?. Otras confesiones cristianas admiten diversos modelos de la unidad familiar, clérigos incluidos.Relaciones basadas en el Amor, no en intereses económicos y sociales.
Jesús inició una manera nueva de relacionarse entre los nacidos del Espíritu, donde "no hay hombres ni mujeres", donde las relaciones entre ellos eran de respeto e igualdad, alimentadas en el Amor,en una forma nueva de relacionarse hombres y mujeres,no basadas en estatus sociales. Incluso algunas de sus discípulas sostenían con sus recursos a este nuevo movimiento. Ejercian una fructífera diaconía de servicio y palabra. María de Nazaret tambien "despertó" a esta nueva realidad: madre y tambien discípula. Algo en común con casi todas las familias : las mujeres alimentan y sostienen la Vida. María de Magdala y María de Nazaret: discipulado, maternidad, amistad. Junto a la Cruz. María de Magdala, la voz primera del "ha Resucitado".

Ya que estamos en tiempo de re-ajustes, quizá sería bueno recordar quienes nos consideramos sus discípulos, la nueva familia nacida del Espíritu que vivió Jesús de Nazaret.

católicos invisibles
27 de diciembre de 2010 a las 17:26

Como bien dices Martín, la institución familiar es un asunto humano, antes que eclesial. Y como todo lo humano limitado e imperfecto. Son muchos los católicos divorciados que esperan se revise su participación plena eucarística - incluida la Comunión. Afirmar como lo hace algun medio que entre católicos se da menos violencia de género,supone querer olvidar el sufrimiento de toda una generación de mujeres educadas en el nacionalcatolicismo, mujeres de la postguerra, a quienes en confesion se instaba a aguantar carros y carretas. Una generación que llegó a tiempo de poder acceder a una cuenta corriente, con firma propia. Es inhumano por parte de la institución seguir mirando hacia otro lado, y no aceptar esta realidad dentro d ela Iglesia. Como aceptar que como en otras instituciones sociales,hay católicos que viven en parejas de hecho, y católicos homosexuales que conviven con su pareja, algunos incluso con hijos. Y homosexuales en conventos, monasterios, seminarios. Todos hijos de Dios y de la Iglesia. Negar una realidad no la hace desaparecer. Lo inhumano no entra en el mensaje evangélico.

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